“Yo” se convierte en “nosotros”; “mi” se transforma en “nuestro”. Ese pequeño cambio puede detonar emociones variadas. “Durante el primer año, muchas parejas se sorprenden tanto que prácticamente tienen una crisis de identidad”, dice Michelle S. Park, terapeuta especializada en matrimonio y familia de la ciudad de Nueva York.
Parte podría deberse a comprender que tu vida ahora está entrelazada con otra; que hiciste el que esperas que sea un compromiso de por vida y que eres, en cierta forma, responsable de esa persona, explica. Además, también necesitas comprender lo que significa ser “esposo y esposa” y quién eres fuera de ese rol, añade Park.
Para algunas personas, el hecho de compartir un apellido es parte de ese cambio de identidad. “No había entendido lo complicado que sería”, dice April M. “Me tomó meses empezar a usar el apellido de mi esposo”. Seis años después, sigue extrañando su apellido de soltera, aunque continúa usándolo en el terreno profesional. “Pero tiene sentido ahora que somos padres”, agrega April.
Cuando juran estar juntos hasta que la muerte los separe, ese tipo de compromiso provee seguridad y comodidad… y eso, para algunas parejas, puede traer un gran cambio en la cama.
Sentirse seguro en una relación puede impulsar la experimentación, dice Susan Heitler, psicóloga clínica en Denver. Podrías sentirte más libre y con mayor confianza en ti mismo, y no solo durante la luna de miel o la fase de no-puedo-dejar-de-tocarte que sigue. Con el tiempo, se sienten más conectados y cómodos juntos, dice Park; conforme crece esa intimidad emocional, el sexo suele mejorar.
Es probable que sea menor… y quizá no sea una sorpresa. Pero vale la pena notar que una pausa en tu vida sexual no significa que la atracción se haya perdido. “Hay periodos de sequía”, dice Park, “pero una reducción en la frecuencia de las relaciones sexuales no indica el principio del fin”.
El sexo, dice, puede volverse más un tema de calidad que de cantidad. Y es importante asegurarse de que hacen algo para mantener la conexión: abrazarse, tomarse las manos, besarse. “Incluso aunque tengan relaciones sexuales solo algunas veces al mes, pueden seguir teniendo intimidad”, dice.
Lo sentimos, tu argolla matrimonial no incluye poderes telepáticos ni te brinda la habilidad de descifrar cada ceño fruncido. Y cuando tratas de adivinar qué está motivando cada gesto, respuesta breve o silencio prolongado, es muy posible que deduzcas el peor escenario.
“El antídoto es preguntar”, dice Heitler. “Y las mejores preguntas empiezan con dos palabras: cómo o qué“. Sin importar lo que siga, ninguna puede responderse con un simple sí o no, y ambas pueden llevar a la verdadera causa del problema. (En lugar de preguntar “¿estás enojado conmigo?, pregunta “¿en qué estás pensando ahora?”). Y, a propósito, la argolla de tu pareja también está hecha con materiales comunes y tampoco puede leer tus pensamientos.
“Estar casados no significa que pueden dejar de expresar sus necesidades”, dice Park. “Olvida el mito de que no le interesas si tienes que decirle lo que quieres”, afirma Park. Las preferencias cambian con el tiempo, tanto las tuyas como las de tu pareja. Y si dices qué necesitas y la otra persona responde, será muy valioso saber que te ha escuchado.
Las fiestas de fin de año pueden complicarse cuando “la cena siempre es en casa de mi tía” se topa con “tenemos que cenar con mi papá”. Esa fue una realidad con la que Ricardo L. no esperaba toparse. “Pasé algunas navidades con la familia de mi esposa antes de comprometernos”, dice, en parte para ganar puntos durante el cortejo. Pero una vez que se casaron, decidir dónde pasarían las cenas de Navidad y Año Nuevo se convirtió en un conflicto.
“La Navidad siempre ha sido una de mis fiestas favoritas, no solo porque tenga una familia grande (ella también la tiene), sino porque mi papá prepara un pavo delicioso”, dice. Su solución: alternar las fiestas importantes, un plan que han mantenido durante los últimos 12 años (y que incluye pedir a su papá que le guarde un poco de pavo). Otras parejas pueden elegir visitar a ambas familias el mismo día, o convertirse en huéspedes de la celebración e iniciar tradiciones nuevas.
Una investigación realizada por la Universidad Estatal de Ohio detectó que las mujeres tienen mayores posibilidades de subir de peso después de casarse; los hombres suelen engordar más después del divorcio. Los científicos analizaron datos de más de 10,000 personas y detectaron que las posibilidades de subir de peso aumentaban después de los 30 años.
El estudio no profundizó en las razones, pero los expertos tienen sus teorías: mientras envejeces, un cambio repentino (como un matrimonio o un divorcio) puede tener un impacto mayor que cuando eres joven y eso puede influir en su peso, sugiere un investigador.
“La alegría y el sufrimiento son emociones fuertes que pueden llevar a un aumento o a una reducción del apetito”, agrega Heitler.
Antes de que Courtney se casara, consideraba que su tiempo era suyo. Hacía planes para el día (que siempre incluían ver a su hoy esposo), pero seguían siendo suyos. Después de que se casaron y empezaron a vivir juntos, el tiempo libre dejó de ser “lo que voy a hacer” y se convirtió en “lo que vamos a hacer”, explica.
“Fue un cambio extraño al principio, casi como si estuviera perdiendo un poco el control de mi día”. Disfrutaba hacer cosas con su esposo, pero seguía deseando tener tiempo para ella. Y esa necesidad de espacio y de “tiempo para mí” es normal y saludable, dice Park.
Pueden amar el tiempo que pasan juntos, pero es importante que tengan tiempo a solas para hacer las cosas que disfrutan, no solo para su bienestar individual, sino también para conservar saludable la relación entre ustedes.
Mamá siempre se ocupó de esto y papá de lo otro. Tu pareja y tú, sin embargo, pueden tener definiciones diferentes de “esto” y “otro”. “Las personas piensan que sus roles como esposo o esposa imitarán a aquellos con lo que crecieron”, dice Park. Los expertos están de acuerdo en que lo mejor es no pensar nada y hablar sobre sus expectativas propias.
Algunas parejas pueden tomar roles similares a los de sus padres, dice Heitler; otras pueden preferir que evolucionen gradualmente, con la colaboración de ambos. Pero incluso aunque acuerden mantener una división equitativa de labores, es muy posible que algunas cambien de lista.
“De repente fui la responsable de recordar cumpleaños y aniversarios y de comprar los regalos de Navidad para otra familia completa”, dice April. “Él simplemente dejó de hacerlo”.
Adrienne C. y su ahora esposo estuvieron juntos 15 años antes de casarse. Primero vivieron como compañeros de cuarto, después como pareja, y eventualmente se convirtieron en padres.
“Casarse nunca fue una de mis prioridades”, dice. “Estábamos comprometidos y felices y no necesitábamos más.” Pero por cuestiones de un seguro médico, se casaron legalmente hace cuatro años.
“No queríamos que nuestra relación cambiara”, dice, “pero lo que no esperaba era la sensación adicional de seguridad que trajo el documento. Me siento más segura en el caso de que algo le ocurra a alguno de los dos”.
…O cómo se guardan las toallas, en qué pared se cuelga el televisor, o cualquier cosa que entre en la categoría de “nuestra casa”. “Hasta las parejas que ya vivían juntas se sorprenden ante cuántos temas hay que solucionar una vez que se casan“, dice Heitler.
Con el compromiso viene un cambio de pensamiento, de “mi método/su método” a “nuestro método”. Toma, por ejemplo, la ropa sucia y la incapacidad de tu pareja de colocarla en un cesto. Cuando solamente vivían juntos y la dejaba en el piso, no te importaba; si no vivían juntos, no lo sabías. Pero ahora, la pila de ropa sucia te irrita.
En lugar de criticar o culpar, cada uno debe analizar en qué puede contribuir a un nuevo plan de acción, dice Heitler, un proceso que llama el “vals ganar-ganar”. Quizá acuerden comprar más cestos, y él se compromete a dejar ahí su ropa sucia. “No es exactamente la forma en que él lo solucionaría o la propuesta de ella, pero ambos contribuyen a una solución compartida“.
¿Y ustedes, qué cambiaron cuando se casaron?
Tomado de Readers Digest 10 Surprising Things that Change When You Get Married
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