La búsqueda de la apariencia física ideal se ha intensificado en la sociedad contemporánea, impulsada por la vorágine de las redes sociales. Esta presión estética no solo afecta a los adultos, sino que se infiltra en la adolescencia y, alarmantemente, en la niñez. En México, este fenómeno se encuentra con un grave problema: la falta de una edad mínima legal para los procedimientos estéticos, un vacío que expone a los más jóvenes a riesgos físicos y emocionales irreversibles.
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El riesgo emocional y el cuerpo en desarrollo
Desde una perspectiva emocional, la cirugía estética en menores es una decisión compleja y cargada de implicaciones psicológicas. Los jóvenes, en plena etapa de desarrollo, suelen buscar estos cambios impulsados por la baja autoestima o la necesidad de aceptación social. Sin embargo, someter a un cuerpo en crecimiento a cirugías invasivas conlleva riesgos que van más allá del quirófano:
- Inmadurez emocional: Es crucial que el menor tenga la madurez emocional para comprender los riesgos, los beneficios y el carácter permanente del procedimiento. Sin una evaluación psicológica exhaustiva, la decisión puede basarse en presiones externas o expectativas poco realistas que derivan en depresión, ansiedad o insatisfacción posterior.
- Desarrollo físico incompleto: Los especialistas, como los de la Asociación Mexicana de Cirugía Plástica, Estética y Reconstructiva (AMCPER), advierten que los cuerpos en desarrollo no siempre responden de forma segura. Procedimientos como la rinoplastia o los implantes mamarios no son apropiados hasta que el crecimiento óseo y glandular ha finalizado, lo que suele ocurrir en la adolescencia tardía o la mayoría de edad.
Es importante diferenciar que la mayoría de las intervenciones permitidas en menores, como la otoplastia (cirugía de orejas) o la cirugía de reducción mamaria, suelen tener una finalidad clínico-funcional para corregir deformidades congénitas o problemas de salud, y no puramente estética.
La cirugía estética en menores no es un juego. Conoce los riesgos físicos y emocionales y el impacto de la #LeyNicole.
El peligro del vacío legal en México
A diferencia de muchos procedimientos médicos que exigen protocolos estrictos, en México, la falta de una edad mínima establecida para las cirugías estéticas deja a niñas, niños y adolescentes en un estado de vulnerabilidad legal.
Esta laguna ha permitido que la capital y otras entidades se conviertan en centros donde la demanda de cirugías estéticas en adolescentes crece, impulsada por el turismo médico y la promoción en redes sociales.
Actualmente, la única barrera legal es el consentimiento de los padres o tutores legales. No obstante, este requisito puede ser fácilmente vulnerado o, peor aún, utilizado por los propios tutores para presionar o exponer al menor a riesgos innecesarios.
La situación se agrava por:
- Intrusismo y falta de regulación: Aunque la ley exige personal especializado y acreditado en el quirófano, existe una problemática constante con profesionales sin certificación que operan, y con la venta de insumos y productos sin el aval médico necesario.
- Responsabilidad de clínicas y hospitales: Se ha vuelto común que los hospitales se deslinden de responsabilidad al arrendar sus quirófanos a cirujanos. Esto crea un vacío en la cadena de seguridad y vigilancia que debe ser regulado.
El grito de conciencia y la “Ley Nicole”
El debate sobre la ética y la regulación en la cirugía estética tomó un giro trágico con el doloroso caso de una adolescente de 14 años en Durango, un evento que conmocionó al país y puso rostro a los riesgos que enfrentan los menores.
Esta tragedia evidenció la irresponsabilidad y la falta de ética de algunos profesionales, así como la vulnerabilidad del sistema legal. Los detalles de su caso, incluyendo múltiples procedimientos invasivos (aumento mamario, liposucción, lipotransferencia) realizados a espaldas de uno de sus padres mediante documentos falsificados, destaparon una cadena de negligencia que terminó en la muerte de la menor.
El cirujano a cargo, aun siendo certificado, actuó de forma inescrupulosa, e incluso su pareja (la madre de la niña) participó en el quirófano sin la preparación clínica adecuada, lo que llevó a imputaciones por delitos como usurpación de profesión, falsificación y omisión de cuidados.
A raíz de esta indignación, diversos legisladores han impulsado iniciativas a nivel local y federal, conocidas popularmente como la “Ley Nicole”, que buscan:
- Prohibir explícitamente las cirugías estéticas en menores de 18 años con fines meramente estéticos.
- Permitir intervenciones solo con justificación médica científica o reconstructiva (malformaciones, quemaduras), bajo estrictos protocolos clínicos y evaluación psicológica de la madurez del paciente.
- Establecer sanciones severas (incluyendo prisión) para quienes realicen procedimientos no justificados en menores.
- Reforzar la vigilancia, certificación y regulación de productos e insumos estéticos.
🏛️💉🔞 Ante el pleno del #CongresoCDMX, el diputado @PedroHacesL (MORENA) presentó la iniciativa denominada “Ley Nicole”, que propone reformar la Ley de Salud para prohibir intervenciones estéticas en menores de edad. pic.twitter.com/Dj5MUCquN9
— Congreso de la Ciudad de México (@Congreso_CdMex) September 30, 2025
Un llamado a la ética y la protección integral
La cirugía estética en la infancia y adolescencia no puede ser tratada como un simple acto de comercio. Es imperativo que la legislación mexicana actúe con urgencia, priorizando el Principio del Interés Superior de la Niñez.
La solución no radica solo en prohibir, sino en establecer candados legales que exijan valoraciones médicas fundamentadas, filtros sanitarios y dictámenes psicológicos para cualquier procedimiento. Asimismo, se debe legislar contra la promoción irresponsable en redes sociales, donde influencers y marketers incitan a procedimientos invasivos a edades cada vez más tempranas.
Debemos cuidar la medicina, no comerciar con ella.. Es responsabilidad de las autoridades, los profesionales de la salud y las familias asegurar que la decisión de una cirugía estética en un menor se tome con la máxima responsabilidad, ética y enfoque en el bienestar físico y emocional del paciente.