Además de ser alimentos con alto valor nutricional, su proceso respeta al medio ambiente y se comercializan bajo un esquema de comercio justo que privilegia a los productores, así que se beneficia al campo local.
Infinidad de personas consideran que los productos orgánicos son una moda, pero la realidad es que este movimiento de agricultura orgánica surgió en la década de los 40 como respuesta a la industrialización de la producción agrícola. Al movimiento se le llamó ‘revolución verde’.
Actualmente la agricultura orgánica es una industria fuertemente regulada. Mateo Dornier, fundador de la marca mexicana de productos orgánicos Campo Vivo, afirma que este mercado está en ascenso y que cada vez son más los mexicanos que cuidan su alimentación y dan la bienvenida a este tipo de productos.
Por nuestra cultura, el consumo interno de productos orgánicos es bajo, sin embargo, poco a poco va ganando mercado una vez que la población se está concientizando acerca de los beneficios de su consumo.
Emma Labastida, gerente de marca de Campo Vivo, comparte algunas razones por las cuales consumir orgánico y 100 por ciento mexicano es la mejor opción:
La naturaleza por sí sola nos provee de los nutrientes necesarios que necesitamos. Los productos orgánicos son lo más cercano a la palabra saludable.
Los productos orgánicos durante su cultivo están exentos de pesticidas y fertilizantes artificiales. Tampoco contienen hormonas, antibióticos, colorantes ni saborizantes artificiales. De hecho, esta es una regla que obligatoriamente deben cubrir los productos para considerarse orgánicos. Para la siembre de estos productos solo se echa mano de abono, composta y lombricomposta.
En su mayoría los productores de este tipo de alimentos son pequeños distribuidores que forman parte de cooperativas. El cálculo del costo y del precio de los productos se da tras una negociación con los productores, con quienes se firma un contrato de largo plazo, así que no se les paga menos si hay sobreproducción o por problemas climáticos.
Por el simple hecho de no usar químicos para su cultivo, se procura el cuidado del medio ambiente, haciendo de la producción de cada alimento, un proceso natural de la tierra sin ninguna alteración sintética. Además, realizan rotación de cultivos.
“En una temporada se cultiva jitomate y en la siguiente pepino porque no necesitan los mismos nutrientes de la tierra, cada uno agarra lo que necesita y se van rotando los cultivos así que la tierra sigue fértil y solo necesita abono de vez en cuando”.
En México a diario se consumen más de 14 millones de litros de agua para nixtamalizar el maíz, proceso indispensable para obtener una masa maleable; pero en congruencia con su cuidado con el medio ambiente promueven procesos más amigables, como un proceso de nixtamalización patentado que reduce en un 90 por ciento el gasto de agua potable y permite la conservación de más nutrientes.
Lo natural siempre es mejor y sabe mejor, los procesos industriales alteran los sabores. Los productos orgánicos son seleccionados manualmente, lo que significa que se cosechan a grado óptimo de madurez.
Los productos frescos provienen de zonas cercanas, pues el objetivo es que la frescura sea óptima y la transportación lo más reducida posible para mitigar la contaminación.
Para que un producto sea denominado orgánico debe estar certificado. En México existe el ‘Sello Orgánicos SAGARPA México’, el cual es otorgado por la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación. Estos sellos generan confianza y credibilidad en el consumidor.
“Algunas marcas se dicen orgánicas, pero descuidan algún paso del proceso. Si un productor no dejó reposar su tierra cinco años después del último uso de pesticidas, ya no puede certificar sus productos, aunque cuide el resto de la cadena de producción”.
El control es tal que las autoridades revisan hasta los almacenes. Tal vez notes que las toronjas orgánicas son opacas e imperfectas, pero es porque no son pulidas con cera, pues no se permite el uso de ningún químico de síntesis.
No siembran, por ejemplo, fresas todo el año porque se respeta la tierra y los organismos que allí habitan, así que tampoco la revuelven para no alterar el ecosistema. “No revolvemos ni añadimos productos que maten o alteren el ecosistema que, al final de cuentas, es lo que hace que la tierra sea nutritiva”.
Las frutas y verduras orgánicas se cosechan en el grado óptimo de madurez. Eso significa que cada producto alcanza su punto adecuado, que además de darle sabor, significa que el productor no está explotando la tierra, no está realizando producción intensiva, sino un proceso respetuoso del medio ambiente.
Sellos. SAGARPA tiene su sello, pero también lo tienen organismos certificadores o sistemas participativos de garantía.
Empaquetado. Por el rigor del control, todos los productos orgánicos deben estar empaquetados.
Cuidar tu salud y tu alimentación es una responsabilidad que no debes dejar pasar por alto, y cada vez hay más opciones saludables que facilitan esta misión.
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