El perro es el primer animal de compañía que fue domesticado por los humanos, y han estado presentes en la vida diaria de muchas civilizaciones desde hace aproximadamente 15 mil años. Al convivir por tanto tiempo con las comunidades humanas, los perros pasaron de ser guardianes y ayudantes en la cacería a formar parte de las familias.
En México, los perros son los animales de compañía preferidos por las personas. De acuerdo con el Consejo Nacional de Población (CONAPO), el 80% de las familias que cuentan con un animal de compañía en casa, tienen perros con ellos. Debido a su docilidad y facilidad de relacionarse con las personas, y especialmente con los niños, son considerados compañeros excelentes para su convivencia en familia.
Adoptare, asociación sin fines de lucro que promueve la cultura de la adopción de animales de compañía, enlista 7 beneficios que surgen de la interacción entre niños y perros.
Ayudar en los cuidados y atención de necesidades de los perros implica para los niños el comenzar a desarrollar su sentido de la responsabilidad. Dependiendo de su edad, pueden hacerse cargo de tareas sencillas como cambiar su agua todos los días, darles de comer o cepillarlos, y si son más grandes, pueden encargarse de llevarlos de paseo o bañarlos.
Los niños pueden aprender todo esto a medida que van creciendo junto a su perro, ayudándolos a entender el valor de la responsabilidad hacia otros seres vivos.
Al hacerse cargo de las necesidades de otro ser vivo, los niños comienzan a sentirse útiles y pueden ver que sus acciones ayudan al cuidado de alguien más, dándoles una motivación para continuar con su trabajo y mejorando su autoestima. Además, cuando el perro corresponde con su cariño a los cuidados que recibe, esta acción le brinda una sensación de bienestar a su pequeño compañero de juegos.
Jugar y sacar de paseo a un perro, les exige a los niños un gasto importante de energía al realizar una actividad física intensa. Esto los lleva a ser más activos e inclinarse por realizar diferentes actividades deportivas o artísticas, como el baile, en lugar de acostumbrarlos al sedentarismo.
Al ser más activos, los niños pueden alcanzar su máximo desarrollo físico, con un impacto positivo en su salud en general.
La Sociedad Americana de Microbiología ha encontrado que la convivencia con animales domésticos, particularmente con perros, puede ayudar a mejorar la salud respiratoria de los niños desde temprana edad.
En un experimento, hallaron que el polvo asociado a casas con perros contenía una variedad de microbios que, al entrar en contacto con el tracto respiratorio de los niños, puede colonizar el tracto gastrointestinal, modulando una respuesta inmune que los puede ayudar a prevenir el desarrollo de alergias comunes y reducir la posibilidad de contraer asma en el futuro.
Mientras pasean con los perros por la calle, los niños se encuentran en un entorno al aire libre, donde pueden sentirse más abiertos a jugar, además de perder el miedo a otros perros al ver cómo es su interacción con otros paseantes de perros. Adicionalmente, como un perro no los va a presionar para actuar de una u otra manera, los niños desarrollan su confianza en sí mismos y convivir diariamente con él, volviéndolos más abiertos a iniciar nuevas interacciones con otras personas.
Cuando los niños no tienen hermanos o compañeros cercanos con los cuales jugar, la compañía de un perro es ideal para evitar que se sientan solos. Los niños aprenden a confiar en su perro rápidamente, y ven en él a una figura protectora que además los acompaña y juega con ellos cuando no hay nadie más en casa, por lo que no llegan a sentirse solos mientras tengan a su compañero cerca.
Enseñar a un niño que un perro no es un juguete, sino que es un ser vivo al igual que él, es el primer paso para que los pequeños comiencen a entender el valor de la vida y que respeten a los seres vivos en general. Al desarrollar la sensibilidad hacia otros animales y el mundo que los rodea, los niños pueden comprender mejor la importancia de ayudar a otros y preocuparse por lo que ocurre en su entorno.
El crecimiento y desarrollo de un niño se ven beneficiados de manera integral al establecer una relación con un perro. La fidelidad y cariño que los caninos expresan de manera natural hacia sus cuidadores, los convierten en compañeros ideales para acompañar a un infante en su crecimiento físico y como persona.
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