Gajes del oficio: Ciudadanos exigentes

Ciudadanos exigentes

Las embajadas del Reino Unido ayudan a los británicos que andan de viaje por el mundo. He aquí algunas de las peticiones más estrafalarias que han tenido que atender:

• Un hombre que fue hospitalizado en Camboya debido a que un mono le había arrojado una piedra quería garantías de que jamás volviera a ocurrirle eso.

• Un sujeto pidió al personal de la embajada en Estocolmo que verificara los antecedentes de una mujer a la que acababa de conocer en Internet.

• Un viajero solicitó al personal consular de Roma que le tradujera una frase para un tatuaje que deseaba hacerse.

Fuente: gov.uk

Hace tiempo, cuando trabajaba yo en la oficina de correos, una mujer entró hecha un torbellino y empezó a quejarse de que, al llegar a su casa, había encontrado una nota del cartero que decía que había intentado entregar un paquete, pero que nadie le había abierto la puerta.

—Mi esposo estuvo en casa todo el día —aseguró, enojada.

Tras buscar el paquete y entregárselo, la mujer exclamó:

—¡Ay, qué emoción! ¡Es el nuevo auxiliar auditivo de mi esposo!

Lucy Bryn, Reino Unido

Una conversación con un cliente para quien estaba yo realizando un trabajo de diseño se volvió hostil al cabo de unos minutos.

—No me gusta que todo el texto se cargue hacia un lado —me dijo el hombre en tono de queja.

—Es decir, ¿que esté alineado a la izquierda? —pregunté.

—¡Sí, sí, alineado a la izquierda!

—Bien. ¿Cómo lo quiere entonces?

—Quiero que haya la misma distancia a ambos lados.

—¿Justificado?

—¡Yo no tengo que justificar nada ante usted! —replicó, enfurecido—. ¡Soy el dueño de esta empresa!

clientsfromhell.net

Soy médico obstetra, y a veces veo tatuajes extraños en mis pacientes embarazadas. Un día atendí a una mujer que tenía tatuado en el vientre un animal marino.

—¡Qué linda ballena! —señalé.

—Antes era un delfín —respondió ella, sonrojada y sonriendo.

Ron Norris, Canadá

En una ocasión nuestro jefe le pidió al nuevo empleado de mensajería que fuera a sacar tres copias de una llave de la oficina. Diez minutos después el joven regresó, y el jefe quedó muy sorprendido por la rapidez. Pero entonces vio que había

sacado los duplicados ¡en la fotocopiadora!

Gordon Knight, Estados Unidos

En la oficina donde trabajo normalmente almorzamos en nuestros escritorios, pero hubo una semana en la que mi jefe salió a comer con clientes todos los días. Cuando el director general se enteró de las frecuentes ausencias de su mano derecha, vociferó: “¿Tampoco está hoy? ¿Quién se cree que es para salir a almorzar todos los días?”

Daniela Belfiglio, Canadá

Jefe a subordinado: “Cuando dije que olía usted a grasa de tocino, se lo dije como un cumplido”.

overheardintheoffice.com