La risa, remedio infalible: Alienígenas visitan la Tierra
Unos alienígenas visitan la Tierra y resultan ser muy amigables. Los líderes del mundo se reúnen con ellos para participar en un foro...
Unos alienígenas visitan la Tierra y resultan ser muy amigables. Los líderes del mundo se reúnen con ellos para participar en un foro en el que podrán hacerse preguntas frente a las cámaras de televisión.
Durante el foro, el Papa charla con el líder de los extraterrestres:
—Me pregunto si ustedes han oído hablar de Jesucristo.
—¡Claro que sí! —exclama el líder alienígena—. Visita nuestro planeta más o menos cada dos años. ¡Es un amigo fantástico!
—¿Cada dos años? —replica el Papa, indignado—. ¡Nosotros todavía esperamos su segunda venida!
En un intento por calmar al pontífice, el extraterrestre comenta:
—Quizá sea porque no le gustaron mucho sus chocolates…
—¿Qué tienen que ver los chocolates con todo esto? —contesta el Papa, aún más irritado.
—Bueno, es que cuando visita nuestro planeta, nosotros le damos de regalo unas cajas enormes de chocolates —explica el alienígena—.
¿Qué hicieron ustedes cuando vino aquí a la Tierra?
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Un abogado le envió el siguiente e-mail a una clienta suya: “Estimada Josefina: Me pareció haberte visto en la calle el otro día. Crucé la acera para saludarte, pero no eras tú, así que me regresé. Me debes la décima parte de una hora: 30 dólares”.
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Juan, Jaime y José hacen un viaje de negocios. Cuando vuelven al hotel, tras una larga serie de reuniones, se quedan estupefactos al saber que los ascensores no funcionan y que tendrán que subir caminando 75 pisos hasta su habitación.
—¡Tenemos que hacerlo menos aburrido! —exclama Juan—. Yo contaré chistes en los primeros 25 pisos; Jaime cantará en los 25 siguientes, y José nos contará historias tristes en los 25 restantes.
Convenido esto, empiezan a subir las escaleras mientras Juan cuenta el primer chiste. Cuando llegan al piso 26, Jaime se pone a cantar, y en el piso 51 toca el turno de José.
—Les contaré la historia más triste que me sé —dice—: Había una vez un hombre al que se le olvidó la llave de su habitación dentro del auto…
Enviado por Noah Jorgensen, Estados Unidos