Perder nuestras mentes equivale a perdernos nosotros mismos. Aunque no existe una vacuna o una cura para el Alzheimer, hay nueva información acerca de cómo prevenir o posponer este mal y otras formas de demencia.
“No existe un remedio infalible, pero hay bastante evidencia de que se puede prevenir, retrasar o aminorar el impacto de esos trastornos cerebrales”, dice Richard E. Powers, médico y presidente del Consejo Consultivo Médico de la Fundación de Alzheimer de Estados Unidos y profesor adjunto de neurología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Alabama.
“Algunas personas harán todo lo correcto y, aun así, padecerán demencias; otros no harán casi nada y nunca las tendrán”, dice el doctor Powers, y agrega: “ahora sabemos lo suficiente para recomendar distintas maneras de protegerse”.
¿Qué pasa con esas estadísticas escalofriantes, en especial la que dice que la mitad de las personas de más de 85 años sufre demencia?
Es verdad, pero se trata de solo una parte de la historia. Sus probabilidades de padecer Alzheimer ascienden de un 5 por ciento a los 65 años a un 17 por ciento a los 75 años y a un 50 por ciento a los 85; pero no si hace ejercicio, come bien y cuida su salud de otras formas.
Infinidad de personas diagnosticadas con Alzheimer también tienen una afección llamada ‘demencia vascular’.
Es la segunda forma de demencia más común, que causa problemas de memoria y pensamiento cuando los vasos sanguíneos del cerebro no pueden proporcionar suficiente sangre oxigenada a las neuronas.
Esto puede ocurrir cuando los vasos se han estrechado por la aterosclerosis, contienen filtraciones que dañan el tejido cerebral circundante o han sido dañados por un derrame cerebral.
Puedes tomar medidas para mantener los vasos sanguíneos cerebrales más saludables, como perder peso, hacer ejercicio con regularidad y comer más frutas y verduras para ayudar a conservar la presión arterial baja.
Los vasos sanguíneos saludables contribuyen a protegerte incluso si desarrollas signos de Alzheimer.
Según algunos estudios, parecen ser la razón de que las personas cuyos cerebros contienen los característicos nudos neurofibrilares (trozos de proteínas retorcidas dentro de las neuronas) y placas (grupos de células muertas y a punto de morir) del Alzheimer manifiesten pérdida de memoria, confusión y problemas de comportamiento.
Por otro lado, en una investigación de la Universidad Johns Hopkins, las personas con Alzheimer que padecían la enfermedad cardiovascular más grave (presión arterial alta), latidos cardiacos irregulares y/o dolor de pecho) notaron que sus recuerdos y habilidades de pensamiento disminuían con mucha rapidez.
Si tener vasos sanguíneos saludables puede contribuir a protegerlo de desarrollar demencia, un cerebro con neuronas saludables y conectadas entre ellas puede ayudar a protegerte de los problemas cognitivos si es que el cerebro desarrolla signos de Alzheimer.
Cuando los científicos de la Universidad Rush observaron los cerebros de 91 personas que supuestamente no padecían demencia, 37 de ellas tenían placas y nudos suficientes para catalogarlos como pacientes con Alzheimer, aunque no mostraban aún problemas importantes en relación con la memoria y el pensamiento.
“Cuando uno tiene mucha reserva cognitiva, puede mantener más capacidades cognitivas incluso con Alzheimer al acecho” señala el doctor Powers.
“Uno construye y mantiene la reserva cognitiva al desafiar al cerebro, además de mantener saludables los vasos sanguíneos y el cerebro para que crezcan nuevas células”.
El ejercicio y la reducción del estrés ayudan a regenerar las neuronas y los desafíos mentales generan nuevas conexiones.
Tal vez hayas pensado: “¿Y si el Alzheimer es hereditario?”. Es cierto que este mal es, en parte, genético. Pero una vez más, eso no es todo.
La genética es un factor decisivo en el Alzheimer de inicio prematuro, un tipo poco común que se desarrolla antes de los 65 años y afecta de un 5 a un 10 por ciento de la población con Alzheimer. Suele ser hereditario; si tu padre o un abuelo desarrollaron Alzheimer temprano, corres un riesgo más alto.
La mayoría de aquellos con Alzheimer desarrollan el tipo de inicio tardío que aparece después de los 65 años. Se ha identificado a dos genes que incrementan el riesgo: una mutación llamada APOE4, presente en un 15 a 20 por ciento de nosotros, y una mutación recientemente descubierta, llamada SORL1.
“Estos genes no son factores decisivos” sostiene el doctor Powers. “Heredar los genes APOE4 de un padre significa que uno podría desarrollar el Alzheimer 8 años más temprano que alguien que no tiene esos genes. Heredarlo de ambos padres podría implicar que el desarrollo se diera 16 años antes. Pero no siempre funciona así. Hay personas que heredan una copia de cada padre y nunca desarrollan Alzheimer, y quienes no lo heredan en absoluto y lo padecen” agrega.
Si en tu familia se da un Alzheimer de inicio tardío, debes considerarlo como una llamada de alerta, pero no como tu destino.
El otro aspecto también es cierto: si en tu árbol genealógico no hay demencia, no estás fuera de peligro. Las mismas estrategias para un estilo de vida saludable reducen el riesgo de las personas de ambos grupos.
¿Alguna vez has pensado que podrías contraer Alzheimer? ¿En tu familia hay rasgos de esta enfermedad?
Extracto del libro ‘Cómo entrenar su mente. Guía para mantener su memoria y su cerebro en forma de por vida’ editado por Reader’s Digest México.
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