Entre niños: ¡Ahí está la respuesta!
Estaba llegando al final de mi último trimestre de embarazo, y mi hija Savda, de seis años, esperaba con ansias la llegada de su hermanito.
¡Ahí está la respuesta!
Estaba llegando al final de mi último trimestre de embarazo, y mi hija Savda, de seis años, esperaba con ansias la llegada de su hermanito. Todo el día daba lata, preguntando cuándo llegaría el bebé. En un afán por evadir sus preguntas, yo respondía:
—¡No lo sé!
Finalmente, a la niña se le ocurrió algo genial.
—¡Mami! —dijo—, ¿por qué no entras a Google y preguntas?
Sunenan Iqbal, Canadá
Mi nieto de cuatro años estaba encaramado en la cerca del jardín viendo cómo jugaban muy divertidos los niños de la casa de al lado.
—¡Quiero ir a jugar con ellos! —me dijo de pronto.
Tras explicarle que no podía ir a jugar a la casa de los vecinos sin una invitación, subió corriendo las escaleras. Cinco minutos después, bajó y se acercó a mí con una hoja de papel en la que había escrito su nombre.
—¡Listo, abuela! —anunció, lleno de emoción—. ¡Les voy a entregar mi invitación ahora mismo!
Christine Edney, Reino Unido
Tengo una sobrina llamada Dani que es muy ocurrente. Un día que estaba comiendo con su familia, notó que a su papá se le movía algo en el cuello. Muy intrigada, le preguntó a su mamá qué cosa era eso.
—Se llama manzana de Adán, y es algo que sólo tienen los hombres —le explicó ella.
Unos días después, nuevamente a la hora de comer, Dani exclamó:
—Papá, ¡otra vez se te está moviendo la piña!
Todos alrededor de la mesa rieron ante semejante confusión de frutas.
Brenda Aguilar, México
En cierta ocasión, cuando mis nietos Liam y Kayleigh tenían cinco años, los llevé a dar un paseo por el bosque. Ese día hacía mucho viento, y empecé a hablarles de cómo el viento sacude las ramas de los árboles y se puede usar para navegar y hacer girar los molinos de viento.
—¡Yo sé quién hace todo el viento del mundo, abuelo! —exclamó Liam.
Le pregunté quién creía que era, y el pequeño respondió:
—¡Es la madre superiora!
No supe bien cómo tomar su respuesta, pues el niño la dijo con toda seriedad, y me pregunté qué comentarios habría podido oír Liam acerca de las monjas. Pero el misterio se aclaró en seguida, cuando su hermana se echó a reír y dijo:
—¡No, Liam! Querrás decir la Madre Naturaleza. ¡Eso fue lo que nos dijo la maestra!
Derek Thomas, Reino Unido
Una mañana mi nieto Lukas, de tres años, me llamó desde el cuarto de baño de la casa. Cuando entré, lo vi subido sobre la báscula.
—Abuela —me dijo, con un gesto de curiosidad—, ¿podrías decirme cuánto cuesto?
Jean Morby, Canadá