A nivel mundial, la mortalidad del cáncer del cuello uterino ha disminuido considerablemente durante los últimos años. Esto se debe en parte al monitoreo mediante la Prueba de Papanicolau, conocida por cualquier mujer que consulta al ginecólogo.
Esas son las buenas noticias. La mala noticia es que la cantidad de muertes causadas por cáncer del cuello uterino es más alta de lo que pensábamos.
De acuerdo con un nuevo estudio de Johns Hopkins, había fallas en el método empleado para calcularlas. “Los estudios previos no consideraban a quienes habían tenido una histerectomía”, dice Anne F. Rositch, autora del estudio y profesora asistente de epidemiología en la Escuela Bloomberg de Salud Pública en Johns Hopkins.
En lugar de ello, “se consideraba que las personas ‘en riesgo’ de tenerlo se limitaban a aquellas mujeres que todavía tenían cérvix”. Si bien esto no significa que estén muriendo más mujeres de las que se creía, sí significa que el riesgo es más grande de lo que se pensaba.
Aunque el nuevo estudio es alarmante, la gran ventaja es que conocemos la causa del cáncer del cuello uterino. En la década de los ochentas, los investigadores descubrieron que el Virus del Papiloma Humano (VPH) se encontraba en la raíz de este cáncer.
“La mayoría de los casos de cáncer del cuello uterino son provocados por una infección de VPH persistente y de alto riesgo”, dice Mahboobeh Safaeian, directora de Ciencias Clínicas en VPH en Diagnóstico Molecular Roche.
El VPH es un virus extremadamente común que se contagia mediante contacto íntimo, incluyendo pero no limitado a las relaciones sexuales. De acuerdo con el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés), los condones pueden ayudar a prevenir la infección pero no te protegerán por completo porque el VPH puede infectar áreas que no estén cubiertas por un condón.
“Aunque la mayoría de las mujeres que no estén vacunadas adquirirán una infección de VPH por vía sexual, el sistema inmunológico de la mayoría de ellas detendrá la infección y evitará que se presenten efectos adversos o cáncer”, dice Kimberly Levinson, oncóloga ginegológica en Johns Hopkins Medicine.
“Sin embargo, si el VPH persiste, puede causar cambios en las células cervicales que podrían llevar a displasia (células anormales) y posteriormente al cáncer.”
¿Así que la mayoría de las mujeres que no estén vacunadas contra el VPH padecerán cáncer? Aunque es un pensamiento atemorizante, existen muchos tipos de VPH, y la mayoría de ellos son infensivos.
“Existen alrededor de 150 tipos diferentes de VPH”, dice la doctora Safaeian. “De estos, 14 son considerados de alto riesgo debido a su relación con el cáncer, con VPH 16 y VPH 18 considerados como los genotipos más peligrosos.
Entre ambos, son responsables de aproximadamente el 70 por ciento de todos los cánceres del cuello uterino. Por fortuna, esta enfermedad es prevenible con monitoreo, tratamiento y vacunación adecuados“, dice la doctora Safaeian.
La vacuna contra el VPH ha provocado muchas controversias desde su aparición hace 10 años, pues a algunas personas les preocupan los efectos a largo plazo. Sin embargo, muchos estudios han demostrado que la vacuna es segura, y las críticas en su contra deben recibirse con escepticismo.
“Todos los días, le digo a mis pacientes que anhelo que llegue el día que se invente una pastilla que acabe con el cáncer” dice la doctora Levinson. “Esta vacuna es esa pastilla, solo que en forma de inyección. Podemos usar la vacuna para prevenir esta horrible enfermedad que mata a tantas jóvenes.”
Las nuevas guías de la CDC indican que deberían inocularse dos dosis a todos los niños de 11 a 12 años, y tres dosis a aquéllos de 15 a 26.
Idealmente, esto aplicaría tanto para hombres como para mujeres porque, aunque los primeros no pueden adquirir cáncer del cuello uterino, sí pueden contagiar el VPH a las mujeres.
La meta es vacunar a los niños antes de que se vuelvan sexualmente activos para evitar por completo la aparición de la infección. “La vacuna más nueva previene contra nueve tipos de virus de VPH, que representarían hasta el 90 por ciento de los casos de cáncer del cuello uterino “, dice la doctora Rositch.
“Para aquellas mujeres que por edad ya no pueden recibir la vacuna, la información reciente debería impulsarlas a vacunar a sus hijos”.
Como la vacuna contra la VPH está aprobada solo para personas menores de 26 años, la segunda defensa sigue siendo el buen Papanicolau. La parte más detestada de este examen ginecológico es la obtención de una muestra de la cérvix para detectar la presencia de células precancerosas. Por suerte, quizá ya no necesites realizarte este examen cada año.
“Las indicaciones han cambiado significativamente en los últimos años”, dice la doctora Levinson, destacando que ahora depende de tu edad y de los resultados de tus exámenes previos.
Las nuevas recomendaciones del Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos sugieren que no se realicen Papanicolaus en menores de 21 años; hacer un examen cada tres años para mujeres de 21 a 29; y uno cada cinco años para mujeres de 30 a 65 años, siempre que se hagan con la nueva prueba de VPH.
Las nuevas recomendaciones parten del hecho de que muchas células anormales desaparecen por sí solas, y que el tratamiento inmediato podría provocar otros problemas, como abortos espontáneos.
“Para las mujeres que presenten muestras fuera de lo normal, la realización de pruebas adicionales se basará específicamente en lo que detecte su médico”, dice la doctora Levinson, así que la mejor opción siempre será hablar con tu ginecólogo. Por suerte, el cáncer del cuello uterino derivado del VPH toma mucho tiempo en desarrollarse.
Este examen puede detectar las células anormales, pero una nueva prueba puede detectar al VPH en sí, convirtiéndose en un mejor indicador del riesgo de que una mujer desarrolle cáncer del cuello uterino.
Esta prueba de VPH “detecta simultáneamente los 12 tipos de VPH con mayor riesgo y provee resultados individuales para los tipos más peligrosos, VPH 16 y VPH 18“, dice la doctora Safaeian.
“Puede brindarle a los médicos el apoyo que necesiten para identificar con más precisión a aquellas mujeres que estén en mayor riesgo de desarrollarlo, y distinguir a aquellas que necesitan atención inmediata de aquellas que pueden ser monitoreadas a mediano plazo”.
La única desventaja es que la prueba se realiza del mismo modo que el Papanicolau. Esta prueba es la razón por la cual los Papanicolaus frecuentes ya no son tan necesarios.
“El monitoreo puede extenderse hasta a cada cinco años porque esta prueba para VPH es muy eficiente para identificar a mujeres que ya tienen esta infección”, dice la doctora Levinson.
“A estas mujeres se les pueden pedir exámenes adicionales para detectar si hay o no presencia de cáncer. Las mujeres que no están infectadas con VPH tienen un riesgo muy bajo de desarrollarlo posteriormente.”
Las mujeres de menos de 30 años no necesitan esta prueba porque el virus suele eliminarse por sí solo, y solo se convertirá en una preocupación si permanece por más de cierto tiempo.
Otro descubrimiento del estudio de Johns Hopkins fue que la cantidad de fallecimientos entre mujeres mayores es mayor de lo que se pensaba, probablemente porque un número mayor de ellas han tenido histerectomías y, por tanto, no fueron incluidas en el grupo de “en riesgo”.
Pero las mujeres mayores también pueden enfermarse de cáncer del cuello uterino. “Creo que esta información destaca que las mujeres mayores conservan el riesgo de adquirir y morir por cáncer del cuello uterino, así que es importante monitorearlas”, dice la doctora Rositch.
“A pesar de que el monitoreo no está recomendado para mujeres mayores de 65 años, sí es importante asegurarse de que hayan sido monitoreadas con negativos antes de indicarles que ya no necesitarán otro examen“.
Actualmente, se indica que hay que tener tres Papanicolaus negativos o dos pruebas de VPH negativas consecutivas durante los últimos 10 años, con los más recientes siendo en los últimos cinco años, antes de que los monitoreos puedan suspenderse.
Incluso, una histerectomía no bastaría para estar segura: todavía necesitarás monitoreo si no te extirparon toda la cérvix o si tienes un historial de alteraciones celulares en esta zona.
La mayoría de los esfuerzos para combatir el cáncer del cuello uterino se enfocan en el monitoreo porque es una enfermedad fácil de prevenir. Pero una vez que los síntomas aparecen, suele deberse a que ya es muy tarde.
“Los síntomas de cáncer del cuello uterino, como el sangrado, no suelen presentarse sino hasta que la enfermedad ya está muy avanzada”, dice la doctora Levinson. “Esta es la razón por la cual las vacunas y el monitoreo son tan fundamentales”.
La Sociedad Americana de Cáncer afirma que pronto tendremos buenas noticias relacionadas con el tratamiento del cáncer del cuello uterino, incluyendo inmunoterapia, terapia con medicamentos de diseño genético, hipertermia y mejores métodos para realizar biopsias. Pero con esta enfermedad, la prevención es lo más importante.
Tomado de Readers Digest 9 Things Doctors Wish You Knew About Cervical Cancer
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