Así se originó la tradición de las piñatas, pero ¿qué simbolizan?
Diciembre es el marco dónde la tradición de las posadas se vive en México. Te contaremos por qué las piñatas se llena de dulces y por qué tienen picos.
El mundo debe agradecerle a China la creación de las piñatas, pero México debe agradecerle a Acolman, el primer lugar del país en donde se realizó una posada con una piñata de siete picos, la subsistencia de esta antigua tradición.
Esta tradición llegó a México en el año 1586, cuando los frailes agustinos de Acolman de Nezahualcóyotl, cerca de la zona arqueológica de Teotihuacán, recibieron la autorización del Papa Sixto V para celebrar las ‘misas de aguinaldo’, que más tarde se convertirían en las posadas. Fue en esas misas que tuvieron lugar en los días previos a la Navidad que los frailes introdujeron la piñata.
Olla de barro, papel de china, papel crepé, cartón, tijeras y engrudo. Esos son los materiales con los que se han elaborado las piñatas durante siglos, pero últimamente ha habido cambios. Por seguridad de los menores de edad y para bajar los costos, la base de la piñata, anteriormente de barro, ahora se crea con un globo inflado, papel periódico y engrudo, cuenta Araceli Juárez, cronista de Acolman. La olla barro reaparece sólo si el cliente lo solicita, precisa Lourdes.
Las jornadas habituales de trabajo de las familias que las producen son de entre ocho y diez horas al día, pero a partir de octubre se vuelven interminables pues la temporada navideña –así como la Feria de la Piñata que se realiza cada diciembre desde hace más de tres décadas– exige miles de piezas.
Durante los primeros meses del año se dedican a la preparación de la base y de los conos. A medida que se acerca la Navidad trabajan en el ensamblaje de las piezas y por último el decorado.
La piñata que rompes en minutos requirió largo tiempo de trabajo manual. Tan sólo en el ensamblaje y decorado los artesanos invierten unas cinco horas. Hay familias que fabrican alrededor de mil piezas para tener unas diez mil en diciembre, la más grande venta de piñatas del año.
El origen de la piñata tiene un sentido religioso. Originalmente tenían forma de estrella con siete picos. Los picos representaban los siete pecados capitales y los brillantes colores de la piñata simbolizaban la tentación. La piñata se transformaba en una representación de la fe ciega y de la virtud o la voluntad para vencer al pecado.
Los caramelos y otras golosinas dentro de la piñata representaban las riquezas del reino de los cielos, por lo tanto la enseñanza que se acompañaba con fe y una sola virtud podía vencer al pecado y recibir todas las recompensas de los cielos.
Pero actualmente esta artesanía queda bien en cualquier celebración, lo que permite que los artesanos vivan de este oficio todo el año. “La cultura gringa está muy presente en México así que tenemos que hacer figuras de Disney, el mercado nos lo exige, pero nosotros preferimos hacer piñatas con la imagen de Frida Kahlo y Cantinflas o de charros y chinas poblanas, personajes propios de los mexicanos y que además se venden muy bien” cuenta Lourdes Ortiz Zacarías, quien pertenece a una de las familias piñateras más reconocidas del municipio de Acolman, la cuna de las piñatas en México, y quien junto con su esposo y su hijo crean singulares piezas, como una piñata metalizada que brilla como una verdadera estrella gracias a la tecnología LED.
Lourdes recuerda las piñatas más estrafalarias que le han pedido: un tanque de guerra para un campo militar y la estatuilla del Oscar para una fiesta de XV años. Nunca rechaza un pedido, así que en el afán de complacer a su clientela ha elaborado catrinas de 20 metros de altura.
Sea cual sea el verdadero origen de la piñata, lo cierto es que en México se incorporó como parte de las posadas, extendiéndose esta costumbre con mucha rapidez dentro de la sociedad mexicana.
Un dato histórico curioso revela que esta tradición contó en cierto momento con la desaprobación de la iglesia, que veía cómo durante estas celebraciones había cantos festivos llenos de picardía que devaluaban el sentido solemne y religioso de esta fiesta. Entonces el clero prohibió terminantemente las piñatas entre 1788 y 1796, pero ante el escaso éxito que se tuvo para erradicarlas del ánimo popular, la prohibición se levantó en 1818.
No hay una piñata igual a otra porque Lourdes, su esposo y su hijo le imprimen un toque diferente y, sobre todo, colorido. “Los colores son la característica principal de esta artesanía. Nos gusta que nuestras piñatas sean multicolores para que trasmitan alegría a la gente”.
Y es posible que las coloridas piñatas elaboradas por las manos artesanas acolmenses realmente contagien de alegría a quien las conoce porque la tradición lejos de extinguirse, está más viva que nunca. “Hay muy buena respuesta de la gente, sobre todo hacia las piñatas tradicionales” asegura.
La familia Ortiz Zacarías no quiere oro ni quiere plata, sólo quiere crear la piñata. “Cuando la gente que me compra una piñata me dice que no la va a romper porque está hermosa es más que suficiente para mí, es mi mejor pago” finaliza Lourdes orgullosa.
Hoy en día, las piñatas se han adoptado en muchas partes del mundo y se han convertido en un espectáculo más común en las fiestas y celebraciones, especialmente en México, América Central y al sur de Estados Unidos, sobre todo debido a la influencia de la cultura mexicana.
Las piñatas también se han introducido en Europa en las últimas décadas, aunque a un ritmo más lento. India es uno de los pocos países fuera del continente americano que ha adoptado la tradición mexicana de la piñata para las celebraciones culturales.