El doctor Joel Rodríguez Saldaña, director del Centro Multidisciplinario de Diabetes de la Ciudad de México, explica que este padecimiento se registra incluso entre niños y adolescente que no han sido diagnosticas con diabetes.
En forma simple la resistencia a la insulina se caracteriza por una acción anormal de esta sustancia la cual no metaboliza correctamente los niveles de glucosa en la sangre. De tal forma que se requiere más, por lo que el páncreas sigue produciendo, pero no en la cantidad adecuada, la cual permanece en el torrente sanguíneo.
La presencia de altas cantidades de insulina en el cuerpo afecta el sistema circulatorio, los riñones, las venas coronarias y es factor para accidentes cerebro-vasculares.
Este problema de salud se complica si se considera que la Encuesta de Salud y Nutrición de “Medio Camino” 2016, indica que tres de cada 10 niños de entre cinco y 11 años presentan sobrepeso y obesidad, lo que representa 5.2 millones de menores.
El doctor Rodríguez Saldaña explica que el padecimiento se registra cuando los menores tienen que producir más insulina –de la normal– para mantener los niveles normales de glucosa.
Destaca que todos estos padecimientos que antes eran comunes en personas adultas, ahora se tienen en población infantil y juvenil: en la década de los 60 se identificaron casos en personas mayores y con sobrepesos. Para 1970 se extendió a pacientes adultos –menores de 50 años– que tenían alteración de lípidos, hipertensión y aumento de ácido úrico”.
En la actualidad, los menores con resistencia a la insulina presentan en una primera etapa alta presión arterial, bajan en las lipoproteínas buenas, y aumentan los triglicéridos. Con el paso de los años también se detecta un incremento de lipoproteínas dañinas –esas que tapan arterias– aumento de ácido úrico, mayor posibilidad de la formación de trombos en la sangre y enfermedad coronarias.
En el caso de los pacientes infantiles de sexo femenino la resistencia a la insulina provoca ovarios poliquísticos y pubertad precoz.
El doctor Joel Rodríguez Saldaña asegura que el entorno “altamente tóxico” en que vivimos pone en riesgo a los menores.
“Papa y mamá trabajan, no hay una correcta supervisión de alimentos, muchas horas frente a la televisión o la computadora, sumado a la ingesta de calorías baratas y apetecibles y una vida sedentaria y a la predisposición genética” son los principales riesgos.
Cabe destacar que a largo plazo la resistencia a la insulina produce invariablemente diabetes, tumores sólidos en próstata, colon y mama, hígado graso.
Aquí el tema ya no es la posibilidad de perder la vida, sino que los enfermos tendrán que pasar más años con problemas médicos que afectarán la calidad de su vida por más tiempo.
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