Las chinches no quieren que sepas estas 16 cosas
Las chinches podemos ser pequeñas (tenemos la forma y tamaño de una semilla de manzana), pero somos infalibles: nuestra presencia pone los pelos de punta.
Descubre lo que hay que saber sobre las chinches para dormir bien y asegurarte de que no te mordamos.
Un estudio reciente publicado en la revista Journal of Medical Entomology mostró que a las chinches nos encantan el rojo oscuro y el negro (así que podrías evitar las sábanas y los cobertores de esas tonalidades), y tendemos a alejarnos del blanco, el verde y el amarillo.
Los investigadores creen que tales gamas nos protegen de depredadores como las hormigas y las arañas.
Además, como nuestro exoesqueleto es rojo y nos gusta permanecer juntas para mantenernos a salvo, es probable que esta paleta nos llame la atención porque indica la posible presencia de otras chinches.
Los exterminadores tratan las habitaciones y los muebles con una combinación de vapor seco, calor intenso y productos químicos.
Si tu ropa estuvo en una habitación infestada (o tus sábanas en una cama plagada), ponla en la secadora caliente (al menos a 50 grados Celsius) durante unos 30 minutos para matar a las chinches; lavarla con agua caliente no será suficiente.
Nos alimentamos de sangre. Para llegar a nuestra edad adulta, debemos comer una vez en cada una de nuestras etapas de desarrollo.
Las chinches hembras maduras también necesitan sangre para producir huevos, que son del tamaño de una mota de polvo. Estamos equipadas con picos largos que usamos para perforar la piel y extraer nuestro sustento.
Pero encontrar el vaso sanguíneo correcto puede requerir más de un pinchazo, por lo que solemos hacer varios intentos. Por esta razón, la cantidad de picaduras que tienes no es equivalente a la cantidad de chinches que te han dado un bocado.
Somos sensibles al movimiento y preferimos que nuestra mesa esté quieta mientras nos alimentamos; por esa razón nos atraen los lugares donde reposan las personas: apartamentos, casas, hoteles, dormitorios, trenes, autobuses y hasta cruceros.
De hecho, si nuestro platillo se mueve mientras lo estamos degustando, es muy probable que retiremos el pico y vayamos a buscar otro sitio para comer en su cuerpo.
Cuando se trata de darnos un festín, nos gusta cualquier parte de tu cuerpo que esté expuesta mientras duermes, como las manos, el cuello, la cara, los hombros, las piernas y los brazos.
Tardamos de 3 a 12 minutos en saciarnos. Con la panza llena y el corazón contento, solemos retirarnos a un lugar aislado para hacer la digestión.
Muchas veces evacuamos los restos de las viandas anteriores mientras nos deleitamos con una nueva comida, por lo que podrías encontrar manchas cafés o negras en tus sábanas. Sí, lo sabemos: ¡somos las peores comensales!
no despreciamos el sabor de otros mamíferos (tus perros o tus gatos, por ejemplo) y de las aves. Como nuestras picaduras no duelen, los anfitriones no se dan cuenta de que nos estamos robando su sangre.
Nuestros cuerpos son muy delgados y planos (más o menos del grosor de una tarjeta de crédito). Cuando no estamos comiendo, eso nos permite refugiarnos en lugares estrechos.
Algunos de nuestros escondites favoritos son las costuras de los colchones, bases de cama, cabeceras, mesas de tocador, grietas y detrás del papel tapiz desprendido.
Somos capaces de vivir varios meses sin probar bocado (todo un año, si la temperatura es propicia), así que podemos reposar en estos puntos durante mucho tiempo.
Para nosotras, un hogar lleno de cachivaches y objetos, viejos o nuevos, se traduce en un hábitat con más sitios para escondernos. Obvia-mente, eso hace que te sea más difícil localizarnos y eliminarnos. ¡Así estamos más seguras!
Somos oportunistas. Aunque nuestra hora pico de alimentación es entre las 2 y las 5 de la madrugada, si tu trabajo es por las noches, no tenemos mayor problema con salir de día y morderte si tenemos hambre.
En realidad, nos atrae la temperatura corporal de los humanos y, más aún, el dióxido de carbono que exhalan.
Por lo general, nos transportamos de un lugar a otro con las personas que viajan. Nos colamos en los pliegues y costuras de maletas, bolsas de viaje, ropa doblada, ropa blanca y muebles.
La mayoría no se dan cuenta de que nos llevan de polizón en sus paseos, e infestamos los lugares a los que viajan. Por eso siempre debes buscar en tu alojamiento indicios de que también nos hemos registrado: insectos vivos, manchas de sangre y nuestros cadáveres.
Ten en cuenta que no somos un problema derivado de la falta de limpieza o de salubridad; estamos presentes en los hoteles modestos y en los de cinco estrellas.
Otros consejos: no pongas tu ropa o equipaje directamente sobre la cama (si nos encontramos en ella, nos treparemos con facilidad) y utiliza los gabinetes metálicos para colocar tu equipaje (no somos muy buenas escalando superficies metálicas).
Las chinches no tenemos alas, por eso no podemos volar. A diferencia de otros insectos sin alas, como las pulgas, tampoco podemos saltar grandes distancias. Entonces, ¿cómo pasamos de un huésped a otro? Pues caminando.
Dato curioso: aunque podemos viajar unos 30 metros cada noche, acostumbramos vivir a no más de 2.5 metros de donde las personas duermen.
Además de las picaduras, algunos indicios de que hemos infestado tu espacio son: manchas de sangre en las sábanas, presencia de heces y pieles descartadas durante la muda. Es fácil confundir nuestras picaduras con las de las pulgas, los mosquitos y otros bichos.
En nuestro caso, las mordidas suelen estar agrupadas en una zona pequeña y, a veces, en línea recta o en zigzag; notarás pequeñas áreas planas o elevadas susceptibles a inflamarse, causar comezón, enrojecer o ampollarse.
Los síntomas pueden tardar algunos días en aparecer, aunque no todos reaccionan a las picaduras de la misma manera; depende, sobre todo, de tu respuesta al anticoagulante que inyectamos junto con nuestra saliva al perforar la piel. Si te hemos mordido muchas veces, quizá tengas una herida más grande y tu respuesta sea más intensa.
Si hay algo bueno que decir de nosotras, es eso. La comezón que causamos puede provocar un rascado excesivo, lo cual aumenta las probabilidades de desencadenar una infección cutánea secundaria; ese suele ser el peor efecto físico. +
En lo que a enfermedades se refiere, preocúpate más por las picaduras de los mosquitos.
Sigue estas sencillas medidas de precaución sugeridas por la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de Estados Unidos: busca señales de infestación en los muebles, camas y sofás de segunda mano antes de llevarlos a casa; usa una funda protectora para cubrir los colchones y las bases y eliminar escondites (compra una cubierta de alta calidad resistente a los desgarres y revísala regularmente para detectar agujeros); aspira con frecuencia para eliminar cualquier invasor exitoso; reduce el desorden; si usas lavanderías públicas, lleva tu ropa en bolsas de plástico, regrésala directamente a estas al sacarla de la secadora y dobla tus prendas en casa.
El tratamiento casero es complejo porque nos escondemos muy bien y nos reproducimos con rapidez. Además, la etapa de huevo es resistente a muchas técnicas de exterminio, por lo que un solo intento puede no ser suficiente.
La EPA proporciona algunos manuales, pero antes de intentar hacerlo por tu cuenta, entiende que lograr erradicarnos por completo puede llevar semanas o meses, según la naturaleza y el alcance de la infestación.