Durante años nos han repetido que debemos ir al dentista cada seis meses, como si fuera una norma inquebrantable. Sin embargo, hoy en día, la frecuencia ideal para visitar al dentista ya no es la misma para todos. Entonces, si te preguntas con qué frecuencia debes acudir al dentista, acá te explicamos.
Según la Asociación Dental Americana (ADA), las visitas deben adaptarse a las necesidades individuales de cada paciente.
¿Por qué ir al dentista con regularidad?
Más allá de una simple limpieza, las revisiones dentales permiten:
- Detectar caries, gingivitis y otras enfermedades bucales a tiempo
- Prevenir complicaciones costosas o dolorosas
- Monitorear trabajos dentales como implantes, coronas o puentes
- Evaluar el estado de las encías y la salud bucal general
La detección temprana de estos problemas permite tratamientos más simples, económicos y efectivos.
¿Con qué frecuencia debes acudir al dentista?
Para muchas personas, una revisión cada seis meses sigue siendo una buena regla. Pero algunos grupos requieren visitas más frecuentes, incluso cada tres a cuatro meses, dependiendo de su estado de salud bucal y general.
Debes acudir más seguido si:
- Eres adulto mayor, con desafíos específicos como resequedad bucal o pérdida de dientes.
- Tienes historial de enfermedad de las encías, que requiere vigilancia constante.
- Has tenido implantes, coronas o puentes, que deben revisarse periódicamente.
- Sufres obesidad, fumas o bebes alcohol en exceso.
- Has descuidado tu higiene dental por años.
- Usas dentadura completa: también necesitas revisiones para evitar llagas, infecciones o mal ajuste.
¿Y si no tengo molestias?
Aunque no tengas dolor, las enfermedades dentales pueden avanzar sin síntomas evidentes. Una visita regular permite detectar señales tempranas que tú no notarías. Recuerda: la prevención es más económica y menos dolorosa que un tratamiento tardío.
Conclusión: cada boca tiene su propio calendario
No existe una única frecuencia válida para todos. Consulta a tu dentista para determinar qué tan seguido debes acudir. Adaptar tus visitas a tu situación personal es la mejor forma de proteger tu sonrisa a largo plazo.