Ustedes los humanos hablan y hablan de lo mucho que necesitan trabajar en la computadora, así que nos despiertan y nos apartan, pero sabemos que lo que realmente piensas hacer en la máquina es ver videos de gatos. Qué extraño.
¿Qué no se dan cuenta de que los gatos necesitamos dormir entre 12 y 16 horas al día, o piensan simplemente que somos unos flojos?
Además, nuestro delicado cuerpo felino necesita el calor de tu computadora: nuestra temperatura ideal es dos grados más alta que la de ustedes los humanos.
Parece que ustedes no pueden dejar de sacar fotos con sus teléfonos celulares cuando están cerca de nosotros, así que recurren a estrategias mañosas como agitar juguetes divertidos para llamar nuestra atención, pero una vez que toman la foto, dejan los juguetes a un lado y se marchan. Eso es una crueldad.
Si nosotros los gatos estamos dispuestos a permitir que nos saquen fotos, lo menos que puedes hacer es jugar con nosotros un poco a cambio.
Por cierto, hay algo de lo que no tienes que preocuparte cuando nos tomas fotos con flash: el fogonazo de la cámara no lastima nuestros ojos.
Pero con frecuencia produce en ellos un resplandor fantasmagórico causado por el tapetum lucidum, una capa de células ultrarreflejantes que hay en los ojos felinos y que nos ayuda a ver con poca luz.
Tú supones que cuando mostramos el vientre estamos siendo amigables. Algunas veces, en efecto, esto es señal de camaradería, pero en otras ocasiones es todo lo contrario; en lenguaje gatuno significa: “¿Quieres pelear? ¡Pues pelea tendrás!”
Mostrar el vientre es una acción defensiva que indica a los enemigos potenciales que todos nuestros miembros y garras están listos para entrar en modo de ataque. Y hay otro motivo común para exhibir la barriga: simplemente estamos tratando de estirarnos.
Así como tú te cortas y limas las uñas para que no alcancen una longitud digna de un récord Guinness, nosotros los gatos debemos cuidar nuestras garras. Una forma de hacerlo es rascando, pues nos ayuda a eliminar las células muertas de las uñas.
Hay otras dos explicaciones importantes de por qué rascamos: lo hacemos para marcar nuestro territorio (tenemos glándulas odoríferas en las garras, ¿no es genial?) y para estirarnos (¿cómo crees que nos mantenemos tan esbeltos?).
Por desgracia, cuando un sofá o una alfombra se convierten en nuestro lugar favorito para rascar, algunos de ustedes deciden quitarnos las uñas por medios quirúrgicos, lo que equivale a que a ustedes les cortaran las puntas de los dedos.
En vez de hacer eso, cómprame un poste para rascar (quizá tengas que probar distintos modelos hasta que encuentres uno que me guste), frótalo con un poco de hierba gatera y dame un premio cada vez que lo use.
Algunos científicos creen que a los gatos no nos gusta nadar ni mojarnos porque desde que fuimos domesticados, hace entre 5,000 y 10,000 años, los humanos nos han protegido de la lluvia y la nieve.
Además, es cierto que el pelo de los gatos “no se seca rápidamente y resulta muy incómodo para un minino estar empapado”, dice Kelley Bollen, directora de programas de comportamiento de la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad Cornell, en Ithaca, Nueva York.
“Creo también que a los gatos no les gusta mojarse porque son fanáticos del control: prefieren tener las cuatro patas sobre una superficie firme y no aprecian la sensación de flotar”.
A fin de cuentas, ¿qué gato necesita baños y duchas? Los mininos nacemos con todas las herramientas básicas para acicalarnos: garras, una lengua áspera llena de micropúas, y saliva.
Sin embargo, aunque odiamos que nos sumerjan, debes asegurarte de que tengamos suficiente agua para beber, sobre todo si nuestra dieta consiste en alimentos secos (la comida enlatada es 78 por ciento agua, más o menos).
Sea cual sea el alimento que compres, siempre dale a tu gato un tazón de agua aparte, y cambia y limpia el recipiente todos los días.
Los expertos en comportamiento animal han descubierto algunas de las razones por las que hacemos esto. Tal vez estemos imitando lo que nuestra mamá hacía por nosotros.
Tú llenas nuestros platos de comida todos los días, y como no somos ingratos, te estamos devolviendo el favor. O quizá hayamos atrapado, digamos, más grillos de los que podemos comer, y pensamos que podrías querer los sobrantes.
Por último, puede que te llevemos nuestra presa para que nos ayudes a guardarla para comerla después.
Al igual que rascar, dar regalos es un comportamiento natural en nosotros, de modo que, si no te gusta, podrías ponernos un cascabel para que el sonido nos dificulte atrapar ratones y bichos.
Los científicos han identificado más de 12 maullidos diferentes, cada uno con un significado propio.
En general, los gatitos dan maullidos para comunicarse con su madre, pero los gatos adultos los usamos únicamente para comunicarnos con los seres humanos (utilizamos siseos, gruñidos, chillidos y otros sonidos para comunicarnos entre nosotros).
Los dueños de gatos más perceptivos al parecer pueden distinguir un maullido que significa “Tengo hambre” de otro que quiere decir “Estoy aburrido”, o discernir entre “Me lastimé” y “Tengo miedo”.
Cuando nos lanzas maullidos, reconocemos tu voz, pero no captamos ningún mensaje en absoluto.
Los seres humanos viven con el imperioso impulso de ponernos sombreros, corbatas, vestidos, suéteres y otras prendas de vestir. Pero, ¿qué crees que parecemos? ¿Perros?
No nos gusta sentirnos encerrados ni limitados, y aunque puedes llegar a sorprendernos amasando uno de tus suéteres, simplemente estamos disfrutando de la textura del tejido de punto bajo nuestras patas; eso no significa que queramos usarlo.
No necesitamos ropa para mantenernos cubiertos: nuestro abrigo natural contiene hasta 20,000 pelos por centímetro cuadrado.
Un dato curioso: ¿Sabías que el área superficial de un gato, si se incluye la totalidad de su pelo, es más o menos la misma que la superficie de una mesa de ping-pong?
¿Por qué tantos humanos son alérgicos a nosotros? (las alergias a los gatos son hasta dos veces más comunes que las alergias a los perros). No hay gatos que tengan alergias a los seres humanos, ¿o sí?
Y los seres humanos son rapidísimos para atribuir la culpa a nuestro pelaje. Pero la causa real de que estornudes y tosas es una proteína extremadamente adhesiva que se encuentra en la piel gatuna llamada “Fel d 1”.
Y lo sentimos por ustedes, las personas que han sufrido las molestias y tenido que desembolsar dinero en uno de los llamados gatos “hipoalergénicos”, pero no existe semejante raza.
Algunas razas de gatos producen menos Fel d 1 que otras, pero todos los gatos producen esta proteína.
A la mayoría de los gatos nos encanta la sensación de tener un cable de plástico entre los dientes, así que lo mejor para ustedes los humanos es ser más inteligentes con sus cables eléctricos.
Guarden en lugar seguro los que no estén utilizando, y protejan los demás con tubo espiral de plástico (lo venden en algunas tiendas para mascotas).
También puedes rociar repelente de manzana amarga (odiamos este sabor) en los cables, pero usa este producto con moderación porque el consumo excesivo de los aceites esenciales que contiene nos puede enfermar.
Si tu gato insiste en mordisquear los cables aun después de aplicar el repelente, llévalo al veterinario para que le revise la dentadura: podría tratarse de alguna afección seria.
“Si un gato negro se cruza en tu camino, tendrás mala suerte”. “No dejes un gato cerca de un bebé dormido, o le chupará el aliento”. “Los gatos son los compañeros preferidos de las brujas y los villanos”.
Nos ha llevado siglos superar esa publicidad negativa (y completamente falsa). Deja de propagar esas mentiras. En vez de eso, los humanos deberían persistir en lo que saben hacer mejor: hablar mal unos de otros.
Mientras que a las personas a las que les gustan los perros se les percibe como extrovertidas, de buen carácter y activas, a las que prefieren a los gatos se les tilda de obsesivas, cerradas y antisociales. Esto hiere nuestros sentimientos, y a ellas las ofende.
Como nuestro pelo es tan suave y lucimos bien, ustedes los humanos siempre quieren tenernos entre sus brazos. Nosotros les decimos: acérquense con cuidado.
Algunos gatos no tienen problemas para dejarse abrazar, pero a la mayoría no nos agrada que nos confinen físicamente de ninguna manera. Haz la prueba, pero tan pronto como me oponga o proteste, ponme de nuevo en el suelo, despacio.
Jamás me levantes mientras esté durmiendo o comiendo. Cuando los humanos nos besan, los gatos nos sentimos muy desconcertados por ese comportamiento.
Nos gustaría que mostraras tu afecto en el lenguaje gatuno del amor: con un leve choque de cabezas, un frotamiento suave de la cara o un masaje en las piernas.
Cuando maullamos justo antes del amanecer —un momento en el que tal vez estés tratando de dormir un poco más antes de que suene el despertador—, sólo estamos manifestando nuestro instinto.
Y, al igual que el ritmo circadiano humano, el nuestro cambia con las estaciones. Cuando los días se hacen más largos, los pájaros y las ardillas se levantan más temprano, así que nosotros también lo hacemos. Podrías darnos comida para que dejemos de maullar, pero eso sólo reforzaría nuestro comportamiento.
Si realmente quieres detener nuestros maullidos matutinos, instala cortinas o persianas oscuras para que el sol no nos despierte.
Luego, fija un horario de alimentación estricto para nosotros: una comida por la mañana (pero no justo después de que te levantes, porque entonces asociaremos el momento en que sales de la cama con nuestro desayuno) y otra poco antes de que te acuestes (a fin de retrasar nuestra hambre).
Por último, sé paciente: estás luchando contra miles de años de arraigado comportamiento felino, y lo más probable es que no puedas vencerlo.
Observa el momento y el lugar donde exhibimos ese comportamiento a fin de entender su razón de ser, ya que con frecuencia es una estrategia para decirte: “Oye, ¡mírame!”
¿Lo hacemos cuando estás hablando por teléfono? ¿Tecleando en la computadora? ¿Mientras te pones los zapatos antes de salir de casa?
Recuerda: ustedes los humanos conviven con muchos de los de su especie todos los días, y la mayoría de los gatos tenemos un público mucho más reducido (las personas que viven con nosotros), así que sé generoso y aprécianos.
Los gatos de ciertas razas, como los siameses, maúllan más que los de otras razas, pero si el tuyo maúlla más de lo acostumbrado, podría estar enfermo, así que debes llevarlo al veterinario. La razón de nuestro recital de maullidos podría ser otra más sencilla: la necesidad de recibir atención.
Los humanos han llegado a la conclusión de que todos los gatos somos criaturas solitarias e indiferentes. ¡No es cierto! Es verdad que necesitamos pasar ratos tranquilos y a solas, pero nos gusta la compañía, especialmente cuando has estado fuera de casa todo el día.
Si tenemos una infección urinaria, es posible que no podamos llegar a tiempo a nuestro baño gatuno. Para saber si se trata de éste o de cualquier otro problema fisiológico, llévanos al veterinario para que nos examine.
Si la causa no es una infección urinaria, quizá lo sea la caja. A los gatos nos gusta que la arena esté como la cabellera de Kate Middleton: abundante y limpia.
Por favor, cambia la arena todos los días, y de ser posible, danos una caja abierta; la preferimos a una cerrada.
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