Entre niños: Buena solución
Mi esposo y yo trabajamos todo el día, y nuestros dos hijos se quedan en la escuela hasta la tarde, cuando pasamos a recogerlos.
Buena solución
Mi esposo y yo trabajamos todo el día, y nuestros dos hijos se quedan en la escuela hasta la tarde, cuando pasamos a recogerlos. Durante varios días Mauricio, de seis años, me pidió que le comprara un perrito, pero como no podemos tener una mascota por nuestro ajetreado ritmo de vida, decidí explicárselo.
—Mira, hijo, nosotros no estamos todo el día en la casa. El perrito va a estar muy solo y muy triste. ¿Te gustaría verlo así?
El niño respondió que no, pero siguió insistiendo. Así estuvimos un rato: él pidiéndome el perrito y yo contestándole lo mismo.
Días después, mi hijo se acercó a mí muy emocionado y dijo:
—¡Mami, mami! Ya sé cuál es la solución para que el perrito no esté solo y triste.
—¿Cuál? —le pregunté, intrigada.
—¡Pues que me compres dos perritos! Así se acompañarán y nunca estarán solos ni tristes.
Carmen Zambrano, México
Fui de compras al centro de la ciudad de Toronto con mi hija Ami, de cuatro años. Tras 20 minutos de dar vueltas en el auto buscando un sitio para estacionarnos, me alegré al ver un espacio libre. Mientras nos dirigíamos a la entrada de la tienda, Ami de repente me dijo:
—Mamá, ya sé por qué se mueren las personas.
Sorprendida, le pregunté:
—¿Por qué?
—Porque si nadie se muriera, no habría ni un solo lugar para estacionarse —contestó.
Carmela Kvas-Harden, Canadá
Mi hija, de seis años, quiso llenar el formulario de datos personales en el consultorio médico. Llena de orgullo, leía en voz alta las preguntas y respuestas. Cuando llegó al renglón que decía: “Médico familiar”, se quedó pensativa un momento y luego escribió: “Mi abuelita”.
Rumina Shivji, Canadá
Las cosas como son
Una mañana me disponía a llevar a la escuela a mi hija de cinco años, y se nos estaba haciendo tarde.
La casa era un caos; mi esposa y yo corríamos por todos lados. De pronto, vi a la niña sentada en un sillón, muy pensativa.
—Hija, ¿no ves la hora que es, y tú tan tranquila? —le dije—. ¿En qué estás pensando?
Sin inmutarse, ella respondió con toda sinceridad:
—En los enemigos de Batman, papi.
Miguel Ángel Díaz, México
Una vez, mientras viajábamos en el auto, me volví hacia mis tres hijas pequeñas, que iban en el asiento trasero, y les dije:
—Cuando lleguemos a la casa quiero que limpien perfectamente su habitación. El tío Steve vendrá a visitarnos, y todo debe estar impecable: limpio y en orden.
Tras una pausa, una de las niñas, de ocho años, replicó:
—¿No es eso como decir mentiras, mamá?
Penny Powell, Canadá