Cámaras de enfoque automático
En el fugaz instante entre el disparo y la apertura del diafragma, una cámara automática mide la distancia del objetivo a la escena por fotografiar y ajusta el enfoque para lograr la definición óptima....
En el fugaz instante entre el disparo y la apertura del diafragma, una cámara automática mide la distancia del objetivo a la escena por fotografiar y ajusta el enfoque para lograr la definición óptima.
La mayoría de las cámaras automáticas compactas tienen un motorcito eléctrico que activa un emisor de luz infrarroja. Éste se conecta al objetivo, que se mueve hacia adelante o hacia atrás conforme el haz va enfocando a partir del primer plano.
El haz se refleja en la escena y regresa a la cámara, donde el emisor suspende el haz cuando una señal indica que la lente está enfocada. Esto dispara automáticamente la cámara.
Algunas cámaras instantáneas cuentan con enfoque ultrasónico, similar al sistema de orientación de los murciélagos. Un disco con chapa de oro (el transductor) emite “chillidos” agudos que no capta el oído humano, cada uno de 1/1000 de segundo.
El disco recibe el eco de estas señales reflejadas por la escena, y una microcomputadora integrada mide el tiempo que cada señal tarda en salir y regresar. Con base en esto, calcula la distancia a la escena.
Las cámaras réflex de un solo objetivo y de enfoque automático cuentan con el llamado sistema de detección electrónica de fase. En éste, la luz que entra por el objetivo se separa en dos imágenes. Un sensor mide la distancia entre ellas, que tienen una separación específica cuando la lente enfoca bien.
En un espacio no mayor que el de un botón de camisa, un microchip contiene hasta 450,000 componentes electrónicos. Sus conexiones forman circuitos eléctricos que sólo son visibles bajo el microscopio.
Los microchips regulan relojes y los programas de las lavadoras de ropa; nos derrotan en los juegos de video y controlan los robots de las líneas de producción de autos.
En cuanto a la electrónica, los circuitos de los microchips no son especialmente complejos; muchos son simples interruptores. La magia de los microchips radica en su pequeñez, que permite que las señales fluyan a velocidad fulminante. De este modo pueden realizar hasta 250 millones de cálculos por segundo.
La mayoría de los microchips son de silicio, uno de los elementos más abundantes de la Tierra, que se obtiene fácilmente de la arena y las rocas.
Cómo son y cómo funcionan casi todas las cosas