Para sobrevivir, los seres humanos tenemos que hacer dos cosas: respirar oxígeno y nutrirnos. Durante toda la vida, la alimentación debe ser suficiente, completa, armónica y adecuada, prestando atención a qué se requiere en cada etapa de la vida.
Búsqueda del embarazo
Los cuidados comienzan al programar la búsqueda de un hijo, atendiendo el estado nutricional de la madre y suplementando con ácido fólico para prevenir defectos en el cierre del tubo neural del niño.
Gestación
La alimentación de la madre debe procurar un desarrollo adecuado del bebé en el vientre materno. El hierro y el calcio son imprescindibles en esta etapa. También hay que evitar tóxicos como alcohol y tabaco.
Nacimiento
La leche materna es el alimento por excelencia porque provee al bebé todo lo que necesita para nutrirse adecuadamente y continuar desarrollando su sistema inmunológico.
Infancia
Durante los primeros años de vida se debe cuidar que el aporte calórico sea el adecuado para la edad. En esta etapa se forjan patrones alimentarios que tienden a afianzarse por el resto de la vida. Es necesario prestar atención a la cocción de carnes, la limpieza de vegetales crudos y a la contaminación cruzada.
Adolescencia
Hay un crecimiento significativo en peso y talla, por lo que es de gran importancia el aporte de los nutrientes necesarios. La educación en hábitos de vida saludable protege a los jóvenes de las modas alimentarias, el sedentarismo y los hábitos tóxicos.
Adultez
El aporte calórico debe estar acorde a la actividad laboral y la realización de ejercicio físico, dado lo sedentaria que se ha tornado la vida moderna. También es pertinente atender la ingesta de sodio y su impacto en el riesgo cardiovascular.
Tercera edad
Pueden aparecer desórdenes —en la masticación, la deglución y la digestión— que afectan las costumbres alimentarias de los adultos mayores. Se reducen el apetito y la sed, pero para tener una buena salud en general sigue requiriéndose el aporte de nutrientes a través de una alimentación variada y equilibrada.
