Compuesta por alrededor de 100 a 1000 millones de bacterias por mililitro de secreción, la microbiota vaginal es la mejor aliada del bienestar íntimo de la mujer, por lo que es importante cuidarla a fin de evitar infecciones y otros riesgos como partos prematuros o una progresión más rápida y frecuente en lesiones cancerosas.
Como en muchos otros órganos del cuerpo en la vagina hay microorganismos que, desde la pubertad y hasta pasada la menopausia, la defienden contra agresiones y contribuyen a la buena salud íntima de la mujer, comenta en entrevista para el Biocodex Microbiota Institute el Dr. Jean-Marc Bohbot, andrólogo y especialista en infecciones urogenitales.
Desgraciadamente, si se producen desajustes en la microbiota vaginal, se pueden desarrollar dos tipos de infecciones: las de origen interno y externo.
Además de lactobacilos, en la vagina también hay otros microbios que solo esperan que no haya más lactobacilos para desarrollarse. Estas infecciones endógenas –es decir, de origen interno– son las llamadas micosis, que por lo general las mujeres piensan que contrajeron al ir al baño, en la alberca o con su pareja, pero no es así: se trata de un desequilibrio de la microbiota vaginal.
Otra infección interna además de la provocada por hongos microscópicos es la que causan ciertas bacterias presentes naturalmente en la vagina, que también aprovechan este desequilibrio para desarrollarse.
Esta afección se conoce como vaginosis bacteriana, se caracteriza por los olores desagradables que produce y es extremadamente frecuente. Las mujeres en sus años reproductivos son más propensas a contraer vaginosis bacteriana, pero esta puede afectar a mujeres de cualquier edad.
En cuanto a las infecciones externas –detalla el especialista–, una vagina desequilibrada es una puerta abierta a todos los microbios del exterior, pues carece de defensas, lo que implica más probabilidades de contagiarse de blenorragia, chlamydia, virus del papiloma humano, virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) que causa SIDA.
Existen otras consecuencias que pueden ser graves. En la mujer embarazada se sabe que un desequilibrio en la microbiota vaginal podría ser una causa importante de partos prematuros.
En el caso de las mujeres afectadas por el virus del papiloma humano —principal causa de cáncer cérvico-uterino— se ha observado que un desequilibrio de la microbiota vaginal, caracterizada por una menor cantidad de lactobacilos, incrementa la progresión a lesiones cancerosas más rápida y frecuentemente.
Por esa razón todas las mujeres con esta enfermedad deben asegurarse de tener una microbiota vaginal equilibrada que, hasta cierto grado, pueda protegerlas de la evolución hacia una lesión pre-cancerosa o cancerosa.
Para el cuidado de la microbiota vaginal en el día a día, el Dr. Bohbot recomienda cinco medidas clave:
Hay que evitar los antibióticos si no hay un buen motivo para usarlos. Desgraciadamente, de vez en cuando las mujeres no tienen mucho control sobre ello y no tienen otro remedio sino tomarlos.
También hay que evitar el uso de cualquier producto de aseo para lavar el interior de la vagina: ella se las arregla muy bien por sí sola para mantener la higiene, no necesita ayuda. Las duchas vaginales alteran el pH y pueden ocasionar un desequilibrio de la microbiota vaginal normal.
De la misma forma que uno no se lava el cabello con el jabón de manos, tampoco la mujer debe lavarse la zona genital con ese jabón: existen productos específicos que cuidan de la hidratación y pH local.
No simplemente reducir el consumo de cigarrillos, sino eliminarlo por completo.
Haber padecido una micosis una o dos veces no significa que cada vez que haya comezón en la zona íntima deba aplicarse un óvulo de venta libre, pues la autoprescripción puede deteriorar aún más la microbiota vaginal. Se recomienda consultar al médico.
Respecto de los probióticos como alternativa para el cuidado de la microbiota vaginal, el Dr. Bohbot los considera un auténtico adelanto en complemento a los antibióticos y antifúngicos con los que se tratan las infecciones ginecológicas.
“Si los microbios nocivos se siguen desarrollando es porque la microbiota vaginal es deficiente; de ahí la idea de reemplazarla por lactobacilos procedentes del exterior, es decir, bacterias vivas para sustituir a las deficientes”.
No existe un solo probiótico que sea eficaz en todas las mujeres. La microbiota de la mujer evoluciona a lo largo de su vida: en la adolescencia, en el momento de las primeras relaciones sexuales, si tiene muchas relaciones sexuales o si no tiene ninguna, en la menopausia.
En cada caso es el médico quien debe determinar qué probiótico tiene la máxima posibilidad de implantarse en cada vagina para devolver el equilibrio y mejorar la comodidad de la mujer.
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