Siempre que sentimos estrés o cansancio tendemos a experimentar pensamientos negativos y tristes. Pero podemos remediar la situación y darle otro enfoque a las cosas.
Está bien documentado que nuestro cuerpo se tensa y nuestra perspectiva se estrecha. Desarrollamos sentimientos de desesperanza y pensamos que no podemos lidiar con las cosas, lo cual, finalmente, termina volviéndose realidad. Quienes siempre esperan lo peor suelen decir que solo están siendo realistas. Pero ¿por qué debe ser realista esperar siempre resultados negativos o esperar lo peor de los demás?
Al intentar ver las cosas desde otro punto de vista, a menudo es posible cambiar nuestra propia realidad. Esto se debe a que no son los eventos, sino la forma en que los interpretamos, la que afecta la forma en que funcionamos y nos sentimos. Y, como individuos, podemos determinar cómo vemos una situación o cómo vemos a otra persona.
Por ejemplo, las investigaciones médicas han demostrado que, si a los pacientes se les dice que pueden sufrir efectos secundarios perjudiciales durante su tratamiento, es más probable que los experimenten, a comparación de aquellos pacientes a los no se les advierte.
Es más, parece que si a alguien se le dice que tiene un mayor riesgo de desarrollar una enfermedad, es más probable que la desarrolle que quienes tienen el mismo riesgo, pero se les dice que tienen un riesgo bajo. Como parte de otro estudio, investigadores de la Universidad Harvard les explicaron a 44 mucamas de un hotel que su trabajo diario en realidad era un ejercicio bastante arduo. Un mes después, cuando las mujeres fueron examinadas, encontraron que su presión arterial había bajado, habían perdido peso y su proporción cintura-cadera había mejorado sin que hubieran hecho algo distinto.
El simple hecho de pensar que hacían ejercicio regularmente fue suficiente. Un grupo de control al que no se le dio la misma información no mostró los mismos resultados en su salud. Esto es una prueba más del poder de la mente. Pero, ¿qué tan seguido cuestionamos nuestros pensamientos y actitudes? Estos estudios demuestran que cuando modificamos nuestra forma de pensar, nuestra experiencia también cambia.
Si has notado que siempre te inclinas más hacia los pensamientos negativos que a los positivos, aquí te presentamos un ejercicio de disciplina mental simple pero eficaz para que te abras a una perspectiva más positiva.
Cada vez que te sorprendas con un pensamiento crítico o negativo, dale la vuelta y formula exactamente lo opuesto y repítelo en tu mente una y otra vez. Hazlo incluso si tu voz interna te dice que lo que estás pensando es ridículo o simplemente falso. Decir cosas positivas una y otra vez hace que se graben en tu inconsciente, desde donde influirán tu punto de vista y comportamiento. Si practicas esta técnica todos los días, crearás un pensamiento más equilibrado.
Cuando las cosas parezcan increíblemente difíciles o “malas”, busca algo “bueno” en la situación. Si puedes encontrar algún aspecto positivo en lo que sea que estés enfrentando, no es que estés negando la situación, sino que simplemente estás dando un poco de equilibrio a las circunstancias que pueden haberte abrumado. No se trata de autoengañarte sobre tus problemas o factores de estrés; más bien se trata de disciplinarte para buscar formas de pensar más positivamente, lo cual terminará empoderándote.
Buscar lo positivo en definitiva hará la vida más fácil y alegre, por lo que es crucial intentar ajustar tus pensamientos si es que se han vuelto negativos. La negatividad no le ayuda a nadie, pues roba la energía e incapacita. No conduce al éxito en las relaciones ni en cualquier otra actividad de la vida.
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El hemisferio izquierdo del cerebro es donde se encuentra la parte lógica y racional de nuestro pensamiento; controla las palabras, la comunicación verbal, la lógica, los detalles y el pensamiento analítico.
El hemisferio derecho se considera el lado creativo del cerebro; ve todo el panorama en lugar de los detalles y tiene que ver con la conciencia espacial. Éste se activa cuando escuchamos música o vemos imágenes y objetos estéticos, así como cuando dibujamos, esculpimos, pintamos o realizamos cualquier manualidad o actividad del tipo “hágalo usted mismo”.
Ya que gran parte de nuestras actividades cotidianas tienen que ver con negociar y comunicarnos, tendemos a sobreutilizar el hemisferio izquierdo, especialmente al estar bajo estrés. Si estás lidiando con un problema, intenta realizar una actividad en la que tengas que usar el hemisferio derecho, pues, al hacerlo, las soluciones suelen aparecer por sí solas. No descuides tu lado creativo.
Con este ejercicio aprenderás a reconocer que hay distintas formas de ver una situación y a entender cómo tener una perspectiva diferente puede proporcionarte un ánimo relajante o energizante.
Mientras que ambos puntos de vista son correctos, cada uno es una verdad parcial. Depende de qué ventanas elegimos. ¿Qué tan seguido nos pasa algo así en la vida real? ¿Qué tan seguido vemos solo la mitad del panorama? Esta representación imaginaria puede servirte para ajustar y equilibrar tu forma de pensar. Cuando las cosas se vuelvan difíciles, recuerda la imagen de la casa con las dos perspectivas y visualízate mirando por la ventana que más te ayudaría en ese momento. Siempre hay otra forma de ver las cosas. Cuando aceptamos esto, podemos encontrar más recursos que nos ayudan a enfrentar las situaciones.
Se ha observado que los niños ríen hasta 300 veces al día, mientras que los adultos ríen un promedio de cinco veces. Cuanto más riamos, mejor será nuestra perspectiva. Los problemas parecerán achicarse, lo cual nos dará mayor energía. A lo largo de los siglos se ha dicho que la risa es la mejor medicina; como dice la Biblia: “el corazón alegre constituye buen remedio” (Proverbios 17:22). La risa algunas veces se describe como un “ejercicio interno”, y las investigaciones han demostrado que puede ayudarte a:
La terapia del humor se remonta a la década de 1930, cuando empezaron a llevar payasos a los hospitales estadounidenses para animar a los niños que sufrían de polio. Más recientemente, el papel de la risa como auxiliar en los procesos de curación ha sido abordado en el libro Anatomía de una enfermedad, del periodista, autor y profesor Norman Cousins, quien creó su propio régimen de autocuración basado en la risa, tras haber sido diagnosticado con una enfermedad degenerativa.
El autor sufrió reacciones adversas a la mayoría de los medicamentos que le recetaron y decidió, junto con su médico, tomar cartas en el asunto. Cousins abandonó los fármacos y, además de tomar megadosis de vitamina C, pasaba sus días viendo películas de risa y leyendo libros de humor.
Decía que reír 10 minutos le quitaba el dolor por dos horas sin tener que tomar medicamentos. Con el tiempo los síntomas desaparecieron y terminó recuperando la mayor parte de la libertad de movimiento.
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