El cáncer de ovario cobra la vida de 7 mexicanas diariamente y presenta un gran índice de mortalidad, aun cuando es menos frecuente que el cáncer de mama o de cérvix.
Se presenta con mayor frecuencia en mujeres de entre 45 y 60 años, particularmente en aquellas que cursan la etapa de la menopausia. La ausencia de síntomas específicos dificulta su diagnóstico temprano, pues puede llegar a confundirse con otras afecciones, como colitis.
Algunas pacientes reportan
Estos síntomas surgen a partir de que el cáncer de ovario, que puede presentarse en uno o ambos ovarios, se disemina de manera muy temprana en la superficie del peritoneo (membrana que cubre la superficie interior del abdomen).
Otras señales son dolor pélvico, de leve a moderado, hacia los lados de la pelvis y tenesmo rectal (sensación de tener que evacuar), que surgen a partir de que la tumoración ovárica comprime al recto.
Estas molestias suelen atenderse con analgésicos o espasmódicos. Las mujeres acuden con médicos generales, gastroenterólogos, internistas, ginecólogos que, la mayoría de las veces, tienen una sospecha diagnóstica muy baja o nula hacia la posibilidad de que se trate de cáncer de ovario.
“Contrario a lo que se piensa, el cáncer de ovario no se detecta a través de un estudio de papanicolaou. Si una mujer presenta síntomas digestivos o pélvicos 12 veces o más en un mes, debe realizarse un ultrasonido transvaginal; sobre todo si pertenece al grupo de edad más vulnerable: de los 45 a 60 años. Así se pueden llegar a diagnosticar algunos casos de cáncer de ovario en etapa menos avanzada”, señala la Dra. Dolores Gallardo Rincón, Responsable del Programa de Cáncer de Ovario del Instituto Nacional de Cancerología (INCan).
El tiempo que puede transcurrir entre que una mujer presenta síntomas de una aparente colitis agravada y buscar atención médica, es de 6 a 12 meses; lapso en que la tumoración puede crecer y extenderse hacia la cavidad abdominal.
El cáncer de ovario puede presentarse en el 1.8% de la población femenina; actualmente, 11 mexicanas son diagnosticadas diariamente. El riesgo aumenta 5% cuando hay historia familiar de cáncer de mama o de ovario; si en la familia existen hasta 2 personas con estos tipos de cánceres, el riesgo se eleva de un 35 a 45%, y hasta en un 25% cuando los casos están asociados a la mutación de los genes BRCA1 y BRCA2.
La terapia de reemplazo hormonal (mayor a 2 años) aumenta 2.5 veces más la posibilidad de padecerlo. Cuando existe un patrón hereditario, el cáncer de ovario puede presentarse a partir de los 35 años, edad en que deben iniciarse pruebas de tamizaje: ultrasonido transvaginal cada 6 meses y marcador tumoral ca 125 en sangre.
Por lo regular, este tipo de cáncer se diagnostica en etapas avanzadas EC III y EC IV, pero es potencialmente curable si se detecta en etapa clínica I, cuando aún está confinado a la pelvis o se ha diseminado con poca carga tumoral hacia la cavidad abdominal, facilitando que en una cirugía inicial se pueda remover toda la enfermedad, asegurando la curación y/o un mejor control de la misma.
Tras la intervención quirúrgica, las pacientes requieren además un tratamiento complementario con quimioterapia y una terapia de tipo molecular de mantenimiento para evitar recaídas.
Sí, en especial en mujeres portadoras de las mutaciones de genes BRCA1 y 2 que tienen paridad satisfecha (que ya no desean más hijos), y que se les puede practicar una salpingooforecomia bilateral, extirpando el útero, ambos ovarios y las trompas de Falopio.
Fuente: AstraZeneca
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