Annabelle 2… con el miedo duplicado
Cuando se estrenó "El Conjuro" público y crítica quedaron sorprendidos ¿Cómo era posible que una cinta de terror con una premisa tan básica fuera efectiva?
No fue sorpresa que, además de la secuela correspondiente, los productores buscaran la forma de tener un spin-off para, como se dice actualmente, “ampliar el universo”; en este caso, sobre la muñeca Annabelle que tan importante era en la cinta original.
A diferencia de aquel primer spin-off, “Annabelle 2” es mucho más efectiva y recurre menos a los típicos sustos inesperados que buscan que el espectador viva una experiencia semejante a la de una montaña rusa. Pero no te preocupes: si bien saltarás menos, el ambiente creado por David Sandberg, el director, podría hacer que sientas más miedo.
Pese a que se trata de una secuela, el título original de la película en inglés se traduce como “Annabelle: Creación”. En la cinta, un grupo de huérfanas es enviado a una enorme casa cuando cierra el orfanato donde vivían.
Una vez ahí, una de las niñas nota que no todo está bien: el dueño de la casa no quiere que nadie entre en la habitación de su fallecida hija, y su esposa está herida, en cama y tocando una campana cada vez que necesita ver a su esposo. Por supuesto, la pequeña será quien descubra que la puerta de la habitación prohibida está abierta a media noche y que una muñeca se encuentra en el interior.
Con una crítica poco velada a nuestra concepción de la religión como protectora contra el mal, la película recurre al más básico de nuestros temores: el miedo a lo desconocido, a lo que no podemos ver bajo una luz intensa, a todo lo que se oculta de nuestra percepción en un lugar que debería ser seguro, como es una casa. Pero Sandberg está consciente de que conocemos todos esos trucos, y sabe exactamente cómo darles la vuelta para asustarnos aunque justamente esperemos ser asustados.
Si bien la película es un poco más larga de lo que convendría, y en ocasiones parece no tener lógica, su mayor virtud es apoyarse en nuestros miedos infantiles. Después de todo, ¿existe algún adulto que realmente no sienta cierto temor, por pequeño que sea, a la oscuridad?