Le pedimos a una persona con experiencia en arreglar desperfectos en los hogares que nos contara con que tipo de problemas se puede encontrar al hacer sus trabajo, y esto fue lo que nos contó.
1. Que un reparador asegure que puede “hacer de todo” es una señal de alerta. Conozco a un sujeto que anuncia en su camioneta que corta el césped, pinta, da mantenimiento y construye casas. No te conviene contratar a alguien así. La mejor prueba de que puedes confiar en un reparador es que admita que no es el indicado para un trabajo en particular si no tiene las aptitudes para hacerlo, y te recomiende a otro que sí esté preparado.
2. Antes de llamarme porque se tapó tu lavabo o el drenaje de la ducha, intenta destaparlo con una bomba manual de hule o con líquido destapacaños. Ninguna de estas dos opciones exige que desarmes nada, y ambas suelen dar resultado en unos cuantos minutos.
3. Ofrecerme agua, galletas o un bocadillo es un gesto que agradezco, pero si realmente quieres ser amable conmigo, dime que puedo usar tu baño con libertad. Siempre es un fastidio tener que saltar a mi camioneta y conducir hasta algún baño público para poder responder a los apremios de la naturaleza.
4. La ventaja de contratar los servicios de una empresa de reparaciones domésticas es que por lo general tienen empleados que han sido seleccionados y capacitados, y un supervisor con el cual puedes quejarte si no hacen bien las tareas. Sin embargo, también puede ocurrir que te envíen a un reparador que no se preocupe mucho por la calidad, y al final tendrás que pagar un precio más alto por el trabajo.
5. A veces, todavía necesito ver cómo se hace un trabajo antes de realizarlo (¡YouTube es lo mejor!). Un buen reparador doméstico se mantiene al día sobre nuevos productos y tendencias, y siempre está dispuesto a aprender tareas.
6. Un buen reparador no necesita hacerse publicidad, pues tiene mucho trabajo gracias a las recomendaciones de sus clientes satisfechos. Cuando empecé mi negocio, puse mi número de teléfono en mi camioneta, pero al cabo de seis meses tuve que quitarlo porque recibía demasiadas llamadas.
7. Te puedo dar un precio diferente al que le he dado a otra persona por el mismo trabajo. ¿Por qué? Algunos de nosotros cobramos más cuando estamos muy ocupados. O si voy a una casa y veo que está muy sucia, subiré el precio porque no quiero trabajar allí.
8. Antes de tirar algo, pregúntame si podría repararlo. He arreglado marcos de puertas y ventanas, muebles y juguetes rotos, e incluso una cama de hospital. Una vez mi vecino dejó su podadora en la acera y fue a una tienda a comprar una nueva. La recogí y la reparé antes de que él llegara con el reemplazo.
9. ¿Estás corto de dinero? Pregúntame si hay algo en lo que puedas ayudarme a cambio de que te haga un descuento. Aunque no seas hábil usando herramientas, puedo bajar mi tarifa en un trabajo grande si estás dispuesto a ir por los materiales o a limpiar al final de cada jornada lo que haya yo ensuciado.
10. Claro, “ya que estoy aquí” te encantaría que arreglara esa puerta que rechina o apretara aquella llave que gotea, pero no finjas sorpresa cuando te cobre por ello. Buena parte de nuestros ingresos proviene de esos trabajos extra, o “ya que está usted aquí”.
11. Por favor, haz algo con tu perro. Y no me refiero a que lo encierres en tu dormitorio, donde va a ladrar todo el día mientras yo trabajo. Ve si alguien puede cuidarlo a lo largo del día.
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