¿Hierbas como remedios en lugar de medicamentos? ¡Claro que sí! Algunos médicos lo respaldan.
Hace un par de años, durante mi revisión médica anual, le comenté a la doctora que, a pesar de llevar una dieta saludable, me estreñía con frecuencia. “¿Puede recetarme algo?”.
En vez de prescribir las típicas pastillas, me recomendó tomar psyllium todos los días, un polvo hecho con la cáscara de la especie Plantago ovata. Se puede comprar sin receta en farmacias o tiendas naturistas.
Hay que disolverlo en un vaso de agua y beberlo. Tomé dos cucharaditas diarias, como me indicó la doctora, y funcionó.
Antes, a falta de medicamentos, nos curábamos con plantas. Después llegaron los antibióticos y otros fármacos, que han salvado millones de vidas y siguen haciéndolo. No obstante, hoy día existen más opciones; prueba de ello es el éxito comercial de los remedios herbarios.
Se estima que el mercado mundial de estos remedios alcanzará un valor de 107,000 millones de dólares a fines de año. Europa tiene la mayor participación en el mundo.
Ojo: no todos los remedios naturales son seguros, señala la doctora Sarah Jarvis, columnista médica de la BBC y médica general radicada en Londres, quien de vez en cuando recomienda estas alternativas. “Muchas plantas son las precursoras de medicamentos poderosos y eficaces”.
La seguridad es una de las razones por las que, en 2014, la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció un plan para integrar los remedios naturales a las soluciones médicas confiables antes de 2023. La OMS busca instruir al público en general y promover su uso seguro mediante la regulación de los productos, las técnicas y los especialistas.
Antes de tomar cualquier remedio natural, “es fundamental consultar al médico”, sugiere Jarvis. Los productos naturales pueden interactuar con algún otro fármaco que estés tomando; asimismo, las dosis adecuadas varían de persona a persona.
Con estos consejos en mente, te invitamos a descubrir siete remedios naturales avalados por los médicos que entrevisté. En cada apartado hemos incluido el padecimiento que mitigan.
Las semillas de esta planta, también conocida como ispágula, añaden volumen a las heces para que se desplacen con mayor facilidad.
La doctora Danielle Martin, médica de Toronto y vicepresidenta del Hospital Universitario de la Mujer, comenta: “como muchos gastroenterólogos, suelo recetar psyllium a mis pacientes, como uno de los remedios contra el estreñimiento”.
Al principio puede causar distensión abdominal y gases; además, es necesario hidratarse bien porque la fibra absorbe agua.
También es útil para adelgazar porque nos deja más satisfechos. Y puede fortalecer la salud cardiaca: según un análisis de ocho estudios, publicado en el año 2000 en la revista American Journal of Clinical Nutrition, el psyllium ayuda a reducir los niveles de colesterol.
La mitad de los 656 participantes, quienes tenían altas concentraciones de colesterol en la sangre, tomaron esta fibra. El resto recibió un placebo. Tras ocho semanas, los niveles de colesterol malo del grupo tratado con psyllium se redujeron en un siete por ciento, en promedio.
La doctora Jarvis tiene una regla empírica: “Sólo recomiendo tratamientos alternativos de eficacia comprobada, y jamás los considero si se trata de padecimientos potencialmente mortales”. Los bochornos de la menopausia cumplen este criterio. “La cimicifuga es una alternativa para las pacientes que no desean recurrir a tratamientos de reemplazo hormonal”, explica.
La raíz de la especie Actaea racemosa no le funciona a todos. Algunos estudios avalan su eficacia; otros no. Aunque los tratamientos de reemplazo hormonal ofrecen mayor alivio, “es posible calmar los bochornos con cimicifuga”, comenta Jarvis. Lo importante es usar productos autorizados.
Cuando se siguen las instrucciones del médico, los efectos secundarios son poco probables; no obstante, quienes presentan afecciones hepáticas deberían evitar el uso de este producto.
La doctora Jarvis sugiere otro remedio natural que, según diversos estudios, vale la pena probar en caso de bochornos: las isoflavonas del trébol rojo.
Catherine Mounier, de 70 años, crítica teatral radicada en Lyon, Francia, padeció insomnio durante años. “Como me despertaba varias veces en la noche, me sentía exhausta en el día”. Por ello, acudió a consulta con el doctor Patrick Lemoine, somnólogo y psiquiatra de Lyon.
Primero descartaron la apnea del sueño. Después, Lemoine le recomendó tomar complementos de melatonina en lugar de somníferos. “Funcionó: por primera vez en la vida dormí profundamente y sin interrupciones toda la noche”.
La melatonina es una hormona que sintetiza la glándula pineal. En general, el organismo la secreta cuando oscurece, lo cual produce somnolencia y relaja la atención; sus niveles se mantienen elevados durante la noche y descienden con la luz del amanecer.
Al parecer, quienes padecen insomnio la producen en menor cantidad. En esos casos, los complementos podrían ayudar a conciliar el sueño y dormir sin interrupción por más tiempo.
Este tipo de remedios están disponibles en cápsulas, comprimidos y aerosol sublingual, el cual se absorbe más rápido y acelera el efecto.
Pídele al médico que te indique la dosis adecuada; aunque parezca ilógico, a veces las dosis pequeñas (unos 0.3 gramos) son más eficaces.
“Sin duda lo recomiendo a las mujeres que experimentan náuseas durante el embarazo”, explica la doctora Danielle Martin. “Hay suficientes evidencias que confirman su utilidad”.
Esta raíz se ha utilizado desde la antigüedad como remedio tradicional para malestares gastrointestinales. De hecho, diversos estudios clínicos avalan la eficacia y seguridad del jengibre (Zingiber officinale) como uno de los remedios para el tratamiento de las náuseas y el vómito causados por el embarazo, quimioterapias o mareos.
Una revisión de varios estudios hechos a lo largo de 30 años para evaluar el efecto del jengibre sobre las náuseas, publicada en la revista Integrative Medicine Insights en 2016, concluyó que: “la información confiable con la que contamos muestra que el jengibre es un remedio eficaz y barato contra las náuseas y el vómito”.
La dosis diaria recomendada, según diversos estudios, es de 1,000 miligramos (una cucharadita de ralladura).
Sus compuestos activos son aceites volátiles y fenoles aromáticos, como los gingeroles y los shogaoles. Algunas personas rallan la raíz y la disuelven en agua caliente para preparar una infusión; otras adquieren cápsulas en las tiendas.
Pero cuidado: en exceso puede producir agruras o diarrea. Pídele al médico que te indique la dosis y la presentación más convenientes.
“Es una buena alternativa para los pacientes depresivos que no desean tomar medicamentos controlados”, explica Jarvis. “La hierba de San Juan puede ser útil.
Esta posee propiedades parecidas a las de la imipramina, un antidepresivo tricíclico sintético. Ambos son similares en cuanto a eficacia, posibles efectos secundarios e interacciones médicas.
Pero al igual que con cualquier otro antidepresivo, si no funciona hay que buscar alternativas hasta encontrar la ideal“.
Un estudio de ocho semanas hecho a 263 personas con depresión moderada en Alemania, publicado en la British Medical Journal en 1999, mostró que tomar 350 miligramos de extracto de hipérico (hierba de San Juan) tres veces al día alivia los síntomas depresivos con una eficacia comparable a la de la imipramina.
Consulta al médico antes de tomarla, ya que podría interactuar con otros fármacos de manera desfavorable; por ejemplo, combinarla con ciertos antidepresivos puede provocar reacciones adversas graves. Además, se sabe que reduce la eficacia de algunos anticoagulantes y antihistamínicos.
Los posibles efectos secundarios de estos remedios incluyen ansiedad, dolor de cabeza, calambres, sudoración, debilidad, sequedad de boca e irritación cutánea.
La melatonina no es el único remedio natural recomendado para tratar el insomnio; el magnesio también podría ser útil. Hace seis años, Cendrine Barruyer, escritora autónoma de 49 años de Versalles, Francia, solía despertar casi a diario a las 3 de la madrugada sin poder conciliar el sueño de nuevo.
En aquel entonces escribía un artículo sobre los complementos de magnesio, y había entrevistado a la doctora Kathy Bonan, radicada en París, quien le explicó que la insuficiencia de magnesio puede provocar insomnio.
“Mientras ella enumeraba las bondades de este mineral, mencionó síntomas similares a los míos. Le describí mi caso y me sugirió probar el magnesio. En menos de dos semanas volví a dormir como un bebé”.
Los complementos de magnesio parecen funcionar muy bien en personas mayores de 65 años. En 2012, un estudio iraní que contó con 46 participantes mostró que quienes tomaron 500 miligramos de magnesio diarios durmieron más y mejor que los que sólo consumieron placebos.
Estos resultados se publicaron en la revista Journal of Research in Medical Sciences, que es revisada por otros expertos en el tema.
Los efectos secundarios asociados al magnesio incluyen náuseas y diarrea. También se sabe que interactúa con ciertos antibióticos y medicamentos contra la osteoporosis. Pregunta al médico si el magnesio funcionaría en tu caso y qué dosis sería la adecuada.
“A veces receto aceite de pescado a pacientes con artritis reumatoide”, comenta Jarvis; sin embargo, no lo recomienda para aliviar los síntomas de la artrosis, pues la evidencia existente de su eficacia no es sólida.
La artritis reumatoide es un trastorno autoinmune que produce inflamación en las articulaciones. Según diversos estudios, los ácidos grasos omega 3 presentes en el pescado quizá reduzcan algunos síntomas de esta afección, como el dolor articular y la rigidez matutina.
Un estudio del Hospital y Escuela de Medicina Ninewells en Dundee, Escocia, publicado en 2008 por la revista Rheumatology, sugiere que consumir aceite de pescado podría reducir las dosis de analgésicos que ingieren los pacientes con artritis reumatoide, en especial los antiinflamatorios no esteroideos (AINE).
En este estudio, 97 pacientes fueron divididos en dos grupos. El primero tomaría 10 gramos de aceite de pescado al día; al segundo únicamente se le administraría un placebo. El uso de AINE se redujo 39 por ciento en el primer grupo; en el segundo, sólo 10 por ciento.
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