¿Te has sentido alguna vez como si el mundo fuera a toda velocidad y tú no pudieras seguir el ritmo? Esa sensación de inquietud, de estar constantemente “en guardia”, de anticipar el peor escenario posible, es la ansiedad. A menudo, viene acompañada de su fiel compañera: la impaciencia.
Sentirse ansioso e impaciente es una experiencia común que afecta a millones de personas en todo el mundo. Estas emociones pueden manifestarse de diversas maneras, desde preocupaciones constantes e inquietud hasta irritabilidad y dificultad para concentrarse.
En la base de estas emociones a menudo se encuentra la necesidad de tener todo bajo control. La ansiedad puede surgir de la percepción de que no podemos controlar lo que nos sucede, mientras que la impaciencia puede estar relacionada con la frustración de que las cosas no sucedan tan rápido como queremos.
Las razones son diversas: miedo al fracaso, a la incertidumbre, a la desaprobación social… En el fondo, se esconde la creencia de que si controlamos todo, evitaremos el dolor.
Sin embargo, la realidad es que la vida es inherentemente incierta. No podemos predecir el futuro ni evitar que sucedan cosas que nos salgan del guion. Aferrarse al control solo nos genera más estrés y ansiedad.
Si te sientes constantemente agobiado por las preocupaciones, te irritas con facilidad o te frustras cuando las cosas no salen como esperabas, es posible que estés luchando con la ansiedad o la impaciencia.
En una sociedad marcada por la prisa y la incertidumbre, comprender cómo las emociones afectan nuestra vida diaria se vuelve crucial. La ansiedad, una de las emociones más comunes, se presenta como una respuesta natural del cuerpo ante situaciones estresantes o peligrosas. Según la American Psychological Association (APA), la ansiedad puede manifestarse de diversas formas, desde preocupaciones excesivas hasta problemas para dormir.
La impaciencia, por otro lado, es la dificultad para tolerar la espera o la frustración. El Oxford English Dictionary la define como la sensación de que el tiempo transcurre demasiado lento, acompañada de irritabilidad e inquietud. La impaciencia puede surgir en cualquier ámbito de la vida, desde una fila en el supermercado hasta la espera de resultados importantes.
Ambas emociones, ansiedad e impaciencia, pueden afectar significativamente la calidad de vida si no se manejan adecuadamente. En una entrevista con La Nación, la psicóloga Rosanna Speranza profundizó en la relación entre la ansiedad y la impaciencia. Según Speranza, la impaciencia es común en personas que padecen trastornos de ansiedad, pero también puede ser experimentada por personas que tienen ansiedad en situaciones específicas y no afecta negativamente su calidad de vida.
Es importante distinguir entre la ansiedad saludable, que prepara y despierta al cuerpo, y la ansiedad que genera un trastorno, afectando la calidad de vida y haciendo sentir atrapadas a las personas. Por ello, la especialista señaló que la ansiedad puede manifestarse de diferentes maneras, pero básicamente una persona ansiosa es alguien que está todo el tiempo anticipándose a lo que puede ocurrir, generalmente anticipando situaciones negativas.
En este sentido, expertos del Hospital Houston Methodist coinciden en que practicar el mindfulness es benéfica para mantener un equilibrio físico y mental. Además, Speranza destacó la importancia de llevar una vida equilibrada, que incluya:
Intensamente 2 nos ha regalado una valiosa representación de la ansiedad, no solo como una emoción infantil, sino como una experiencia que puede afectar a personas de todas las edades. La película nos muestra cómo la ansiedad, personificada por un personaje de aspecto caótico y preocupón, puede irrumpir en la vida de Riley, la protagonista adolescente, generando estragos en sus pensamientos y comportamientos.
Es importante recordar que esta representación ficticia refleja una realidad compartida por muchos niños y adultos en el mundo actual. La ansiedad se ha convertido en una emoción cada vez más común, especialmente en las nuevas generaciones, debido a diversos factores como la presión social, el ritmo de vida acelerado y las exigencias académicas.
Ante este panorama, resulta fundamental crear ambientes familiares armoniosos que brinden a los niños las herramientas necesarias para gestionar sus emociones de manera saludable. El diálogo abierto, la empatía y el apoyo incondicional por parte de los padres y cuidadores son pilares fundamentales para el bienestar emocional de los más pequeños.
Intensamente 2 no solo entretiene, sino que también nos invita a reflexionar sobre la importancia de la salud mental, tanto en la infancia como en la adultez. Al reconocer la ansiedad como una emoción válida y comprender su impacto en nuestras vidas, podemos tomar medidas para afrontarla de manera efectiva y construir un futuro más equilibrado y armonioso.
Además de las estrategias mencionadas por Speranza, existen otros recursos disponibles para ayudar a manejar la ansiedad y la impaciencia, como:
Si experimentas ansiedad o impaciencia que interfieren con tu vida diaria, es importante buscar ayuda profesional. Un psicólogo o terapeuta puede ayudarte a desarrollar un plan de tratamiento adecuado para ti.
Recuerda que no estás solo y que hay ayuda disponible. Con el tratamiento adecuado, puedes aprender a manejar la ansiedad y la impaciencia y vivir una vida más plena y satisfactoria.
Con información de El Informador
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