Si bien solemos asociar el frío del invierno con los resfriados, las bajas temperaturas también tienen poderosas ventajas biológicas.
El frío puede ayudarte a pensar con mayor claridad. Según diversos estudios, la gente tiene un mejor desempeño en tareas cognitivas (la toma de decisiones, por ejemplo) cuando desciende la temperatura.
Otras investigaciones han hallado que las personas están menos dispuestas a resolver problemas complejos en verano que en invierno. El cerebro funciona a base de glucosa; sin embargo, cuando el calor acecha, el cuerpo utiliza parte de dicho combustible con el propósito de refrescarse, lo que deja menos recursos para tareas lógicas y de memoria.
En climas gélidos, nuestro cuerpo debe hacer un mayor esfuerzo por conservar su temperatura a 37 grados Celsius. “El organismo invierte una gran cantidad de energía en preservar su calor y humedecer el aire que respiramos al estar bajo tales condiciones”, explica Stacy Tucker, enfermera y cofundadora de Almeda Labs en Kansas City, Missouri.
Así que ponte las botas. Durante un experimento reciente, los 53 participantes quemaron 34 por ciento más calorías cuando dieron una caminata entre –10 y –5 grados Celsius que cuando realizaron la misma actividad a 10 grados.
Sabemos que acumular grasa normal (también llamada “blanca”) en exceso puede ser nocivo para la salud. No obstante, los adultos también contamos con pequeñas cantidades de grasa “parda”, que tiende a acelerar el metabolismo y estimular el consumo calórico. Pues bien, el frío activa este compuesto.
Durante un estudio, los participantes recurrieron al sencillo truco de meter un pie en agua helada a fin de disminuir su temperatura corporal. ¿El resultado? Adipocitos pardos 15 veces más activos.
Si en primavera y verano estornudas de más, quizá el invierno se convierta en tu nueva estación favorita. El polen prácticamente desaparece en esta temporada. Sin embargo, las alergias en espacios cerrados suelen empeorar en esta época, señala Tucker.
Para mantener el moho y los ácaros a raya, utiliza un deshumidificador. Prográmalo de modo que su nivel en interiores no rebase el 50 por ciento.
La temperatura corporal decae al intentar quedarnos dormidos. El proceso, que puede tomar hasta dos horas en verano, se acelera en el invierno, señala Tucker. Además, dado que amanece más tarde, el reposo se prolonga de manera natural.
Es verdad que uno se resfría más en invierno. No obstante, se ha comprobado que las bajas temperaturas tienden a “despertar” al sistema inmunitario, lo que contribuye a elevar nuestra capacidad de combatir infecciones, comenta Tucker.
Por otro lado, el aire frío y seco es el ambiente ideal para la propagación del virus de la influenza, así que pasar tiempo en interiores eleva el riesgo de contagio.
Evita contratiempos: vacúnate una vez al año contra este patógeno, lávate las manos con frecuencia y sal a la calle.
Si te ejercitas en época de frío, tu corazón trabajará más arduamente para bombear la sangre y conservar el calor corporal. Y eso es bueno.
“La actividad física invernal fortalece el músculo cardiaco”, asegura Tucker. Una vez que hayas hecho el calentamiento, rendirás más que en época de calor. Atención: si presentas factores de riesgo de cardiopatías y deseas ejercitarte en exteriores durante la estación, toma precauciones. El esfuerzo adicional podría causar complicaciones.
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