¿Amor o ilusión? Por qué creemos enamorarnos todo el tiempo
Esto no significa que seamos personas inestables o infieles por naturaleza. Más bien, muestra cuán compleja es nuestra vida emocional.
A veces conocemos a alguien, cruzamos unas palabras, una mirada o simplemente coincidimos en una situación particular… y sentimos ese “clic” inesperado. El corazón se activa, la mente fantasea, y por un momento, creemos estar frente a algo especial. ¿Pero realmente es amor?
Nuestro cerebro está diseñado para reaccionar ante estímulos emocionales. Un gesto amable, una conversación interesante o una presencia magnética pueden despertar sensaciones intensas, incluso cuando ya estamos en una relación estable. No siempre es señal de insatisfacción, sino parte de cómo funcionamos emocionalmente.
Las películas, la música y las redes sociales alimentan la idea de que el amor debe sentirse como una chispa constante. Esto puede hacernos creer que cada nueva conexión emocional -por pequeña que sea- tiene potencial romántico. Así confundimos emoción con amor verdadero.
Químicamente, cuando alguien nos atrae, el cerebro libera dopamina, una sustancia asociada con el placer. Esa “subida” emocional puede parecerse mucho al enamoramiento, aunque no conozcamos bien a la otra persona. Es una respuesta natural, pero no siempre significa algo profundo.
Estas sensaciones pueden aparecer incluso en quienes están casados o tienen una pareja.
No necesariamente porque falte algo, sino porque seguimos siendo seres sensibles a las emociones y a las nuevas conexiones humanas. Sentirlo no es lo mismo que actuar sobre ello.
A veces, confundimos atracción o admiración con amor. Si estamos pasando por momentos de estrés, rutina o baja autoestima, podemos proyectar en otro lo que quisiéramos sentir en nosotros mismos. Es ahí donde una emoción pasajera puede parecer algo más grande de lo que es.
Esto no significa que seamos personas inestables o infieles por naturaleza. Más bien, muestra cuán compleja es nuestra vida emocional.
Lo importante es reconocer lo que sentimos, entenderlo y actuar con responsabilidad, especialmente si ya compartimos una vida con alguien.
En el fondo, no es que nos enamoremos todo el tiempo, sino que estamos diseñados para sentir.
Y a ti, ¿te ha pasado?