Las fiestas decembrinas están por comenzar, y mientras muchas personas esperan momentos de alegría o convivencia, para otras este periodo trae consigo emociones inesperadas: nostalgia, cansancio, irritabilidad, presión social o recuerdos difíciles.
Aunque socialmente diciembre se asocia con felicidad, la realidad emocional suele ser mucho más compleja.
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Desde una mirada psicoanalítica, estas fechas actúan como un “desencadenante emocional”: los rituales, la convivencia familiar, la comida o incluso la música pueden activar memorias afectivas profundas, vinculadas a experiencias de infancia, relaciones ambivalentes o pérdidas no resueltas.
Por eso, incluso sin estar en duelo, es normal sentir tristeza o ansiedad durante las fiestas.
Dolores Montilla Bravo, presidenta de la Asociación Psicoanalítica Mexicana, explica que “las festividades movilizan el mundo interno de cada persona. Aunque socialmente se espera felicidad, para muchos diciembre representa un reencuentro con emociones complejas que requieren ser escuchadas”. Es decir, sentirse así no habla de debilidad, sino de humanidad.
El mandato de “estar bien
Uno de los factores que más impacta la salud emocional en diciembre es la presión por disfrutar. Ese mandato social puede generar culpa cuando las emociones reales no coinciden con las expectativas externas. Esta incongruencia —entre lo que se siente y lo que supuestamente “debería sentirse”— provoca angustia, desgaste emocional e incluso síntomas físicos como insomnio, irritabilidad o problemas digestivos.
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Cuando el pasado vuelve a tocar la puerta
Diciembre comprime el tiempo emocional: recuerdos de infancia, figuras ausentes, duelos, tensiones familiares o heridas no resueltas pueden intensificarse. La mezcla de tradición, roles familiares y nostalgia convierte estas fechas en un espacio donde el pasado se hace presente.
Esto no siempre es negativo. Puede ser una oportunidad para comprender necesidades afectivas, identificar límites y observar la propia historia emocional. Pero para que este proceso sea saludable, es importante abordarlo con cuidado.
Prácticas de autocuidado emocional para diciembre
Cuidar la salud emocional en diciembre no significa evadir las fiestas, sino vivirlas con autenticidad y menos autoexigencia. Estas prácticas pueden ayudarte:
1. Reconoce cómo te sientes sin juzgarte
Permitir emociones como tristeza o nostalgia disminuye la culpa y facilita su procesamiento.
2. Pon límites saludables
No todas las reuniones son obligatorias. Elegir qué te hace bien y qué no evita la saturación emocional.
3. Crea rituales personales
Un paseo, escribir una carta, ver una película significativa o un momento de silencio pueden funcionar como contención emocional.
4. Evita idealizar las fiestas
No necesitas vivir un diciembre “perfecto”. Las celebraciones no resuelven conflictos pasados ni transforman dinámicas familiares complejas.
5. Busca apoyo cuando sea necesario
Un profesional puede ayudarte a transitar emociones intensas sin caer en aislamiento o autoculpa.
La invitación
El psicoanálisis recuerda que detrás de cada celebración hay historias internas, vínculos, deseos y heridas. Por eso, practicar autocuidado en diciembre no es egoísta: es un acto de respeto hacia tu bienestar emocional.
Las fiestas pueden ser luminosas, pero también desafiantes. Reconocer ambas realidades permite vivir este periodo con más serenidad, autenticidad y compasión hacia uno mismo y hacia los demás.