Atalaya, comida del huerto a tu paladar
En la Ciudad de México, subiendo hacia Bosques de Las Lomas, existe un lugar donde la cocina obedece a la dieta mediterránea.
Esto es algo de lo que encontrarás en el restaurante Atalaya, allí el buen comer y el excelente trato familiar son característicos.
Desde hace casi tres años, de la mano y la inspiración del prestigioso chef mexicano Atzin Santos, quien cuenta con 20 años de trayectoria en la gastronomía internacional, el Atalaya ha resurgido como uno de los favoritos por los comensales del país y de algunos visitantes de todo el mundo.
Una de las generalidades de la alimentación mediterránea es contener muchos productos vegetales y mariscos, convirtiéndola en una base muy sana para comer. Uno de los detalles que le han dado ese sabor y gran éxito al Atalaya es que los productos son seleccionados por el chef Santos, pues la mayoría de los ingredientes vegetales del restaurante tienen su origen en el huerto Atalaya Orgánico, ubicado en Tepozotlán, propiedad de Atzin. De este lugar se cosechan, por ejemplo, entre 30 y 40 clases de jitomate, setas y hongos, como el shitake; también se cosecha coliflor, zanahorias y moras, entre otros.
El chef Atalaya presta mucha atención en la procedencia de sus productos sin descuidar el consumo nacional que nuestro país pueda proveer, entre ellos, el pato es traído de Michoacán, el cerdo de Chihuahua y Querétaro, los pescados son michoacanos y veracruzanos, trae los quesos de Puebla, y los chiles, semillas y maíces los consigue de Oaxaca.
Esto asegura la gran calidad y frescura de lo que se come en este restaurante, “tener un gran producto representa el 80% del éxito en un platillo, es por ello que, si no tienes ingredientes de primera calidad, es difícil hacer una buena cocina”, asegura el chef.
El Atalaya propone un menú de sabores tradicionales de la cocina mexicana con toques de la española, de donde Atzin heredó la primera carta del restaurante, y que no pierden platos clásicos europeos como el pámpano a la sal o el jamón ibérico.
Esta fusión de sabores y técnicas, así como su filosofía de comer sano y balanceado, le valió al Atalaya el año pasado el reconocimiento de ser el primer restaurante en toda Latinoamérica en tener el distintivo MetDiet, de manos del master sommelier, Juan Muñoz, embajador de la Fundación Dieta Mediterránea en Europa.
Con un esquema de cocina que se sirve del huerto a la mesa, el Atalaya tiene una extensa propuesta en platillos, entre los que destacan el carpaccio de jitomate, una entrada sencilla donde se puede tener hasta 30 sabores distintos. Son láminas de un jitomate diferente servidas en aceite de oliva, escama de sal, un granizado de los tomates maduros, y terminando el plato con hojas de acedera y mastuerzo, que añaden los toques ácidos y picantes.
Otro plato que no puedes dejar escapar es el de betabel. En Atalaya tienen cinco variedades de este tubérculo y se sirve de manera sencilla, con una técnica de blanqueado acompañado de un pesto de hoja santa, quelites, quintoniles y queso pijijiapan directo de Chiapas, con aderezo de yogurt artesanal.
Si quieres un buen plato de hongos, las setas rosas o shitake son tu opción, ya que se sirven salteados en mantequilla de epazote, acompañados de puré de papa con aceite de trufa y huevos de corral.
Para el plato fuerte, las sugerencia del chef Atzin Santos son la totoaba en mole de huitlacoche y puré de coliflor, o el pipián de pistache con esmedregal, chilacayotes y ensalada de habitas de huerto. En cuestión de carnes, puedes pedir el pato glaseado con miel servido con mole que puede ser de capulín, tuna roja o almendras, dependiendo de la temporada del año.
La sección de postres continúa con la línea de sabores mexicanos. Y en la carta podemos encontrar platillos como la papaya nixtamalizada, servida con ceniza de hoja santa y acompañada con helado de requesón de Michoacán; o el nicuatole, postre tradicional oaxaqueño a base de agua, canela y maíz triturado cocido, el cual queda cuajado como un tipo de gelatina. Esta delicia se sirve con un crujiente de pinole, helado de jamaica y palomitas de maíz.
Atalaya cuenta con una cava que combina lo mejor de México y España, aunque actualmente están expandiendo su oferta para tener vinos de Norteamérica, Chile y África.
Degustar alimentos en un restaurante requiere de otros factores para convertirse en una visita inolvidable. La atención y el ambiente pueden marcar la gran diferencia entre volver o no a un lugar. Esto es de suma importancia en el Atalaya, es por ello que, fieles a brindar al comensal una experiencia gastronómica del mejor nivel, la atención al cliente está igual de cuidada que la calidad de sus alimentos.
El ambiente del restaurante es de corte clásico, acogedor y elegante, con el concepto del restaurante de mantel. El lugar está reservado para 260 asientos divididos en tres áreas: el salón principal, el área de fumar y una terraza recién abierta.
Entre semana, el lugar está pensado para amigos y comidas de tipo empresarial. En fin de semana, Atalaya abre sus puertas a las familias: para los niños hay una ludoteca con videojuegos, futbolito, y resbaladilla, además son cuidados por nanas.
La forma particular de comenzar a comer en Atalaya es con una aceituna Kalamata rellena de jalea de vermut cubierta de chocolate, para después sugerir los menús de especialidades o de degustación para compartir. El cheque promedio de visita es de 750 a 800 pesos en comida y cena, mientras que en desayunos, el costo oscila entre los 250 y 300 pesos por persona.