Los arrecifes son una belleza amenazada por la mano del hombre. El mexicano ganador del premio World Reef Award 2017 te explica cómo conocerlos y protegerlos.
Los arrecifes de coral narran una historia de miles de años bajo el mar que Lorenzo Álvarez Filip conoce. Este investigador mexicano ganó el premio World Reef Award 2017 por el estudio de estos santuarios de vida submarina y por su intenso trabajo de difusión para disfrutarlos y cuidarlos. Su labor es importante porque éstos representan el hábitat del 30 por ciento de los organismos marinos, y se están perdiendo drásticamente.
“Hace 50 años un arrecife saludable debía tener entre 40 y 50 por ciento de cobertura de coral; en la actualidad, la mayoría sólo tiene entre 10 y 15 por ciento”, comenta el científico que recibirá su premio en Alemania en el año 2020.
Los encontramos en las costas tropicales alrededor del planeta, ocupan entre el 0.2 y el 0.3 por ciento de todo el océano. En México se ubican en el Mar de Cortés, el océano Pacífico, el Golfo de México y el mar Caribe. Pero es muy importante acercarnos a ellos de manera responsable.
“Si eres aficionado al buceo, lo mejor es comenzar por arrecifes artificiales, que se crean cuando se hunde un barco, por ejemplo. Puedes visitar el Museo Subacuático de Arte (MUSA), museo de esculturas hundidas en un arenal bajo las aguas entre Cancún e Isla Mujeres. Es ideal para que los buzos con poca experiencia no dañen los arrecifes”, explica Álvarez Filip, investigador del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la Universidad Nacional Autónoma de México.
El MUSA es el museo submarino de arte más atractivo del mundo, aseguran en su página de Internet. Para su construcción, en 2009, se contrató al artista británico Jason deCaires Taylor. Cuenta con más de 500 esculturas sumergidas hechas con concreto marino, que facilita la proliferación y formación de los corales.
Allí puedes bucear o simplemente acomodarte en el interior del barco hundido para ver nadar, a través de sus cristales, a las tortugas, peces perico y peces ángel.
A diferencia de los arrecifes artificiales, como los del MUSA, los naturales tardan miles de años en formarse debido a que los corales son organismos que, a su muerte, se transforman en rocas: base de los arrecifes. Éstos, además de ser hábitat marino, son barreras naturales que nos protegen de huracanes y tormentas tropicales. Cuando se dañan por la acción del hombre y la fuerza de la naturaleza golpea, ocurren desgracias como la de 2005, provocada por el paso del huracán Wilma por el Caribe mexicano. Por eso su cuidado es vital.
Cuando hablamos de arrecifes de coral, el Caribe mexicano es el rey, su hogar por excelencia. Tan sólo en Quintana Roo se encuentra el Parque Nacional Arrecife de Puerto Morelos, donde Álvarez Filip dirige la Unidad Académica de Sistemas Arrecifales. También aquí se localizan el Parque Nacional Arrecifes de Isla Mujeres, la Reserva de la Biosfera Banco Chinchorro, el Parque Nacional Arrecifes de Xcalak y la Reserva de la Biosfera Arrecifes de Sian Ka’an.
La suma de estos sistemas forman la segunda barrera de coral más grande del mundo: el Sistema Arrecifal Mesoamericano, que se se extiende por más de 1,000 kilómetros y va desde Quintana Roo hasta Honduras. Sólo es superado en magnitud por la Gran Barrera de Coral, en Australia. Aquí podrás ver tortugas marinas, estrellas de mar, 65 especies de corales, 500 especies de peces y 350 moluscos.
El segundo destino está en Baja California Sur. Posee el único arrecife coralino del Golfo de California y apenas en junio pasado inauguró el primer Centro de Atención a Visitantes e Interpretación de la Naturaleza. Es Cabo Pulmo, que recibe a unos 20,000 bañistas en sus playas y a 8,000 visitantes al año para practicar el nado con snorkel y buceo.
Para bucear en esta zona es necesario tener cierta experiencia: el arrecife se halla a una profundidad de entre 8 y 20 metros, con una longitud de 4 kilómetros. Se estima que tiene una edad de 25,000 años.
¿Cómo llegar? Algunos turistas prefieren aterrizar en La Paz, capital del estado, y viajar más de tres horas hasta el Pueblo Mágico Todos Santos para visitar el célebre Hotel California: el que inspiró la canción de la mítica banda The Eagles. Luego hay que llegar a Los Cabos y de ahí hacer un viaje de dos horas y media por la Carretera Transpeninsular Uno.
La siguiente parada obligada está en Oaxaca, en el Parque Nacional de Huatulco, donde la belleza de la selva y el mar se encuentran. En este lugar los buzos principiantes e intermedios pueden practicar en más de 25 lugares acondicionados para tal actividad, algunos a tan sólo a cinco minutos de la Marina.
El arrecife del Parque Nacional cuenta con 12 especies de corales que abarcan un área de 459,000 metros cuadrados. Este lugar sustenta la vida de especies como los peces ángel, águila, mariposa, cirujano, globo y flauta, rayas, morenas, langostas, caballitos de mar, mantas y tortugas. Es el destino ideal para adquirir experiencia en el buceo a profundidades de hasta 20 metros.
Antes de llegar, para en el municipio de Santa María Huatulco y, dependiendo de la temporada en la que viajes, no te pierdas alguna de sus celebraciones más importantes, como la Guelaguetza, en julio, y la Noche de Los Rábanos, en diciembre.
El Puerto de Veracruz se ubica en la costa del Golfo de México y alberga el Sistema Arrecifal Veracruzano, conformado por 23 arrecifes y cinco islas. Aunque inicia en Tuxpan, el buceo turístico se hace frente a Boca de Río y conecta con el Sistema Arrecifal de Campeche y Yucatán. Aquí se encuentran 33 especies de corales de los llamados blandos y duros, entre los que destacan el cuerno de alce, cuerno de ciervo, coral cerebro, coral montañoso y coral estrella.
El verdadero gran atractivo para los buzos son las más de 1,400 especies de organismos que podrán ver en este sitio: equinodermos, moluscos, crustáceos, peces, poliquetos, quelonios, esponjas y hasta algunos mamíferos marinos como el delfín.
La ciudad cuenta con todos los servicios para los amantes del buceo, por lo que una vez que se llega, sólo es cuestión de minutos antes de poder zambullirse en las aguas. Y ya en tierra firme, no hay que perder tiempo para disfrutar de la gastronomía, el clima y las tradiciones de este estado.
Como verás, México posee una riqueza marina que debemos cuidar. Un mexicano se ha encargado de transmitir este mensaje a nivel internacional mediante la investigación y acciones de protección. Ahora toca a los visitantes respaldarlo sumándose al turismo responsable. ¿Listo para emprender la aventura?
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