Los adelantos en salud ocular prometen ayudar a conservar o recuperar la vista
Durante años había consultado a oftalmólogos por una enfermedad autoinmune que le inflamaba los ojos. De repente empezó a ver las cosas borrosas y descoloridas.
Judith Stout, una residente de Rotterdam, Holanda, de 35 años, estaba teniendo problemas para ver. Durante años había consultado a oftalmólogos por una enfermedad autoinmune que le inflamaba los ojos. De repente empezó a ver las cosas borrosas y descoloridas.
En su siguiente visita al oftalmólogo, se sorprendió al saber que tenía una forma de glaucoma, una de las principales causas de ceguera. Como es común en estos casos, la presión del líquido intraocular en uno de sus ojos había aumentado mucho, lo cual podía dañarle el nervio óptico y hacer que perdiera la vista.
Cuando el glaucoma se diagnostica a tiempo, muchas personas pueden conservar la vista usando gotas para los ojos prescritas por un especialista. Judith las usó, pero no le sirvieron. “Sólo me quedaba una opción: que me operaran”, dice. Un cirujano le implantó un stent (endoprótesis) debajo del párpado superior del ojo afectado para reducir la presión intraocular.
Este procedimiento es relativamente nuevo. Hace una década Judith habría corrido un riesgo permanente de quedar ciega, pero recibir un diagnóstico oportuno le evitó un daño irreversible. “Ya veo bien otra vez”, afirma.
En años recientes ha habido muchos avances en el tratamiento de las enfermedades de los ojos: stents para reducir la presión intraocular, cirugía guiada por láser, implante de microlentes telescópicos, etc. “La ceguera en el mundo se redujo en cerca de 40 por ciento en los últimos 20 años, y en los países desarrollados, en 50 por ciento”, dice el doctor Serge Resnikoff, oftalmólogo de Ginebra, Suiza, y vocero del Consejo Internacional de Oftalmología. Sin embargo, sigue habiendo millones de personas afectadas, incluso en los países desarrollados, que necesitan tener acceso a los tratamientos más novedosos.
“Estamos trabajando para hacer disponibles estos tratamientos para más personas”, asegura Ian Banks, presidente del Foro Europeo contra la Ceguera, con sede en Bruselas. “Algunos de ellos son revolucionarios, y definitorios entre vivir con ceguera o llevar una vida normal”.
A continuación presentamos los avances que están ayudando a que las personas vean bien:
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la segunda causa de ceguera en el mundo es el glaucoma, enfermedad que no produce síntomas notorios en sus etapas iniciales y que actualmente afecta a cerca de tres por ciento de la población mundial. El minúsculo stent que le redujo la dañina presión intraocular a Judith Stout es el avance más reciente en el tratamiento del glaucoma.
Pronto podría estar disponible otro tratamiento: unos lentes de contacto que suministran medicamento antiglaucoma. “No es fácil ponerse gotas”, dice Resnikoff. “Cualquier forma nueva de suministro que evite a la gente tener que ponerse gotas a diario será un gran avance”.
Esos lentes ya se han probado en animales de laboratorio y suministran el medicamento con eficacia hasta por un mes. Hacen falta más estudios para determinar si serían seguros para los humanos. Como sucede con todos los lentes de contacto, el riesgo de infecciones intraoculares puede aumentar si debajo de ellos proliferan microorganismos nocivos, dice el doctor Bart P. Leroy, presidente de la Asociación Europea para el Estudio de la Vista y los Ojos y director del departamento de oftalmología del Hospital de la Universidad de Gante.
Las hormonas podrían ser otra arma para combatir el glaucoma. Un estudio reciente reveló que las mujeres que toman terapia de reemplazo hormonal (TRH) sólo con estrógenos corren menor riesgo de padecer glaucoma. “Investigaciones previas habían demostrado que la exposición a los estrógenos puede reducir la presión intraocular”, señala el doctor Joshua D. Stein, autor del estudio y profesor de oftalmología en la Universidad de Michigan.
“Otros estudios indican que los estrógenos podrían proteger el nervio óptico y la capa de fibras nerviosas de la retina, a las que el glaucoma puede dañar”. Los investigadores no saben si la TRH puede
evitar o no el avance de la enfermedad en personas que ya la padecen; hacen falta más estudios.
De acuerdo con una compilación de datos realizada por la OMS, en 2010 había en el mundo unos 20 millones de personas aquejadas de cataratas, una opacificación total o parcial del cristalino del ojo que vuelve borrosa la visión y que, en etapas avanzadas, hace que las pupilas se vean blancuzcas. En más de la mitad de esas personas las cataratas se forman a partir de los 60 años de edad, y si no se tratan, producen ceguera.
La cirugía de cataratas, en la que el médico extirpa el cristalino opacificado e implanta uno artificial, se practica desde los años 50, y a partir de los años 90 la facoemulsificación se convirtió en la técnica quirúrgica de empleo habitual. En ella se hacen incisiones más pequeñas que en las operaciones anteriores, y no siempre requiere suturas.
La nueva cirugía guiada por láser facilita el tratamiento de las cataratas. “Con el láser se hacen incisiones mucho más precisas en la cápsula que envuelve el cristalino que con el bisturí usado en la facoemulsificación. Sanan más rápidamente”, explica el doctor Leroy. En la actualidad, menos del cinco por ciento de las operaciones de cataratas se hacen con láser, pero su popularidad va en aumento.
“El costo del equipo es bastante elevado, pero creo que esta técnica será la más utilizada dentro de unos años”, dice el doctor Resnikoff.
Hoy día más adultos mayores se someten a cirugía de cataratas, lo que ayuda a evitar que sufran caídas. Los estudios han correlacionado esta operación con un menor riesgo de sufrir fracturas de cadera.
La retinopatía diabética es una complicación de la diabetes debido a la cual los pequeños vasos sanguíneos de la retina presentan rupturas, y la sangre oscurece el campo visual. Diagnosticarla en su etapa inicial y mantener estables la presión arterial y el nivel de glucosa en la sangre pueden ayudar a limitar el daño. “La incidencia de diabetes ha aumentado, pero no el número de personas que se quedan ciegas porque el tratamiento ha mejorado”, dice Resnikoff.
Durante años los pacientes recibieron cirugía láser. En fechas recientes las inyecciones intraoculares han dado buenos resultados. Algunos oftalmólogos inyectan esteroides para reducir la acumulación de líquido, o factor de crecimiento endotelial antivascular (FCEA), que frena el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos y los hace menos frágiles; otra opción de tratamiento son los microARN, fragmentos de ácido ribonucleico cuya acción es muy parecida a la de los medicamentos antiFCEA.
Stela Prgomelja, de 44 años, de Belgrado, Serbia, empezó a perder la vista a causa de la retinopatía diabética, pero sus médicos lograron estabilizarle la visión. “Tuve mucha suerte de que consiguieran detener la pérdida visual”, señala. “Veo unas manchitas negras que no desaparecen. Es sangre de los diminutos vasos de la retina. Si no se evita el sangrado, uno puede quedar ciego”.
Toda persona diabética debe acudir al oftalmólogo una vez al año. “Cuanto más pronto se trate la retinopatía, mayor la probabilidad de conservar la vista”, dice el doctor Hansjuergen Agostini, especialista en retina del Centro Oftalmológico de la Universidad de Friburgo, Alemania.
La degeneración macular relacionada con la edad (DMRE) hace perder la vista, a veces gradualmente y a veces de forma súbita. Afecta a la mácula, la parte de la retina que permite ver con nitidez los objetos situados directamente enfrente de los ojos. “La persona aquejada de DMRE siempre tiene una buena visión periférica”, explica el doctor Agostini. “Puede caminar a través de una habitación, pero no distingue ningún rostro que esté justo delante de ella”.
Existen dos tipos de DMRE: la húmeda y la seca. Alrededor de 90 por ciento de las personas presentan el tipo seco, que a menudo es consecuencia del envejecimiento; el tejido macular se adelgaza con el paso de los años, y esto hace que deje de funcionar con eficiencia. Por lo general esta forma de DMRE deteriora la visión poco a poco. No hay tratamiento ni cura para ella, aunque algunos médicos prescriben a sus pacientes complementos alimenticios.
La DMRE húmeda ocurre cuando se forman vasos sanguíneos anormales y muy frágiles debajo de la mácula. La pérdida visual puede ser más repentina y drástica que cuando se tiene DMRE seca. El tratamiento ordinario de la forma húmeda son inyecciones mensuales de fármacos antiFCEA.
Pronto, los implantes intraoculares quizá faciliten el tratamiento. “Hay empresas que están trabajando en el desarrollo de implantes que liberan continuamente en el ojo una pequeña cantidad de anticuerpos antiFCEA”, dice el doctor Leroy.
A algunas personas aquejadas de DMRE que han perdido la visión central se les ha implantado un microlente telescópico en un ojo. Estos lentes aumentan el tamaño de los objetos en el campo visual, lo que facilita ver objetos o leer letreros desde lejos con ese ojo. La visión en el otro ojo no resulta afectada, lo que permite a los usuarios seguir distinguiendo objetos con la visión periférica.
“Estos lentes no se han usado mucho y no estoy seguro de que vayan a cobrar auge”, comenta Leroy. “La amplificación acerca los objetos, pero reduce el campo visual”.
Conforme envejecemos, sobre todo a partir de los 70 años, nuestros ojos producen menos lágrimas, y para mantenerlos lubricados podemos llegar a requerir gotas. En la era digital ha empeorado la sequedad de ojos; el parpadeo esparce las lágrimas por toda la superficie del ojo, pero parpadeamos menos cuando usamos la compu-tadora. “Mirar fijamente una pantalla es una enfermedad muy moderna”, dice Leroy.
“Si pasas más de una hora frente a una pantalla, será mejor que te levantes, camines un poco y mires objetos distantes”.
Las gotas para los ojos los humedecen, pero contienen conservadores que pueden causar reacciones alérgicas. “Un avance en lágrimas artificiales de la última década son las gotas sin conservadores envasadas en goteros especiales que las mantienen estériles”, añade Leroy.
Los investigadores que buscan nuevos tratamientos para la sequedad de ojos usan el mapeo computarizado para determinar cómo se distribuyen las lágrimas por la superficie del ojo, o película lagrimal. “La sequedad de ojos no sólo tiene que ver con el volumen de lágrimas, sino también con la composición de la película lagrimal”, señala Resnikoff.
Muchas personas pierden la vista a pesar de los mejores esfuerzos de sus médicos, pero la tecnología ayuda a algunas a recuperarla. A causa de una enfermedad hereditaria, Keith Hayman, un residente de 66 años de Lancashire, Inglaterra, padeció ceguera total durante tres décadas, pero en 2009 recibió un implante de retina que lo ayudó a ver de nuevo.
Hoy usa unas gafas especiales provistas de una minicámara que graba imágenes de video. Una computadora transforma éstas en señales que hacen que el implante produzca pequeñas descargas eléctricas, las cuales estimulan a las células retinianas funcionales restantes para que transmitan la información visual al cerebro.
Hayman puede ver siluetas, contornos y el contraste entre luz y oscuridad. “No distingo las facciones de las personas, pero ya no estoy atrapado en la negrura; me doy cuenta cuando hay gente a mi alrededor”, afirma. “Es un gran avance”.
La vista es invaluable, y si tomamos medidas para protegerla, podemos conservarla a lo largo de la vida. “Más de la mitad de los casos de ceguera se podrían evitar”, dice Ian Banks. “La clave es un diagnóstico oportuno”. Para evitar problemas oftálmicos, es aconsejable que todas las personas mayores de 40 años se hagan un examen anual de la vista. Los diabéticos debe controlar su nivel de glucosa en la sangre y hacerse también un examen de la vista cada año.
Judith Stout está feliz de haber acudido al oftalmólogo antes de que fuera demasiado tarde. “Ahora le digo a todo el mundo que se examine los ojos con regularidad”.