Considerada como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, implica una perspectiva diferente donde se evita el estrés, se fomentan los lazos familiares y, por supuesto, se eligen alimentos saludables de temporada y propios de la región.
¡Descubre cinco de sus secretos y aplícalos en tu alimentación!
Es rico en vitamina E, carotenos y ácidos grasos monoinsaturados que ayudan a proteger tu corazón.
Son la principal fuente de vitaminas, minerales y fibra de la Dieta Mediterránea. Además, gracias a su elevado contenido de antioxidantes y fibra, contribuyen a la prevención de enfermedades cardiovasculares y de algunos tipos de cáncer.
Su consumo es indispensable por su riqueza de carbohidratos y su aporte de energía. Y al ser integrales, brindan más fibra, minerales y vitaminas.
Son excelentes fuentes de proteínas, minerales y vitaminas. El yogurt también contiene microorganismos vivos que ayudan a equilibrar la fibra intestinal.
La fruta fresca es el postre del diario. Así, quienes siguen la Dieta Mediterránea evitan los excesos de grasa y azúcar de los postres refinados o más elaborados, que se reservan para ocasiones especiales. También son una buena alternativa a media mañana y como merienda.