¿Alguna vez imaginaste que un animal podría salvarte la vida? Conoce a varias criaturas de cuatro patas que han hecho eso… y más.
Ratas gigantes que salvan a miles de humanos
Las ratas tradicionalmente tienen mala reputación. Tendemos a pensar que transmiten enfermedades, así que preferimos alejarnos de ellas. Pero un equipo de expertos en ratas adiestradas ha salvado a miles de personas en Tanzania, Angola y Mozambique, y pronto lo hará en Camboya.
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La organización belga APOPO adiestra ratas gigantes africanas para que detecten dos de las peores amenazas de África. La primera son las minas explosivas. Cuando los civiles se juegan la vida al salir a buscar agua o al cultivar sus tierras, quedan atrapados en la pobreza y el subdesarrollo. Mientras buscaba una solución barata para el problema de las minas, Bart Weetjens, el fundador de APOPO, se acordó de las ratas que había tenido como mascotas en Bélgica cuando era niño. Sabía que las ratas son inteligentes, sociables y capaces de aprender; además, abundan, y su adiestramiento es relativamente barato.
Las ratas heroicas de APOPO también participan en la lucha contra la grave crisis de tuberculosis en África, donde los hospitales están repletos y las pruebas diagnósticas de la enfermedad suelen fallar (cerca de 1.5 millones de personas mueren de tuberculosis cada año en el mundo, y cada enfermo no tratado puede infectar a otras 12 personas).
A las ratas se les cría como si fueran cachorros, y luego se les entrena para que asocien el sonido de un clicker con comida y busquen un olor específico a fin de recibir un premio; su favorito es una papilla de cacahuate y plátano. Se les adiestra para que olfateen TNT (contenido en bolsitas de té o en minas explosivas desactivadas) o tuberculosis (utilizando muestras de esputo de personas que presentan síntomas de la enfermedad). Los roedores que detectan explosivos completan los nueve meses del entrenamiento en un campo sembrado de minas activas y desactivadas.
Desde 2007 las ratas —que viven hasta ocho años en cautiverio— han detectado más de 56,000 minas y otros explosivos. Estos animalitos son tan livianos, que ninguno de ellos ha muerto al realizar su tarea.
También han olfateado casi 312,000 muestras de esputo e identificado más de 8,000 casos de tuberculosis que los hospitales públicos habían pasado por alto. Mientras que a un técnico de laboratorio le lleva un día analizar 20 muestras, una rata puede hacerlo en sólo 10 minutos. “Es muy grato ver a nuestros entrenadores y a sus ratas heroicas trabajando juntos por un mundo mejor”, dice Weetjens.
Un perro salva a niños de morir en un incendio
Parecía un día ordinario cuando la instructora de fitness Chantelle Lister salió a trabajar, a las 7 de la mañana, en Kettering, Inglaterra. Eran las vacaciones escolares, así que sus hijas Loren y Mollie, de 17 y 6 años, respectivamente, y su hijo Charlie, de 11, seguían en la cama, durmiendo. Pero menos de una hora después se produjo un incendio en la casa. El fuego se inició en el invernadero, y el humo letal despedido por las ventanas de uPVC empezó a llenar la planta baja mientras los chicos dormían.
Por fortuna, Bailey, el perro de la familia, un terrier mestizo de cuatro años, entró en acción. Aunque el espeso humo estaba envolviendo la escalera, subió por ella y no dejó de ladrar y arañar la puerta de Loren hasta que ésta se despertó.
Al abrir la puerta, Loren se topó con el denso humo que cubría la escalera y con el ruido de los vidrios al romperse. Luchando por respirar, corrió al cuarto de sus hermanos e hizo que los asustados niños se descolgaran por la ventana al techo plano de una habitación de la planta baja.
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Tras dar la señal de alarma, Bailey corrió abajo para salir, pero quedó atrapado en el fuego. “Los bomberos lo sacaron y trataron de reanimarlo, pero ya estaba muerto”, dice Chantelle. “Lo cubrieron con una manta. Yo no dejaba de pensar que podía haber sido uno de mis hijos. Bailey era adorable. Los niños no estarían aquí de no ser por él. Es mi héroe y le estaré eternamente agradecida”.
Dos perros se unen para salvar a un niño pequeño de morir ahogado
Son de razas bravas y tienen nombres poco amigables, pero Tank y Muck (“tanque” y “estiércol”), dos vigorosos perros australianos mestizos, supieron por instinto que un niño pequeño estaba en peligro, y su naturaleza protectora evitó una tragedia.
Una tarde de diciembre, Georgie Hillier pensaba que su hijo Max, de dos años, estaba jugando en el jardín trasero de su casa, en una zona rural de Queensland, Australia, pero cuando salió al jardín, no había señales del niño, ni de su perro, Tank. Al no encontrarlo, subió a su auto y empezó a buscar por todo el vecindario. Temía que Max pudiera haber caído en uno de los embalses cercanos.
De pronto vio a Tank, que estaba con el perro de sus vecinos, Muck. Ambos corrían alrededor de un embalse, ladrando furiosamente y embarrados de lodo. “Sentí pánico. Empecé a correr alrededor del embalse, llamando a gritos al niño”, le contó Georgie a la reportera Sara Hicks, de la emisora de radio ABC Local. Mientras seguía buscando, un vecino llamó a la policía. Al final, una mujer que había encontrado a Max oyó los gritos de Georgie y le llevó al niño, que estaba ileso.
No hubo ningún testigo que pudiera contar lo que ocurrió exactamente en ese sitio, pero Michael Beattie, de la Real Sociedad para la Prevención de la Crueldad contra los Animales (RSPCA), tiene una hipótesis: “Cuando la policía llegó al embalse, vio marcas de arrastre en la orilla enlodada. Era evidente que uno de los perros —muy probablemente Tank—había sacado o apartado del embalse al pequeño Max. El niño debe de haber intentado meterse en el agua, pero Muck se interpuso y le cerró el paso. Los agentes opinaron que el chico se salvó de morir ahogado gracias a los perros”.
Por haber salvado la vida de Max, el audaz dúo canino recibió la prestigiosa Cruz Púrpura a la Valentía que otorga la RSPCA, ¡y dos huesos bien grandes!
Pippa, la niñera perfecta
Por mucho que los amemos, los gatos no se distinguen por sus acciones altruistas. Así que hablemos de Pippa, una minina muy poco común.
Esta gata blanca y negra fue encontrada dentro de una caja de cartón fuera de una tienda, y la RSPCA británica la dio en adopción a una familia de Whitstable, Inglaterra. Los miembros de esta familia, los Jansa, estaban encantados con el carácter sociable de la gata, pero jamás pensaron que iba a salvar una vida.
Mia Jansa, de ocho años, quien padece diabetes tipo 1, se había convertido en una experta en medirse el nivel de glucosa en la sangre varias veces al día, así como en comer o beber algo para normalizar el nivel de glucosa si estaba bajo. Pero el peligro acechaba de noche. Mia era propensa a presentar hipoglucemia mientras dormía y, si esta condición no se corrige, puede hacer que la persona entre en estado de coma, que sufra complicaciones e incluso que fallezca.
Poco después de haber llegado a la casa de los Jansa, Pippa entró al cuarto de Mia a la mitad de la noche y la despertó. Cuando la niña se midió el nivel de glucosa en la sangre, descubrió que estaba peligrosamente bajo. Desde entonces Pippa visita regularmente a Mia por la noche, y si no consigue despertarla, da fuertes maullidos de alarma.
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“Pippa hace esto por impulso propio”, afirma Laura, la madre de Mia. “No la recompensamos con comida porque no queremos propiciar alarmas falsas, pero a cambio recibe muchos mimos y caricias. Me da mucha tranquilidad saber que alguien más está cuidando a la niña”.
Por: Amanda Riley-Jones / Ingimage