Medidas para combatir la acidez estomacal
La acidez estomacal que se presenta con mayor frecuencia y que interfiere con la rutina diaria podría ser el síntoma de una enfermedad más grave.
Si las cifras que arrojan las búsquedas en Google son de fiar, entonces la acidez estomacal —esa sensación de quemadura detrás del esternón— es una molestia tan común como el hipo.
Aunque puede tener causas desconocidas, por lo general se debe al reflujo (retroceso de alimento semidigerido y ácido gástrico al esófago, el tubo que comunica la boca con el estómago). A diferencia del estómago mismo, el esófago carece de protección natural contra el ácido que disuelve los alimentos.
Es posible confundir la acidez estomacal con un infarto, si bien el dolor de pecho que produce este último a menudo se describe como “opresivo” y “continuo”, y no como “quemante” e “intermitente”. Aun así, en caso de duda, más vale pecar de precavido y buscar atención médica lo antes posible.
La acidez de estómago que se presenta de manera ocasional no debería ser motivo de preocupación; sin embargo, “si te ves aquejado por ella la mayoría de los días durante un lapso de tres semanas o más, debes acudir al médico sin demora porque podría ser señal de cáncer de estómago o esófago”, advierte la doctora Rebecca Fitzgerald, gastroenteróloga y profesora de la Universidad de Cambridge.
Según Mayo Clinic, a acidez estomacal ocurre cuando el ácido estomacal refluye hacia el conducto que transporta los alimentos desde la boca hasta el estómago (esófago). Cuando se traga, normalmente, un grupo de músculos que rodea la parte inferior del esófago (esfínter esofágico inferior) se relaja para permitir que los alimentos y líquidos bajen al estómago. Luego, los músculos se contraen nuevamente.
Si el esfínter esofágico inferior se relaja de manera anormal o se debilita, el ácido estomacal puede subir al esófago (reflujo de ácido) y causar acidez estomacal. El reflujo del ácido puede empeorar cuando te agachas o te recuestas.
Para empezar, evita usar cinturones demasiado ceñidos, las fajas y otras prendas para afinar la figura, ya que constriñen el abdomen y propician el reflujo ácido al esófago.
También te conviene evitar otros factores que pueden agravar la acidez estomacal crónica, entre ellos el alcohol (que relaja el esfínter esofágico inferior, la “puerta” que cierra el paso al reflujo), el café, las bebidas de cola, los frutos cítricos, la cebolla, la comida grasosa y los alimentos muy condimentados.
Ciertos medicamentos como la aspirina y el ibuprofeno también pueden empeorar la acidez.
Además de cuidar la dieta, revisa y corrige tus hábitos a la hora de cenar. No comas demasiado aprisa ni en exceso, y deja pasar un par de horas para hacer la digestión antes de ir a la cama: la postura horizontal puede favorecer el reflujo.
Si estas medidas no te quitan la acidez, toma un antiácido de venta libre; sin embargo, si lo tomas con frecuencia, díselo al médico, ya que su empleo prolongado puede tener efectos secundarios (entre ellos cálculos renales), y el doctor quizá decida prescribirte un fármaco para la acidez crónica.