Más de 15 millones de bebés son prematuros cada año en todo el mundo, de los cuales aproximadamente 200 mil son en México.
La prematurez es la primera causa de muerte en bebés en el mundo y la segunda en México.
Según la Organización Mundial de la Salud, la prematurez se refiere a cualquier recién nacido vivo antes de las 37 semanas de gestación.
Estos bebés plantean desafíos significativos tanto para los profesionales de la salud como para las familias. Pues los bebés prematuros son propensos a una serie de complicaciones médicas, desde dificultades respiratorias hasta problemas de alimentación y una mayor susceptibilidad a infecciones.
Se sabe que si un bebé prematuro no recibe un soporte nutricional adecuado en sus primeras horas de vida, puede tener riesgos de presentar alteraciones cognitivas y visuales. Así como una disminución del Coeficiente Intelectual.
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Gracias a la tecnología actualmente es posible que un bebé de tan solo medio kilo sobreviva. Pero para que salga adelante son vitales tanto la ventilación como la alimentación, explica el Dr. Salvador Ríos, especialista en nutrición enteral y parenteral.
“De repente tiene que usar sus pulmones inmaduros para tratar de oxigenar la sangre dependiendo de la edad gestacional; mientras más prematuro, menos desarrollados los pulmones, así que debe ser conectados a un ventilador”, detalla Ríos.
Y no solo eso. Antes recibía los nutrientes por el cordón umbilical, pero ahora se le debe suministrar alimentación especial debido al grado de inmadurez de sus intestinos.
“Es incapaz de absorber el calostro, la leche materna, así que es necesario suplementar o suplantar lo que no pueden absorber por medio de su intestino”, precisa el especialista.
El intestino necesita un adecuado aporte de oxígeno para estar vivo y madurar. Cuando la prematuridad de un bebé impide una alimentación adecuada, puede producirse una afección conocida como enterocolitis necrotizante. La cual provoca la muerte de porciones del intestino, inutilizando en ese momento los métodos tradicionales de alimentación.
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Una nutrición parenteral práctica que pueda administrarse a un recién nacido dentro de las primeras ocho horas, o idealmente durante lo que los neonatólogos denominan la hora dorada, que son los primeros 60 minutos tras el nacimiento, es increíblemente importante. Durante este tiempo de transición y ajuste críticos, garantizar una nutrición adecuada es crucial.
Esta alimentación parenteral contiene todos los nutrientes necesarios para el bebé en esa etapa. Aporta los lípidos, las proteínas y los carbohidratos —que son los componentes de los macronutrientes— , indispensables para un óptimo desarrollo.
Existe una fórmula lista para usarse diseñada para el bebé prematuro. Contiene los aminoácidos necesarios, que son los bloques que construyen las proteínas. Las cuales son muy necesarias en ese momento porque el bebé necesita construir músculo para crecer sano y fuerte.
Las proteínas también sirven para la síntesis de músculo, mientras que la grasa es necesaria para la función hormonal y el crecimiento del cerebro.
“El cerebro está conformado por grasa, si lo observamos notamos que su consistencia es oleaginosa, así que se requiere un perfil específico de grasas en esa etapa crítica del desarrollo”, explica el también gerente senior de asuntos médicos para Baxter México, Centroamérica, Puerto Rico y el Caribe.
“La nutrición parenteral aporta una nutrición adecuada, completa y específicamente diseñada para un neonato. Esto no es igual que un infante de 0 a 5 años, pues tienen necesidades diferentes; los niños no son adultos chiquitos, las fórmulas de los adultos no tienen las características de las fórmulas para los prematuros”, precisa Ríos.
Dicha formulación se haya en el sistema de salud mexicano debido a que ayuda al crecimiento adecuado de los prematuros, pero no solo eso, sino que ayuda a un desarrollo psicomotriz adecuado.
“Hay bebés de 28 semanas, tienen el tamaño de un puño, así que alimentarlos es muy difícil, pero los canalizan para que por la vena umbilical reciban la nutrición parenteral”, explica el Dr. Salvador Ríos, especialista en este tipo de nutrición.
Bebés de ese tamaño solo reciben 40-50 mililitros al día, pero la bolsa es de 300 mililitros, así que puede alimentar a un bebé de hasta dos kilos y medio.
La mayoría de los médicos prescriben esta alimentación de acuerdo al reporte de uso, que es de unos 5 a 7 días. Sacan al bebé de la parte crítica y esperan a que su intestino empiece a tolerar el calostro y la leche materna.
Las directrices internacionales sugieren que los bebés prematuros de entre 20 y 25 semanas reciban nutrición parenteral y no puedan ser amamantados debido a la probable intubación. En su lugar, se utilizan sondas de alimentación para suministrar nutrientes, o el bebé puede recibir gotitas de leche enriquecida. La lactancia sólo se permite cuando el bebé está extubado y demuestra un reflejo de succión adecuado.
La nutrición parenteral desempeña un papel crucial en el cuidado de los bebés prematuros al proporcionar una fuente segura y equilibrada de nutrientes ante la interrupción del aporte de los mismos a través del cordón umbilical por haber nacido antes de tiempo.
“Esta forma de nutrición es esencial para favorecer el desarrollo adecuado de los bebés prematuros, especialmente durante las etapas críticas”, finalizó el especialista.
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