Recordar citas, dónde dejaron las llaves del auto, ítems en una lista de tareas, plazos de entrega de trabajos e incluso información básica.
Podemos tener serias dificultades cuando la memoria nos falla, en especial, si se trata de “recordar” acontecimientos futuros. A una mujer que se olvidó de enviar el pago del seguro médico la dieron de baja del plan.
Ese traspié le costó muchísimo dinero de cuentas médicas sin cobertura. Por suerte, la mayoría de los lapsus de memoria son más benignos.
Llaves, anteojos, teléfono celular, auto en una playa de estacionamiento; si no ha “perdido” uno de estos artículos el mes pasado, entonces, te está yendo de maravilla. Perder objetos es normal a cualquier edad, en especial si estás bajo estrés.
Uno pierde el rastro de las cosas porque el cerebro es increíblemente eficiente. Cuando uno realiza tareas de rutina, el cuerpo pasa a piloto automático. Supongamos que todos los días llegas a tu casa y dejas las llaves en el mismo sitio.
Pero si algo te interrumpe —el teléfono está sonando cuando abres la puerta—, el cerebro pone su atención en esa nueva tarea. El piloto automático se desconecta, dejas las llaves en algún lado distinto del usual y más tarde tienes que buscarlas.
La capacidad de activar recuerdos de acontecimientos pasados disminuye con la edad. El reconocimiento sigue siendo intenso, pero el recuerdo se debilita. Esta es una distinción sutil, pero importante.
Recordar es la capacidad de activar un recuerdo por el solo hecho de pensar en él. El reconocimiento es la capacidad de recordar cuando nos dan una pista.
El más fastidioso de los problemas de memoria involucra a la memoria prospectiva: recordar algo que no ha ocurrido, como una cita o un aniversario.
Cuando este tipo de memoria falla, podemos olvidarnos de tomar la medicación, de comprar leche o de devolver un libro a tiempo.
El doctor Mark McDaniel, de la Universidad de Washington en Saint Louis, que es un destacado experto en memoria prospectiva, la llama “acordarse de recordar”.
En lo que respecta al cerebro, estos recuerdos son mucho más difíciles de activar que otros. Eso se debe al espacio de tiempo que transcurre entre tener la intención de hacer algo y hacerlo en verdad.
Aunque todo el mundo tiene fallas en la memoria prospectiva, se ha demostrado que estos tipos de olvidos tienden a ser más comunes a medida que envejecemos.
Pero la edad no es el único factor determinante. Se ha comprobado que el estrés, la falta de sueño y los efectos secundarios de algunos medicamentos influyen en el factor olvido.
Nadie tiene una memoria perfecta. Y la suya tampoco tiene que serlo. Es bastante fácil no volver a perder las llaves del auto ni olvidarse de otra cita si se recurre a algunas estrategias de sentido común. Ahorra tu energía mental para otras cosas.
Establece rutinas. Tal vez, este plan no seduzca al bohemio espontáneo que hay en ti, pero es más fácil encontrar las cosas si siempre las pones en el mismo lugar.
Pega un gancho magnético sobre el congelador para colgar las llaves y designa un cajón o una carpeta para las facturas sin pagar, por ejemplo.
Como último recurso, coloca una caja en los ambientes que más usas y destínala como espacio de guardado multipropósito para aquellas cosas que sueles perder.
Dilo en voz alta. Si debes poner un objeto en un lugar inusual, menciona lo que estás haciendo en voz alta: “Estoy poniendo mis anteojos de sol sobre la mesa que está al lado de la puerta”. Todos los canales sensoriales crean tus propios vínculos neurales con la información. Al dejar que tus oídos registren la información, aumentan las posibilidades de recordarlo más tarde.
Aprovecha las notas adhesivas. Esas notas pegajosas han salvado carreras y evitaron luchas sin cuartel en muchas familias.
Consigue y coloca un bloc de notas en cada habitación y pegas un recordatorio donde sea probable que lo veas. ¿Temes olvidar un libro camino al trabajo? Pega la nota en la ventanilla del auto o adentro de la puerta de entrada. ¿Estás preocupado porque te olvidarás llamar a un amigo?
Pega una nota sobre el teléfono y otra en un sitio en el que quizá repares durante el día, puede ser encima de la mesa del televisor o el teclado de la computadora.
Deja que la tecnología recuerde por ti. Los teléfonos celulares y otros asistentes personales digitales tienen calendarios que puede programar para que les recuerden lo que tienen que hacer.
Algunos programas de computadora incluyen una función que te permiten crear una nota en la computadora y enviarla al celular. Cuando aprendas a usar estos sistemas, te preguntarás cómo lograste arreglártelas sin ellos. Y sí, puedes aprender a usarlos.
Los investigadores le han enseñado a personas con significativos problemas de memoria (daños cerebrales y Alzheimer de leve a moderado) a usar estos aparatos.
Solo asegúrate de tener una copia de respaldo, como un calendario de pared, una agenda o un disco duro externo.
Usa listas de verificación. La gente hace listas por una razón: funcionan. Marca cada tarea por hacer una vez que la hayas realizado.
¿La ventaja? Si tu lista tiene varios puntos, es probable que te remita a ella una y otra vez, lo que refuerza cada vez tu recuerdo de las tareas que figuran allí.
Coloca un recordatorio visual. Si necesitas acordarte de llevar el paraguas, cuélgalo en la manija de la puerta. Algunas personas han tenido éxito con recordatorios tradicionales, como un pedazo de hilo atado alrededor de un dedo o cambiar un anillo de una mano a la otra. La visión de esos objetos puede traerte a la memoria que tienes que recordar algo, y eso puede ser suficiente.
Los recordatorios visuales pueden ayudarte a cumplir tus objetivos. Por ejemplo, si decides comenzar una dieta sana, pon la avena sobre la mesa la noche anterior.
Usa indicadores imaginarios. A veces, colocar indicadores visuales es imposible. Si vas a un museo y tienes que dejar el paraguas, ¿cómo puedes acordarte de llevártelo una vez que te retiras? Usando la imaginación.
Cuando te des cuenta por primera vez de que necesitarás usar la memoria prospectiva, busca puntos de referencia físicos para estimular tu memoria.
Las puertas son un buen ejemplo, pero puede ser una estatua u otro artefacto permanente. Luego, imagina el artículo junto con el punto de referencia. En el ejemplo del museo, puedes imaginar un paraguas abierto que bloquea la puerta de entrada.
En algunos estudios, estos indicadores imaginarios resultaron ser tan efectivos como los indicadores externos. Es esencial mencionar que los indicadores imaginarios funcionan mejor cuando te encuentras en un lugar o una situación desconocida y, por lo tanto, es menos probable que estés en piloto automático.
Hazlo ahora, no más tarde. Aunque esto no funcione en todas las situaciones, la mejor forma de acordarte de hacer algo es hacerlo mientras estás pensando en ello.
En lugar de acordarte de realizar una llamada, hazlo de inmediato. A menudo, dejar las cosas para más tarde es lo que nos hace olvidar.
Tomado del libro: “Cómo entrenar su mente”, Selecciones Reader’s Digest
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