¿Por qué causas puede padecer cáncer una persona?
El cáncer generalmente se desarrolla porque hay una susceptibilidad o predisposición hereditaria a esa enfermedad, pero también puede desencadenarlo algún factor precipitante.
La causa fundamental de los tumores malignos no se conoce; sin embargo, se acepta en el medio científico que el cáncer generalmente se desarrolla porque hay una susceptibilidad o predisposición hereditaria a esa enfermedad, pero también puede desencadenarlo algún factor precipitante como un virus o la exposición prolongada al humo del tabaco.
Excepto en el caso de un raro tumor maligno del ojo llamado retinoblastoma, el cáncer en sí mismo no es hereditario; es decir, el que un familiar cercano lo haya padecido no significa que uno esté condenado inexorablemente a esa enfermedad.
Tampoco la exposición a un agente cancerígeno conduce necesariamente al cáncer (véase si no cuántos fumadores empedernidos nunca han desarrollado un tumor maligno) y si lo precipita, no puede decirse que sea la causa directa. Probablemente los carcinógenos favorezcan el proceso maligno sólo si son capaces de originar ciertos cambios químicos en el interior de la célula, y a veces ni aun así.
Hasta ahora los científicos han identificado unas dos docenas de sustancias químicas que pueden causar cáncer en los seres humanos bajo determinadas circunstancias. Esta lista, que aumenta a medida que avanzan las investigaciones, incluye compuestos que forman parte de los desechos industriales, de los gases que emiten los coches, de los plaguicidas, de los materiales de construcción y de los alimentos procesados.
También se asocian con el cáncer las radiaciones (solares, de los rayos X y de armas y plantas atómicas) y ciertos virus, aunque la mayoría de los investigadores no creen que estos últimos sean un factor importante para los seres humanos. En algunos procesos malignos, sobre todo de los pechos y de la próstata, las hormonas pueden ser uno de los agentes causales.
Hay tumores, como los de la boca y los labios, que a veces se desarrollan tras un largo periodo de irritación crónica producida por una dentadura postiza mal ajustada o por la boquilla caliente de una pipa.
Los tratamientos habituales son la cirugía, la radiación y la quimioterapia. Entre las nuevas técnicas quirúrgicas se encuentran el rayo láser, que se puede enfocar con precisión sin dañar las células sanas, y la criocirugía, que emplea el frío como bisturí sin producir hemorragias, lo que reduce el riesgo de que el cáncer se extienda a través del torrente sanguíneo.
Sería más fácil tratar y curar el cáncer si las células malignas no tendieran a desprenderse del tumor y propagarse a puntos distantes, donde forman metástasis que suelen quedar fuera del alcance del bisturí del cirujano.
Una de las paradojas de esta enfermedad es que las mismas radiaciones que pueden inducirla suelen servir también para curarla. Los técnicos administran las radiaciones con un aparato o implantando en el tumor agujas y cápsulas radiactivas.
La quimioterapia utiliza una combinación de medicamentos para destruir las células cancerosas. Una de las novedades en este campo es el empleo de antimetabolitos, sustancias similares a los nutrientes celulares pero que en realidad obstaculizan el metabolismo.
También se han hallado antibióticos que interfieren la síntesis de ADN; no se usan para curar infecciones, sino para impedir la reproducción de las células tumorales. Antes los investigadores tenían que estar probando medicamentos en busca de anticancerígenos, ahora emplean computadoras para predecir la eficacia de muchos fármacos en poco tiempo.
El último hallazgo son los anticuerpos monoclonales, defensas químicas humanas creadas para un tumor específico y que se inyectan al paciente. Estos métodos parecen promisorios, pero falta comprobar su eficacia.