Apapacha a tu corazón con ajo. Sí, leíste bien, ¡con ajo!

El ajo contiene más de cien compuestos químicamente activos. Uno de los más importantes es la alliina, un compuesto de azufre que se transforma en allicina cuando los bulbos se trituran o mastican. Los científicos creen que la allicina es responsable de las propiedades antibióticas del ajo, así como de muchos de sus beneficios para el corazón.

Lo que se sabe a ciencia cierta es que en los países donde la gente come ajo con abundancia parece haber índices inusualmente bajos de enfermedades cardiacas.

Considérense los efectos del ajo en las plaquetas, estructuras celulares de la sangre que tienden a unirse y formar coágulos en las arterias coronarias.

En un estudio se descubrió que el índice de agregación o agrupación de las plaquetas en los hombres a quienes se administró el equivalente a seis dientes de ajo fresco bajó entre 10 y 58 por ciento.

Ciertos agentes químicos que contiene el ajo pueden ser tan eficaces como la aspirina para inhibir la formación de coágulos.

Al parecer, el ajo funciona de manera semejante a los medicamentos que inhiben la producción de colesterol en el hígado; el colesterol es la sustancia cerosa que contribuye a la formación de plaquetas y aumenta el riesgo de enfermedades cardíacas. Revisiones de docenas de estudios científicos indican que comer ajo todos los días puede reducir los niveles de colesterol entre 9 y 12 por ciento.

El ajo mejora la circulación sanguínea en todo el cuerpo y no solo en las arterias coronarias. Es vasodilatador, lo que significa que expande los vasos sanguíneos y baja la presión arterial. También se cree que mejora la flexibilidad de las arterias.

Cuánto tomar

Uno o dos dientes de ajo crudo o sancochado al día bastan para obtener sus beneficios curativos. El ajo crudo contiene más propiedades, ya que la cocción inhibe la formación de allicina y elimina algunos agentes químicos curativos.

Debes machacar o picar y masticar el diente para garantizar que la alliina del ajo curdo se convierta en allicina. Según el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, un retraso de unos 13 minutos entre pelar y cocinar el ajo permite que las enzimas realicen actividades que pueden ayudar a preservar algunas propiedades curativas que se pierden en la cocción.

Fuente: ‘1001 remedios caseros. Tratamientos confiables para problemas de salud cotidianos’ editado por Selecciones Reader’s Digest.

Eliesheva Ramos

Como periodista tengo la misión, parafraseando al intelectual español Julio Anguita, de perturbar, de agitar el cerebro, de mover las conciencias. Para lograr esos objetivos me aferro al abecedario como otros se aferran al escapulario. Me especializo en notas de salud, bienestar, estilo de vida, gastronomía y viajes.

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