7 pasos para tener comidas familiares saludables
Si tienes hijos, sabes lo difícil que puede ser asegurarse de que coman bien, sobre todo cuando están en la etapa de crecimiento.
Sin embargo, hay formas (y aquí te las mostramos) de que no caigan en una dieta de comida chatarra.
¿Tu agitado estilo de vida te ha orillado a comprar comida rápida o comida para llevar? Aquí tienes algunos consejos para que conduzcas a tu familia de regreso por el camino de la buena nutrición.
Acostumbrarse a la siguiente rutina quizá les tome un par de semanas, pero tus hijos te lo agradecerán por haberlos ayudado a desarrollar buenos hábitos alimenticios.
Vivir experiencias gastronómicas relajadas en el marco de una charla agradable (en la que no se critiquen los modales de los niños en la mesa o se les pida una y otra vez que coman) y unas ricas viandas favorece la buena digestión y mejora los hábitos alimenticios.
Involucra a los niños en las comidas de la familia haciendo que ayuden con tareas sencillas. Si sentarse a la mesa resulta ser algo placentero, los niños practicarán hábitos alimenticios saludables en el futuro.
La cantidad de comida que un niño necesita varía dependiendo de su estatura, constitución, sexo y grado de actividad. Si los dejáramos solos, la mayoría decidiría correctamente cuánta comida elegir.
El consumo diario de calorías varía según la edad:
No obligues a tus hijos a comer más de los que quieren o necesitan. La idea que antes se tenía de “limpiar el plato” puede conducir a comer excesivamente y a presentar problemas de peso en algunos casos, o a desarrollar una aversión de por vida a determinados alimentos.
Trata de servir porciones más pequeñas o permite que los niños se sirvan.
A casi todos los niños el apetito se les reduce debido a que, después del primer año, también disminuye el ritmo de crecimiento; más tarde variará a lo largo de su infancia.
Es perfectamente normal que un niño pequeño coma vorazmente un día y, al otro, muestre poco interés en la comida. Los niños pequeños pueden comer un solo alimento durante ciertos lapsos de tiempo.
Tales rituales alimentarios por lo general son de corta duración, aunque pueden ser molestos o preocupantes si se salen de control. Respeta las preferencias del niño sin ceder a todos sus caprichos; ofréceles una alternativa razonable.
Es posible que necesiten cinco o seis refrigerios al día. Programa esos refrigerios para que no interfieran con las comidas. Los intervalos de una hora y media suelen ser suficientes.
En México cada vez hay un número mayor de niños con obesidad (es decir, con 20 por ciento o más del peso deseable) o con sobrepeso y a edades más tempranas.
La Asociación Americana del Corazón hace un llamado a los padres de familia a limitar los alimentos ricos en grasas saturadas para niños mayores de 2 años y a animarlos a todos a consumir más frutas, vegetales y granos enteros, así como a realizar al menos 60 minutos de actividad física todos los días.
Asegúrate de que tus hijos estén cumpliendo con sus requerimientos diarios de consumo de calcio y hierro.
Los niños, y en especial los adolescentes, se inclinan por la grasa, el azúcar y la sal: papas fritas o a la francesa, hamburguesas, hot dogs, pizzas y barras de caramelo.
Una dieta constante de estos alimentos —ricos en sodio y calorías— es baja en vitaminas A y C, fibra y calcio. Haz que coman bocadillos saludables, y los otros ofrécelos como una recompensa ocasional.
Muchos padres batallan cuando se trata de hacer que sus hijos consuman verduras. Conquístalos recurriendo a su gusto por los colores brillantes y las texturas atractivas.
Elige zanahorias crujientes y otras hortalizas crudas, apetitosas y crocantes. Sustituye con vegetales cortados en trocitos (berenjenas, calabacitas, champiñones) la carne molida en la salsa del espagueti, o pica garbanzos y mézclalos con cereales y otras verduras para hacer “hamburguesas vegetarianas”.