Chistes locos de gente jocosa
Los chascarrillos que matan de risa a los profesionales.Cuando la gente sabe que yo produje las películas Colegio de animales y La gran locura americana, de manera invariable me piden que les cuente un...
Los chascarrillos que matan de risa a los profesionales.
Cuando la gente sabe que yo produje las películas Colegio de animales y La gran locura americana, de manera invariable me piden que les cuente un chiste. Yo les relato la ocasión en que me encontré al cómico Henny Youngman en el hipódromo:
—Hola, Henny, ¿cómo te va? —lo saludé.
—Matty, le aposté al caballo más educado del mundo: dejó pasar a todos los demás caballos antes que él.
Invité a mis humoristas y actores cómicos preferidos a contar un chiste o anécdota que los mate de risa. ¡A ver si mejoran el mío!
Un tipo va a pescar al hielo por primera vez. De repente oye una voz:
—No hay peces bajo el hielo…
Él no le hace caso, se va a otra parte, abre un agujero en el hielo y echa el sedal en él. Entonces vuelve a oír la voz atronadora:
—No hay peces bajo el hielo…
Él mira nerviosamente al cielo y dice:
—Señor, ¿eres tú?
—No, soy el encargado de la pista.
Allison Janney, actriz
“Me gustan las escaleras mecánicas porque no fallan; a lo sumo se vuelven fijas. Jamás veremos un letrero que diga ‘Escalera temporalmente averiada’, sólo ‘Escalera provisionalmente estática’”.
Cole Bolton, editor, citando al cómico Mitch Hedberg
Dos piratas, Morgan y Drake, se encuentran en una taberna. Drake lleva un parche en un ojo, un gancho en vez de mano y una pata de palo.
—¡Por Dios, compañero! —exclama Morgan—. ¿Qué te pasó?
—Atacaron mi barco, y un cañonazo me despedazó la pierna, así que ahora uso esta pata de palo.
—¿Y la mano?
—Cuando se hundió el barco, un tiburón me la arrancó de un mordisco; por eso ahora uso este gancho.
—Ya veo. ¿Y el parche en el ojo?
—Estaba yo en cubierta, y la gaviota más grande que he visto nunca me dejó caer su excremento en el ojo.
—Pero el excremento de gaviota no deja ciego a nadie.
—Cierto, pero era mi primer día con el gancho.
Jason Alexander, actor
“Lo único que que hay que saber de los hombres y las mujeres es que ellas están locas y ellos son estúpidos. Y la razón principal de la locura de las mujeres es la estupidez de los hombres”.
Rod Man, ganador de un concurso cómico en 2014, citando a George Carlin
En el cielo hay dos letreros enormes. Uno dice: “Hombres que hacían lo que sus esposas les decían”. La cola de hombres bajo ese letrero se extiende hasta perderse entre las nubes. El otro letrero dice: “Hombres que hacían lo que querían”, y bajo él hay un solo hombre.
—Nadie se ha puesto jamás ahí —le dice san Pedro, e intrigado añade—: Cuéntame por qué lo has hecho tú.
Encogiéndose de hombros, el hombre responde:
—No hay mucho que contar; mi esposa me dijo que me pusiera aquí.
Oscar Nuñez, actor
Un esqueleto entra a un bar. El cantinero le pregunta qué le sirve, y el esqueleto contesta: —Deme una cerveza y un trapeador.
John Goodman y Dan Aykroyd, actores (ambos enviaron este chiste)
“Rompí con mi novio. Él quería casarse, y yo no quería que se casara”.
Joe DeVito, comediante, citando a Rita Rudner
Una actríz de Hollywood le dice al doctor que le duele todo el cuerpo.
—Enséñeme —replica él.
Ella se clava un dedo en el brazo y suelta un alarido de dolor; se oprime el muslo y vuelve a gritar; se aprieta el pie y lo mismo.
—Creo que ya sé cuál es su problema —le dice el médico—: tiene fracturado ese dedo.
Jon Rappaport, escritor
“Anoche gasté 5,000 dólares en un seminario de reencarnación. Me dije: ‘¿Qué importa? Sólo se vive una vez’”.
Jonathan Katz, comediante
Dos caballos de carreras están en la cuadra. Uno le dice al otro:
—Antes de esa última carrera…
—¿La que ganaste? —inquiere el otro.
—Sí, antes de esa carrera sentí una punzada en las ancas.
—Qué curioso —responde el segundo—: yo también sentí una punzada en las ancas antes de la carrera que gané.
Un perro que va pasando por ahí se vuelve y les dice:
—¡So burros, los están dopando! ¡Les inyectan un estimulante para que corran como diablos!
Un caballo mira al otro y exclama:
—¡Cómo, ¿un perro que habla?!
Penn Jillette, mago y comediante
“Mi padre era velador, pero fue víctima de la tecnología: lo reemplazaron por un candado”.
Colin Quinn, comediante y actor, citando a Stu Trivax
Un hombre llama a la puerta de la señora López y le dice:
—Hubo un accidente en la cervecería. Su esposo se cayó en uno de los tanques y se ahogó.
—¡El pobre! —gime la señora—. ¡No tenía manera de salir de allí!
—Pues yo no estoy tan seguro de eso —replica el hombre—: salió tres veces del tanque para ir al baño.
Michael Reiss, escritor y productor
Una mujer les pregunta a sus dos pequeños hijos qué quieren desayunar.
—Yo quiero unos @#$%^& hot cakes —dice el primero.
La madre lo manda furiosa a su cuarto por decir palabrotas, y con una mirada fulminante le pregunta al otro qué quiere desayunar. A lo que el niño responde:
—Bueno, ¡yo no quiero unos @#$%^& hot cakes!
Bill Engvall, comediante
Querida, siempre me has acompañado en la larga sucesión de penas de la vida. En la enfermedad, la calvicie, la quiebra, siempre estuviste a mi lado. Cuando sufrí el infarto y la casa se incendió, la noche que cayó un rayo, y mi cáncer de hígado… y ahora, de repente, empiezo a pensar que tú eres la mala suerte.
Erica Rhodes, cómica
Un hombrecito tímido iba sentado del lado de la ventanilla en un avión, junto a un rudo y malencarado hombretón. El sujeto tímido estaba aterrado de volar, y tan pronto como despegó el avión le dieron náuseas, pero su compañero de asiento se había quedado profundamente dormido, y en lo que pensaba cómo podría pasar delante de él para ir al baño, no pudo aguantar más y volvió el estómago encima de él.
Mientras limpiaba lleno de angustia el vómito con cuidado de no despertar al gigante, éste abrió los ojos. El hombrecito tímido le sonrió y con voz temblorosa le dijo:
—¿Ya se siente mejor, amigo?
Arthur Hiller, director de cine
Anoche conocí a una chica preciosa, pero era algo delgada. Podía decirse que era una joven flacucha. Si se ponía de perfil, no la veía. La llevé a un restaurante, y el maître me dijo:
—¿Le guardo el paraguas?
Mel Brooks, escritor y cineasta