¿Nos afectan los carbohidratos? Las redes sociales ofrecen a los usuarios información inmediata y globalizada. Lo que antes podía tardar varios días en darse a conocer ahora se ‘viraliza’ en tan solo unos momentos y con unos cuantos clics. Tanta información ‘suelta en la red’ entorpece la capacidad de discernimiento. Diariamente recibimos información pseudocientífica sobre infinidad de temas, incluidos los de las ciencias de la salud.
En un mundo donde la obesidad es reina y señora las dietas milagro son una de los temas más abordados en la red. Todas carecen de fundamentos científicos, pero aun así son practicadas por infinidad de personas.
Entre tanta información falsa ha crecido uno de los peores mitos respecto a la alimentación: los carbohidratos son nuestros enemigos. Ese miedo infundado ahora se conoce como carbofobia.
Por ejemplo, las dietas milagro que ofrecen resultados instantáneos y sin fundamento científico solo provocarán el desbalance metabólico del organismo, lo que repercutirá en nuestra salud.
Aclarado lo anterior, la siguiente información tiene como finalidad mostrar, el miedo infundado a los carbohidratos, mejor conocido como carbofobia: Evitar comer alimentos ricos en carbohidratos simples o complejos (hidratos de carbono) por temor a subir de peso.
Los carbohidratos aportan hasta el 60 por ciento de las necesidad energéticas diarias.
Actualmente algunos grupos promueven la necesidad de disminuir —e incluso eliminar— el consumo de carbohidratos por supuestas intolerancias a nivel intestinal, explica el Dr. Alberto Molás, miembro del Consejo Consultor de Nutriólogos de Herbalife Nutrition.
Las principales patologías que se relacionan con una mala digestión de los carbohidratos son:
Enfermedad celiaca o celaquía. Está catalogada como una enfermedad sistémica autoinmune que se manifiesta de distintas formas en varios órganos, pero ataca primariamente al aparato digestivo en personas genéticamente predispuestas.
Afecciones provocadas por la deficiente absorción de lactosa (azúcar de la leche). El cuerpo necesita una enzima llamada lactasa para poder digerir la lactosa.
Las alteraciones de dicha enzima se relacionan en la mayoría de los casos con una disbiosis intestinal (pérdida de microorganismos beneficiosos), la cual se favorece con el consumo de prebióticos y probióticos.
En segundo lugar se encuentran las dietas para el control de peso que tienen su fundamento en la reducción —o casi la eliminación— de los carbohidratos de la alimentación.
Una dieta correcta debe cumplir varios parámetros:
Por lo tanto, un plan de alimentación para reducción de peso no tendrá éxito si no cuenta con las calorías suficientes con base en cereales, lácteos, frutas y verduras. Es importante recordar que un promedio de entre 45 y 60 por ciento del total de calorías provenientes de los carbohidratos.
La importancia de los carbohidratos radica en que son la principal fuente de energía de nuestro organismo: el cerebro por sí solo consume en promedio el 25 por ciento de los carbohidratos y, para nuestros músculos, también son el sustrato energético predilecto y más todavía si realizamos actividad física.
Al eliminarlos de nuestra alimentación no solo nos vamos a sentir somnolientos y cansados, también se afectará el metabolismo (cambios químicos a nivel celular), lo cual provocará un estado de ahorro en nuestro organismo que se define como un aumento de peso, debido a que el tejido adiposo es la manera en que nuestro cuerpo almacena energía.
El principio de las dietas cetogénicas (alta en grasas y baja en carbohidratos) se basa en que una restricción de carbohidratos en nuestra alimentación obligaría al organismo a utilizar la reserva de grasa que almacenamos para transformarla en glucosa (hidrato de carbono) y así satisfacer las necesidades de energía “rápida” en nuestro cuerpo.
Pero múltiples estudios han demostrado que esto no ocurre así, sino que antes de comenzar a utilizar las grasas de reserva en el tejido adiposo como fuente de energía se utilizarán las proteínas almacenadas en el músculo, lo que causaría pérdida de la masa muscular con sus respectivas repercusiones.
La eliminación de los carbohidratos afecta el estado de ánimo, pues su ingesta contribuye a la liberación de serotonina, una sustancia química que tiene una amplia variedad de funciones en el cuerpo entre las que se encuentran las sensaciones de bienestar y placer.
Cuando existe una deficiencia de este grupo de alimentos la energía se va al piso y llegan el cansancio, la irritabilidad, el sueño y, lo que es peor, un aumento en los niveles de ansiedad, lo que convierte este tipo de dietas en algo insostenible en el largo plazo.
Antes de iniciar un plan de alimentación es primordial que un equipo multidisciplinario en ciencias de la salud realice una valoración clínica, para poder ofrecerte la mejor estrategia a seguir.
Recuerda que no se trata de “hacer una dieta” o eliminar macronutrientes, el objetivo es un cambio en tu estilo de vida que permite un estado óptimo de salud.
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