Cierta vez, una compañera mía del trabajo llegó a la oficina acompañada de su hija. El día anterior yo había ido a la peluquería, y cuando mi colega me vio, comentó que mi peinado parecía distinto. Asentí con la cabeza. Tras mirarme unos instantes, la niña me preguntó:
—¿Por qué te cortaste el cabello de forma chistosa?
—¿Cuál forma chistosa? —dije, sorprendido.
—Es que te cortaron mucho a los lados de la fren- te —contestó la niña mientras señalaba mis profundas entradas de calvicie.
José Gutiérrez, México
El día en que nació mi segundo hijo, mientras aún estaba yo en el quirófano, la enfermera salió a darle la buena nueva a mi esposo. Se dirigió a la sala de espera y, como no sabía cuál de los hombres presentes era el papá, pensó en los rasgos físicos de mi bebé, se acercó a un joven rubio de ojos azules y le dijo:
—¡Felicidades, fue un varoncito!
El joven, bastante sorprendido, respondió:
—¿Un niño? ¡No puede ser!
—¿No quería usted que fuera varón? —preguntó la enfermera.
—¡Es que a mi papá sólo lo iban a operar de la vesícula!
María de Jesús Topeto, México
Hace poco, mientras estaba yo en un restaurante, sentí la repentina y apremiante necesidad de liberar un gas intestinal. El sistema de sonido tenía un volumen bastante alto, así que traté de que el vergonzoso momento coincidiera con el estrépito de la música.
Al terminar de beber mi café y levantarme para irme, me di cuenta de que todos los comensales me miraban con enojo. Entonces recordé que estaba escuchando mi reproductor de música portátil.
Luke Russell, Australia
El cuerpo del delito
Una amiga mía se encontraba en Londres tomando unas breves vacaciones cuando recibió una llamada telefónica de unos amigos suyos, los cuales le preguntaron si podía quedarse en su casa unos días y cuidar de su perro mientras ellos salían. Ella aceptó, pero, por desgracia, el perro, que ya era muy viejo, murió durante su estancia.
Cuando llamó a los dueños para darles la mala noticia, ellos le dijeron que no se preocupara, pero como iban a seguir fuera algunos días más, le pidieron que llevara el cuerpo del perro a un veterinario que atendía cerca. Consciente de que transportar un perro muerto por la calle llamaría la atención, mi amiga metió el cadáver en una maleta y salió de la casa.
Mientras caminaba esforzándose por la calle, un sujeto se le acercó y en tono amistoso le preguntó qué llevaba en la maleta.
—Ah, pues mi laptop y mi celular —respondió ella, jadeando.
Segundos después, el tipo tomó la maleta y salió corriendo.
James Lachlan, Australia
Cierta vez fui a cenar a la casa de los padres de mi novia. Estaba jugueteando con el pie de ella bajo la mesa cuando su mamá me dijo: —¿Sabes que ése es mi pie, verdad?
fmylife.com
Descubre por qué no debes quedarte sentado más de lo necesario.
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