Como padres, nuestro instinto natural es proteger a nuestros hijos de cualquier amenaza. Sin embargo, hay peligros que pueden no ser tan visibles como los físicos, y uno de los más insidiosos es el acoso cibernético conocido como ciberacoso.
Este tipo de acoso se presenta de maneras sutiles y dañinas, muchas veces sin que lo sepamos. A medida que los niños navegan por un universo digital lleno de interacciones, son vulnerables a experiencias que podrían afectar su bienestar emocional y psicológico.
El Dr. Brenner Freeman, psiquiatra del Banner Behavioral Health Hospital, define el acoso cibernético como el uso de cualquier forma de comunicación electrónica para dañar o amenazar a otra persona.
A menudo, se piensa que este tipo de hostigamiento solo ocurre a través de mensajes de texto o redes sociales; sin embargo, el ciberacoso puede desarrollarse en aplicaciones, videojuegos y otros rincones de la comunidad virtual.
Este fenómeno puede abarcar desde mensajes despectivos y rumores en redes sociales hasta imágenes y perfiles falsos diseñados para avergonzar o amenazar a sus víctimas.
El acoso cibernético presenta varias particularidades que lo distinguen del acoso tradicional. Primero, su naturaleza persistente significa que no hay un “lugar seguro” donde los niños puedan escapar.
Mientras que el acoso físico puede limitarse a la escuela o a un entorno específico, el ciberacoso puede seguir a los niños adondequiera que vayan. Según el Dr. Freeman, “Los niños llevan consigo un elemento clave de su vida social en sus bolsillos, en forma de teléfono”.
Los efectos emocionales del ciberacoso a menudo son más devastadores que los físicos. Las humillaciones públicas pueden ser transmitidas a una audiencia mucho más amplia que las interacciones en un salón de clases.
En otras ocasiones, el acoso puede ser silencioso y personal, dejando a las víctimas y los acosadores en un juego psicológico que puede ser difícil de detectar. Debido al anonimato que proporciona el entorno digital, los acosadores pueden actuar sin confrontar las consecuencias emotivas que generan en sus víctimas.
Para combatir esta amenaza, el Dr. Freeman sugiere que los padres adopten un estilo de comunicación abierto y libre de prejuicios.
Alentar a los niños a hablar sobre sus experiencias en línea y saber que pueden pedir ayuda es fundamental. Además, los padres deben dejar en claro a sus hijos que el acoso cibernético no está bien y no debe ser tolerado. Algunas enseñanzas importantes incluyen:
“Así como los niños necesitan rueditas de entrenamiento para aprender a andar en bicicleta, también necesitan el apoyo de adultos para desarrollar conductas y relaciones saludables en línea”, enfatiza el Dr. Freeman.
Es crucial que los padres se mantengan alerta a las señales de alerta del ciberacoso, ya que no todos los niños son abiertos sobre sus sentimientos y lo que ocurre en sus vidas personales. Algunos signos comunes pueden incluir:
Cada niño reacciona de manera diferente al ciberacoso; algunos pueden responder con represalias, mientras que otros se muestran introspectivos o profundamente afectados por la situación.
Supervisar la actividad en línea de sus hijos es una forma efectiva de involucrarse, pero debe hacerse de manera respetuosa. Es esencial ser abiertos y honestos sobre el propósito de esta supervisión, y utilizar herramientas de control parental.
No obstante, los padres deben ser conscientes de que los acosadores pueden usar aplicaciones anónimas, lo que dificulta la detección.
“Los padres deben conocer a fondo los medios electrónicos que utilizan sus hijos para entender sus experiencias diarias”, sugiere el Dr. Freeman. Esta comprensión les permitirá estar atentos a lo que consume sus hijos, cómo piensan y cuáles son los posibles peligros que les rodean, así como los beneficios y desventajas inherentes a esos entornos digitales.
Cuando se trata de abordar el ciberacoso, es crucial hablar con su hijo sobre cómo manejar la situación. Si es apropiado, los padres pueden optar por negociar con la administración escolar, el maestro o los padres del acosador.
Sin embargo, siempre es importante priorizar la opinión y el bienestar del niño sobre cualquier acción que se decida tomar. En ciertos casos, un reporte anónimo puede ser una solución adecuada para evitar represalias directas contra la víctima.
El ciberacoso puede ser más dañino emocional y psicológicamente que el acoso físico. Los padres deben estar pendientes de las señales de advertencia y educar a sus hijos sobre cómo mantener su seguridad en línea.
Al hacerlo, no solo protegen a sus hijos, sino que también los empoderan para navegar de manera segura en un mundo cada vez más digital. Para denunciar, tener más información y recursos sobre cómo abordar el ciberacoso en México puedes hacerlo en:
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