Alcohol y embarazo, pésima combinación
Conoce la importancia de una maternidad responsable y libre de alcohol.
El embarazo es un momento de gran alegría y expectativas, pero también de responsabilidad y cuidado. En este contexto, una de las decisiones más importantes que una mujer embarazada debe tomar es la de abstenerse del consumo de alcohol.
A lo largo de las décadas, la comunidad médica ha reiterado los riesgos asociados con beber alcohol durante el embarazo, destacando los potenciales efectos adversos que puede tener en el desarrollo del feto.
A pesar de esta amplia conciencia, el consumo de alcohol durante el embarazo sigue siendo una preocupación en diversas partes del mundo. Explorar los motivos detrás de esta persistencia y comprender los riesgos involucrados es crucial para promover una maternidad saludable y garantizar el bienestar tanto de la madre como del futuro bebé.
La Fundación de Investigaciones Sociales, A.C. (FISAC) reflexiona sobre el consumo de alcohol durante el embarazo y las consecuencias para la salud materna e infantil, como los trastornos del espectro alcohólico fetal (TEAF), que abarcan una gama diversa de alteraciones que pueden surgir en individuos cuyas madres consumieron alcohol durante el embarazo.
Estas afectaciones varían en severidad y pueden manifestarse como problemas físicos, de comportamiento y de aprendizaje, los cuales suelen presentarse de forma combinada en quienes padecen algún TEAF.
Las investigaciones sugieren que no existe ninguna cantidad segura de consumo de alcohol en cualquier etapa del embarazo.
De hecho, los datos disponibles indican que alrededor del 9.8% de las mujeres consume alcohol durante el embarazo, lo que incrementa significativamente el riesgo de complicaciones graves como:
Además, según registros de la Organización Panamericana de la Salud, las consecuencias del consumo de alcohol durante el embarazo se manifiestan en los TEAF, que incluyen una variedad de discapacidades físicas, mentales y conductuales, y son una de las principales causas prevenibles de retraso en el desarrollo, con una estimación de que cada año nacen 119,000 niños con síndrome alcohólico fetal (SAF) en el mundo.
Estas estadísticas resaltan la necesidad de un diagnóstico preciso y una intervención temprana.
A pesar de su prevalencia, los TEAF son a menudo mal o subdiagnosticados, dificultando su intervención. Para realizar un diagnóstico correcto es crucial un equipo multidisciplinario y promover una adecuada capacitación de los profesionales de la salud.
La evaluación diagnóstica de los TEAF considera cinco características clave:
La doctora Laura Jiménez Aquino, psiquiatra perinatal, analiza los efectos del alcohol en el organismo, especialmente en el cerebro de la mujer embarazada.
En el marco del programa #ShotsConCiencia indicó que, de forma natural, durante el embarazo ocurren cambios neurobiológicos que preparan a la persona para la maternidad.
Sin embargo, el consumo de alcohol durante el embarazo puede alterar los cambios neurobiológicos, lo que puede tener consecuencias negativas para la madre y el bebé. Además, puede afectar negativamente la salud mental de la mujer, aumentando el riesgo de depresión, ansiedad y otros trastornos.
En cuanto a los efectos en el bebé, la Dra. Jiménez Aquino indicó que los bebés expuestos al alcohol durante la vida intrauterina pueden enfrentar riesgos significativos para su desarrollo futuro.
“Estudios han demostrado que la exposición al alcohol puede afectar el desarrollo del cerebro y aumentar el riesgo de trastornos relacionados con el consumo de sustancias en la vida adulta. Si bien no todos los bebés expuestos al alcohol durante la gestación desarrollarán problemas, esta exposición temprana puede influir en su capacidad para manejar el estrés y enfrentar los desafíos en el futuro”, dijo.
Es fundamental proporcionar apoyo y tratamiento libre de estigma a las mujeres embarazadas que pudieran consumir alcohol para reducir estos riesgos para el bebé, por lo que FISAC
insta a: