Picazón, estornudos, ojos adoloridos o irritados y flujo nasal son síntomas que una persona alérgica tiene de la fiebre del heno y otras alergias. Puedes tomar medicamentos antialérgicos, pero hazlo antes de que se presente un ataque de alergia, o bien prueba algún antihistamínico de los que se mencionan aquí.
También resguárdate del polen, de los ácaros del polvo y de la caspa de sus animales de compañía que trastornan tu sistema inmunológico.
Los síntomas que llega a tener una persona alérgica significan que el sistema inmunológico reacciona exageradamente a sustancias que son inofensivas como el polen, el polvo, la caspa de los animales y el moho.
El sistema inmunológico suele ignorar esos ‘agente sprovocadores’ y concentrarse en protegerlo de amenazas reales como virus y bacterias; pero cuando alguien es alérgico, su sistema inmunológico es incapaz de distinguir entre sustancias dañinas e inocuas.
Los ‘agentes provocadores’ pueden ingerirse (como el trigo y el cacahuate), absorberse (como sucede con las plantas o los metales base) o inhalarse (como el moho o el polen) o inocularse mediante una inyección (como la penicilina). La sensibilidad a los alergenos suele ser hereditaria.
Las ortigas contienen una sustancia que actúa como un antihistamínico natural. En las tiendas naturistas se venden cápsulas de las hojas liofilizadas. Toma 500 mg tres veces al día.
El ginkgo biloba ha adquirido renombre debido a sus propiedades para mejorar la memoria, pero también es eficaz si eres una persona alérgica. Este árbol contiene unas sustancias llamadas ginkgolides, que inhiben la actividad de ciertas sustancias alérgenas. Toma no más de 240 mg al día.
La quercitina: pigmento que da a las uvas su tono morado y al té verde este color, inhibe la liberación de histamina. Toma 500 mg dos veces al día. Alerta: No la tomes si estás recurriendo a la ortiga, pues esta contiene quercitina.
Los ácidos grasos omega-3 ayudan a contrarrestar las respuestas inflamatorias como las que puede tener una persona alérgica. Atún, salmón, sardinas y macarela son buenas fuentes de esas grasas. Si prefieres tomar perlas de aceite de pescado, recurre a los complementos que proporcionan al día 1000 mg de AEP/ADH (ácidos eicosapentanoico y docosahexanoico) combinados.
El aceite de semillas de linaza es otra estupenda fuente de ácidos grasos omega-3. Toma una cucharada de este aceite al día. Puedes añadirlo al aderezo de la ensalada, a un vaso de jugo, o bien mezclarlo con algo que suavice su sabor, pero nunca lo calientes.
Para bajar el ardor y la hinchazón de ojos, humedece una franela con agua fría y colócala sobre los ojos en varias ocasiones.
Los rociadores nasales salinos se han usado desde hace largo tiempo para despejar las fosas nasales y para mantenerlas húmedas. Sin embargo, estudios recientes probaron que algunos de esos aerosoles contienen un conservador que daña las células de los senos nasales, así que es más seguro si lo preparas.
Disuelve media cucharadita de sal en 250 ml. de agua tibia, llena con ella una jeringa de perilla, inclínate sobre el lavabo y vierte dentro de la nariz un chorro de esa solución.
Si eres una persona alérgica, refúgiate en un lugar cerrado antes de una tormenta, y permanece ahí hasta tres horas después de que haya cesado. A las tormentas las precede una gran humedad, esta hace que los granos de polen se hinchen, revienten y liberen su irritante fécula, causante de ataques de fiebre del heno.
Si vas a salir, usa lentes de sol con protectores laterales, de modo que el polen no entre por tus ojos.
Si no te preocupa cómo te ves, usa un cubrebocas si tienes que exponerte al polen. No son caros y sí muy eficaces.
En el exterior también pueden protegerte con un ‘atrapapolen’. Unta una pizca de vaselina (petrolato puro) dentro de las ventanas de la nariz. La capa pegajosa atrapará las esporas que flotan en el aire antes de que las inhales.
Mantén las ventanas cerradas cuando viajes en el auto. Si este está equipado con acondicionador de aire, elige la opción ‘reciclar’ de modo que el aire polinizado no penetre al interior. Algunos autos pueden equiparse con filtros de polen: acude a tu mecánico o proveedor para enterarte de los detalles.
Lávate el cabello antes de ir a acostarte: así no contaminarás tu almohada con polvo y polen.
Si la lengua, la cara, las manos o el cuello de una persona se hinchan con rapidez, si experimenta dificultad para respirar, y si no tarda en presentar urticaria o ronchas (rojas o blancas) llama enseguida a una ambulancia, pues se trata de un choque anafiláctico, que es una respuesta alérgica que puede resultar fatal, a la picadura de una abeja, a los cacahuates o a los mariscos, por ejemplo.
Generalmente, los síntomas de alergia solo resultan incómodos y exasperantes. Sin embargo, si los medicamentos de venta libre no resultan o han dejado de funcionarte, o si no puedes averiguar a qué eres alérgico, entonces lo recomendable es que acudas al médico.
Si tienes ese pasatiempo ¿por qué no crearse un entorno de polen amigable? Cultiva plantas a las que polinizan los insectos, como geranios, lirios y clemátides. Piensa en sustituir el césped con un atractivo empedrado decorado con macetas, pues podar el pasto genera nubes de polen y esporas que agudizarán los síntomas.
No cultives setos nuevos y tampoco cortes los que ya tienes. Aléjate de los montones de abono, pues producen esporas de moho. Busca en la librería o en el internet consejos prácticos para crear el tipo de jardín que no agrave tu fiebre del heno.
Extracto del libro ‘1001 remedios caseros. Tratamientos confiables para problemas de salud cotidianos’ editado por Selecciones Reader’s Digest.
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