En 2014 investigadores alemanes observaron que los participantes de un estudio cambiaban su forma de pensar si la temperatura era alta o baja. Cuando se encendía la calefacción, tendían a pensar que el reo había actuado al calor de un impulso, pero cuando la sala estaba helada los mismos delitos se consideraban premeditados y cometidos a sangre fría.
Hay que tener contacto con otra persona que porte, por ejemplo, un virus, dice David Proud, profesor de fisiología y farmacología en la Universidad de Calgary, en Canadá. “Se corre más riesgo de resfriarse en lugares cerrados y concurridos”.
En absoluto, dice un estudio publicado en 2008 en el British Medical Journal. La cabeza deja escapar apenas el 10 por ciento del calor corporal.
En 2015 científicos estadounidenses confirmaron que temblar de frío equivale a hacer ejercicio, porque contrae los músculos, acelera el metabolismo y convierte el tejido adiposo blanco, que almacena energía, en tejido adiposo pardo, que quema calorías.
En 2004 investigadores de la Universidad Cornell, en Ithaca, Nueva York, subieron la temperatura de una oficina de 20 a 25 °C, y los empleados cometieron 44% menos errores durante un mes.
Un estudio realizado en Finlandia en 2004 con sujetos que nadaban al aire libre en invierno reveló que al cabo de cuatro meses reducían su nivel de estrés y fatiga, y mejoraban su memoria y estado de ánimo.
Un estudio realizado en diciembre de 2014 por científicos británicos y alemanes reveló que, luego de ver videos de personas que metían las manos en agua helada, la temperatura de las manos de los participantes bajaba 0.2 °C.
Parece que dormir con frío tal vez sea saludable. En un estudio realizado en Estados Unidos en 2015, cinco participantes, tras dormir un mes en un cuarto a 19 °C, casi duplicaron su tejido adiposo pardo. Los autores, de los Institutos Nacionales de Salud, creen que esto reduce el riesgo de contraer diabetes y otras enfermedades metabólicas.
Cuando los animales tienen frío, unos diminutos músculos en la piel se contraen y erizan el pelo, lo que forma una capa de aislamiento eficaz. Eso nos pasa a nosotros los humanos con la llamada “carne de gallina” que es un vestigio de cuando nuestra especie estaba cubierta de pelo.
Si tomas betabloqueadores (usados para tratar la hipertensión) abrígate bien y pasa menos tiempo a la intemperie en tiempo de heladas.
En 2015 un estudio publicado en Nature Climate Change observó que los termostatos de los edificios se ajustan según una fórmula obtenida en los años 60 y basada en parte en el ritmo metabólico de un hombre de 40 años. Como el metabolismo de las mujeres tiende a ser más lento, las oficinistas suelen helarse en el verano.
Científicos de la Universidad de Toronto, Canadá, confirmaron que los sujetos de un estudio que recordaban una experiencia de aislamiento social calculaban menores temperaturas en una sala que quienes recordaban sentirse aceptados.
En la primavera de 2016 investigadores austriacos y suizos pidieron a un grupo de voluntarios que metieran las manos en un tazón lleno de billetes (el grupo de control usó un tazón lleno de papeles). Quienes tenían las manos en contacto con dinero sentían más baja la temperatura.
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