Durante décadas, la cama tradicional ha sido el símbolo indiscutible del descanso. Sin embargo, una nueva tendencia global está desafiando esta idea y ganando cada vez más adeptos: dormir sin cama, directamente sobre el suelo, utilizando alternativas como futones, colchonetas ergonómicas o tatamis.
Inspirada en prácticas milenarias de países como Japón, esta forma de descanso ha comenzado a expandirse en ciudades de Europa, Estados Unidos y América Latina, impulsada por el auge del minimalismo, la búsqueda de bienestar físico y la necesidad de optimizar espacios.
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Especialistas en ergonomía señalan que dormir a ras del suelo puede favorecer una mejor alineación de la columna, reducir dolores lumbares y fomentar una postura más natural durante el sueño, siempre que se utilicen superficies adecuadas. A diferencia de los colchones tradicionales, estas alternativas suelen ser más firmes y permiten una distribución uniforme del peso corporal.
Un estilo de vida minimalista para cambiar la cama tradicional
Otro factor clave detrás de esta tendencia es el estilo de vida minimalista. En un contexto donde muchas personas buscan simplificar su entorno y reducir el consumo, prescindir de una cama voluminosa se convierte en una decisión práctica. Además, estas opciones permiten liberar espacio durante el día, ya que muchos futones pueden enrollarse o guardarse fácilmente.
El aspecto económico también juega un papel relevante. Frente al alto costo de colchones y bases de cama, las alternativas para dormir en el suelo suelen ser más accesibles, lo que resulta atractivo para jóvenes, estudiantes y personas que viven en departamentos pequeños.
No obstante, los expertos advierten que esta práctica no es recomendable para todos. Personas con problemas articulares, adultos mayores o quienes padecen ciertas condiciones médicas deben consultar a un especialista antes de adoptar este tipo de descanso. La clave está en una transición gradual y en elegir materiales de calidad que ofrezcan soporte adecuado.
Lejos de ser una moda pasajera, dormir sin cama parece consolidarse como una nueva forma de entender el descanso, alineada con estilos de vida más simples, conscientes y funcionales. Así, la cama tradicional comienza a ceder terreno frente a una alternativa que redefine la relación entre descanso, espacio y bienestar.
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