Científica mexicana transforma el nopal en bioplástico 100% ecológico
Plástico biodegradable hecho de nopal: la apuesta mexicana por un mundo sin basura
¿Y si la solución al problema global del plástico estuviera en una planta del desierto? Así lo demuestra el innovador bioplástico creado por Sandra Pascoe Ortiz, investigadora mexicana que desarrolló un material 100% biodegradable a partir de nopal.
No contamina, se descompone en cuestión de días, y no necesita petróleo. ¿El futuro sustentable? Está más cerca de lo que creemos.
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La idea nació como un proyecto universitario en la Universidad del Valle de Atemajac (UNIVA), pero terminó convirtiéndose en una patente con proyección internacional. La doctora Pascoe descubrió que los azúcares y gomas del cactus pueden convertirse en biopolímeros naturales, es decir, en la base del plástico… pero sin contaminar.
Este material:
En condiciones ideales de compostaje, el plástico de nopal se biodegrada en dos semanas. Al aire libre puede tardar hasta tres meses, y en el mar se desintegra en aproximadamente 90 días, sin dejar microplásticos. Esto lo convierte en una alternativa real y ecológica frente al plástico convencional.
Además, al ser flexible y natural, es ideal para fabricar bolsas, envoltorios y empaques para productos secos o farmacéuticos.
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Ventajas:
Retos:
Sandra Pascoe Ortiz no solo ha creado una alternativa ecológica real, también ha inspirado a una nueva generación de científicas mexicanas. Su historia es un ejemplo de perseverancia y visión: retomó un proyecto abandonado, lo perfeccionó durante años y hoy su bioplástico es referente mundial.
Desde Zapopan, Jalisco, su laboratorio se ha convertido en un símbolo de innovación con identidad mexicana y compromiso ambiental.
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El plástico de nopal es mucho más que una curiosidad científica: es una solución tangible a la crisis de contaminación mundial. Su potencial para reemplazar materiales plásticos contaminantes podría transformar sectores enteros de la industria.
Pero para que eso ocurra, se necesita voluntad política, inversión pública y privada, y sobre todo, la decisión colectiva de cambiar nuestros hábitos de consumo.
¿Estamos listos para dejar el plástico por otras alternativas?