El tratamiento correcto y rápido de las lesiones ayuda mucho en la recuperación, pero seguimos viendo pacientes que manejan mal las emergencias comunes.
El tratamiento correcto y rápido de las lesiones ayuda mucho en la recuperación, pero seguimos viendo pacientes que manejan mal las emergencias comunes, debido en parte a falsas creencias arraigadas y en parte a que no conocen bien las técnicas de primeros auxilios.
Les pedimos a algunos colegas nuestros que son expertos en la materia que desmintieran aquí las creencias erróneas más comunes.
Olvídate de la mantequilla y el hielo: la mejor forma de aliviar la piel quemada es mojarla en agua fría. Pero no basta con hacerlo unos cuantos segundos; hay que mojarla al menos entre 10 y 20 minutos, dice el doctor Jeffrey Pellegrino, de la Cruz Roja Estadounidense.
“El calor de una quemadura llega al tejido subcutáneo”, explica, “y causa daño aunque la superficie de la piel ya se haya enfriado. Para evitar un mayor daño, es preciso que el agua fría penetre todas las capas de piel”.
Esto puede hacer que la sangre fluya hacia el fondo de la garganta, lo que puede provocar náuseas, tos y, lo más peligroso, obstruir la respiración.
Es mejor aplicar presión directa apretándote la nariz con dos dedos, pero mantén la cabeza en una posición equilibrada con la barbilla paralela al suelo. Siéntate y relájate.
“Siempre hay que aplicar frío al principio”, señala el osteópata William Gluckman, vocero de la Asociación de Atención de Urgencias de Estados Unidos. El hielo ayuda a disminuir la hinchazón, mientras que el calor aumenta el flujo de sangre, lo que puede empeorar la hinchazón. Aplicar calor sí ayuda en problemas como dolores de espalda.
Hacer esto puede agravar la lesión e incluso causar un daño permanente. Es mejor proteger el ojo; cúbrelo con un vaso de papel, fija éste con cinta adhesiva y busca ayuda médica de inmediato. La única excepción es si se trata de un producto químico; en ese caso, enjuágate con agua limpia durante unos 15 minutos.
Si la gasa está empapada, no hay que cambiarla; basta con poner encima de ella un trozo nuevo de gasa, dice Chris Cebollero, jefe del Servicio de Urgencias del Hospital Cristiano de Saint Louis, Missouri. Los factores de coagulación de la sangre se concentran en la herida para detener la hemorragia; quitar la gasa mojada puede hacer que la herida sangre de nuevo.
Si eso sucede, aplica presión hasta que cese el sangrado; enjuaga luego la herida (para evitar que se infecte), aplica un ungüento antibiótico (si no eres alérgico a él) y envuélvela otra vez con una venda.
Si tu auto quedó muy dañado, acude a un hospital para que te revisen, aunque te sientas bien. “Tu reacción de lucha o huida, activada por la adrenalina, puede inhibir el dolor al principio”, dice Cebollero, “pero al cabo de 10 minutos o dos horas quizá empieces a tener dolor”.
Ni los socorristas de ambulancia ni los testigos del choque pueden saber con certeza si estás sufriendo una hemorragia cerebral o si te fracturaste un hueso.
Supongamos que te picó una abeja en el jardín de tu casa y presentas una reacción alérgica grave. Pide a alguien que llame al número de emergencias, y luego entra a la casa. ¿Estás en un restaurante y tienes un bocado atorado en la garganta? No corras al baño.
“Las personas mueren de asfixia en los baños porque no quieren molestar a otros comensales. Se desmayan allí y nadie sabe por qué”, dice el doctor Pellegrino. Quédate donde la gente pueda ayudarte.
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