Afilado de las navajas de rasurar
Diariamente, hasta unos 25 000 pelos de barba crecen medio milímetro en el rostro del hombre adulto. La moderna navaja de rasurar, afilada a la perfección, se abre paso entre las erizadas barbas, cortándolas hasta lograr una rasurada al ras, suave y segura.
Desde hace miles de años, el hombre empezó a rasurarse con lajillas de pedernal; después con cuchillos de bronce y posteriormente con navajas de hierro. Las primeras navajas exclusivas para rasurar, las “de barbero”, se empezaron a utilizar en Sheffield, Inglaterra, en 1680. Pero las modernas navajas desechables sólo aparecieron en 1901, cuando se concedió la patente a King Camp Gillette, de Wisconsin, Estados Unidos, y al ingeniero William Nickerson.
Una navaja de rasurar se fabrica a partir de una bobina de lámina de acero de 0.1 mm de grosor, casi tan delgada como el pelo que está destinada a cortar.
El acero es una aleación que contiene cerca del 13% de cromo, lo que le da mayor dureza y resistencia a la corrosión. La dureza se incrementa aún más calentando el acero y sumergiéndolo después en un líquido frío.
El filo se logra tras un largo proceso. La tira de acero pasa por tres grupos de esmeriladoras, cada uno de los cuales afila con mayor finura que el anterior. Las esmeriladoras están dispuestas en diferentes ángulos, para producir lo que se llama una sección transversal en arco gótico (curvo), cuya configuración da más resistencia que la de lados rectos de una cuña. El filo de la navaja se expresa como el radio de la curva del borde cortante: alrededor de 0.5 mm.
Después del afilado, el filo se asienta con ruedas giratorias de cuero; sin embargo, a escala microscópica, aun así queda todavía áspero, propenso a engancharse en los pelos y causar molestia, por causa de la fricción. Para proteger el filo y reducir la fricción, se le dan a la navaja tres revestimientos sucesivos: de cromo, de cerámica y de Teflón; el cromo la protege de la corrosión, la cerámica reduce el desgaste y el Teflón proporciona lubricación. Cada uno de estos revestimientos tiene un grosor inferior a un cienmilésimo de milímetro.
La navaja se inserta en una maquinilla de mango muy asible y de cabeza ajustable, que se abre sin dificultad.
El retrato de Gillette apareció en el empaque hasta hace poco tiempo, y él se hizo rico y ganó fama mundial.
El diseño de las maquinillas se ha modificado muy poco con respecto al original, aunque ahora algunas son de plástico y totalmente desechables.
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