Es una de las últimas Strandbeest de Theo Jansen. Y, hasta el 13 de agosto, podrás conocerla en el Laboratorio Arte Alameda.
Su sencillo aspecto remite inmediatamente a los dibujos esquemáticos; la asociación con los planos de inventos de Da Vinci, de donde bien pudo haber salido caminando, es inevitable. El movimiento, en apariencia autónomo, la dota de cierta vitalidad.
La obsesión por construir estas criaturas nació cuando Theo Jansen, artista holandés, leyó sobre la teoría de la evolución. Las bestias de playa están pensadas para vivir en dicho entorno. Su desarrollo empezó en 1990, el período de la cinta adhesiva, con Animaris Vulgaris: un rústico armatoste de tubos de PVC, material de su composición básica, unidos con cinta adhesiva.
En la playa el viento soplaría, moviendo las velas que la rodean. Un complejo mecanismo le permitiría recolectar ese aire en sus “estómagos”, permitiéndole moverse y almacenar energía por si la brisa cesara. Pero aquí ha bastado el aire suministrado por una compresora.
Una vez alimentado, el personal del museo mueve algunas piezas para que funcione. Avanza hacia nosotros moviendo sus piernas. Camina lenta pero segura; es estable. Las patas que golpean contra el piso de madera y el mecanismo neumático, que empieza en unas botellas, crean un sonido peculiar.
Animaris vulgaris no podía caminar muy bien ni aguantar su peso; terminó deshaciéndose, pero dejó una lección para Jansen, quien cambió la cinta adhesiva por tiras de plástico, empezó a usar herramientas para cortar los tubos y diseñó piernas más funcionales. Las Strandbeest entraron al periodo de las correas y desde entonces han pasado por los periodos de calor, de menos calor, de madera y neumático para llegar al del cerebro.
Lo que funcionaba era consolidado, o mejorado si se podía; lo que no, era desechado. Nuevas herramientas, mejores mecanismos y arduo trabajo han sido los elementos gracias a los cuales ha avanzado el proceso evolutivo de estas criaturas.
Según explica el autor, las criaturas son diseñadas y construidas durante varios meses. Luego son llevadas a la playa y se ponen en acción. Se aprende lo que funciona de aquellas que sobreviven, las que sucumben son transformadas en fósiles que se almacenan en el laboratorio de Jansen, pero pueden ser restauradas para exhibirse, abriendo así, una pequeña ventana del pasado en la línea evolutiva de esta especie.
La temporada termina después de estas pruebas y todo vuelve a comenzar para crear mejores Strandbeest que, tarde o temprano, crearán una nueva etapa de su forma de vida.
Si bien el principal atractivo de esta exposición son las Strandbeest, en ésta también se muestran los elementos que las conforman, en los que podemos apreciar los complejos componentes que las hacen funcionar, así como el proceso de evolución.
Por ejemplo, en una pequeña sección están las piernas y el mecanismo neumático que las impulsa; estos pueden ser manipulados para ver cómo funcionan. Sorprende lo sofisticado del sistema a partir de elementos tan sencillos como tubos de plástico y tornillos.
En otra sección se puede apreciar el camino que ha tomado la evolución de las bestias de playa: un enorme diagrama nos muestra las distintas etapas que han transcurrido y las que en ellas han vivido, mientras que otro nos dice lo que caracterizó a cada una de estas eras. Aquí también podemos ver sus nombres que siguen las normas de la taxonomía y hasta están en latín.
Desafortunadamente, no todas las criaturas de la exhibición están en funcionamiento y no queda más que ver videos en los que éstas se mueven o con Jansen hablando sobre su creación.
Sí, estas criaturas son asombras visualmente, pero, yendo más allá del impacto que creaen en este nivel, resulta interesante el universo que Theo intenta construir y el papel que ha adoptado. Más que el de artífice, ha adoptado el papel de soberano que reina en la creación de una nueva forma vida: el que controla el tiempo, la naturaleza, la vida y la muerte.
Laboratorio Arte Alameda
Dr. Mora 7, Centro Histórico, Ciudad de México
Horario: Martes a domingo, de 9:00 a 17:00 hrs.
Entrada: Martes a sábado: $30; entrada libre para personas con credencial de estudiante o INAPAM y al público general los domingos.
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